Un regreso hacia el apocalipsis

Un regreso hacia el apocalipsis

Paula Urra Lasa, natural de Dicastillo y vecina de Estella, consiguió regresar de la ciudad sueca de Gotemburgo el 17 de abril y se encuentra cumpliendo cuarentena antes de volver a su casa natal

Paula Urra Lasa es natural de Dicastillo aunque reside en Estella. Estudia Lenguas Modernas, Cultura y Comunicación en la Universidad Autónoma de Madrid. El pasado mes de agosto aterrizó en Gotemburgo (Suecia) con una beca Erasmus para cursar el tercer año de carrera en la Universidad de Gotemburgo. A pesar de que Suecia no ha tomado medidas estrictas contra el Covid-19, Paula Urra decidió regresar al ser consciente de la situación que se estaba viviendo en España. El viaje de regreso fue una odisea. Le costó llegar dos días; dos jornadas en las que Paula pisó tres aeropuertos y sintió que había vivido en mundos diferentes. “Llegué a Madrid y esto parecía el fin del mundo”. Antes de regresar a casa con sus padres, Paula cumple cuarentena como medida de prevención.

Ya en un piso, sola, y después de haber canalizado la gran experiencia vivida, interrumpida por el coronavirus, Paula Urra explica a Calle Mayor que en Suecia “vivíamos en un limbo. Allá están como en España hace tres meses. El Gobierno Sueco es el único que casi no ha tomado medidas ante la expansión del Covid-19. Tan solo restringió el aforo de eventos multitudinarios y los centros de estudios superiores como las universidades comenzaron a impartir las clases online, aunque se podía ir a estudiar. Dos días que hubo de sol, el centro de la ciudad se abarrotó de gente en las terrazas. Al final, pensábamos, aunque no haya medidas, el virus está ahí”, expresaba Paula. La joven explicaba, además, que la sensación que los estudiantes internacionales vivieron al saber cómo se desarrollaban los hechos fue muy agridulce. “Tuvimos mucha incertidumbre ante la situación, en la universidad no nos decían nada, veíamos que el gobierno tampoco hacía nada, tan sólo apelan a la responsabilidad individual de cada persona, y como conocíamos lo que estaban viviendo nuestras familias aquí, nos costaba hacer vida normal y, mentalmente, se nos hacía muy duro, así que decidí regresar”, explicaba Paula Urra.

El Gobierno Sueco es el único que casi no ha tomado medidas ante la expansión del Covid-19

El viaje de vuelta no fue sencillo. “Estuve dos días viajando. No había vuelos desde Gotemburgo así que despegué en Estocolmo y aterricé en Frankfurt. Desde allí cogí otro vuelo a Madrid y ya, después, un tren a Pamplona”, informaba Paula. Según relataba la estudiante sí que se percibe que los aeropuertos están casi vacíos. En cuanto a los controles, la joven se sorprendió de que en Estocolmo no se había establecido ninguna medida de control. “Ya en Alemania sí que pasé por más controles y la llegada a Madrid la viví como si llegara al apocalipsis. Me pararon unas cuatro veces y tuve que entregar toda la documentación. Me preguntaban de dónde venía, el motivo, a dónde me dirigía, certificados, justificantes, reservas de hotel, etc. Además, normalmente, suelen ayudar con las maletas y, esta vez, nadie lo hizo”, explicaba Paula. Reconocía, además, que en la estación de tren, en Madrid, había personas que quería ir a Pamplona y “les negaron viajar sin un motivo aparente”.

 

 

 

 

Pasión por la cultura nórdica

Paula Urra valora estos meses en Suecia como una gran experiencia. “He conocido a mucha gente y la cultura nórdica me apasiona porque es muy enriquecedora y muy diferente a la del sur de Europa. El sistema educativo sueco es muy diferente al español, se basa más en la práctica que en la teoría. Clases presenciales tan sólo tenía dos o tres a la semana y en Madrid, en cambio, son muchas más horas. En Suecia sí que hay que hacer más trabajos en casa, pero como es todo más práctico, es más enriquecedor para el alumnado. Es como que se comprende que hay vida más allá de los estudios y el trabajo. Creo que los países nórdicos están más avanzados que España en todos los ámbitos”, reconocía Paula.
A lo largo de estos meses, la joven tuvo la oportunidad de viajar a Laponia, al círculo polar ártico, donde se unen Noruega, Suecia y Finlandia. “Es una experiencia que todo el mundo debería vivir. Fui testigo de cómo viven los samis, un pueblo del norte de Escandinavia, que mantiene una cultura propia, y contemplé auroras boreales, que son impresionantes”, recordaba Paula, que ahora descansa en un piso de la ciudad del Ega, sola, para cumplir con la cuarentena antes de regresar junto a sus padres. “Al principio fue muy triste el reconocer que la experiencia se acababa, pero ahora que ya estoy en casa, sé que he hecho lo correcto. Se puede decir que mi Erasmus continúa desde casa, ya que el curso académico continúa de forma online”, concluía Paula Urra.

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