La programación comenzaba con una misa solemne en la parroquia de Santa María a las doce y media, presidida por el Ayuntamiento y oficiada por el cura del municipio, Javier Resano. Él fue también quien, terminado el acto más institucional y de vuelta vecinos y representantes municipales en el salón del ayuntamiento, bendijo las 300 barras de pan dispuestas para su reparto.
Personal municipal troceó el pan hasta convertirlo en 2.400 pedazos que en torno a la una y media de la tarde llovieron desde el balcón consistorial gracias a la participación de voluntarios de las diferentes asociaciones de Los Arcos. La tormenta de panes estimuló a los vecinos reunidos en la plaza, quienes combatieron el frío de enero y mantuvieron la tradición de recogerlos al vuelo y guardarlos en bolsas para acompañar la comida de ese día.
Se repartía un total de 535 botellas
Poco después se formaba una larga fila a las puertas del edificio para recibir, esta vez en mano, una botella de vino, tinto o rosado, de una de las tres bodegas locales: Nuestra Señora del Romero, Bodegas Valcarlos y Bodegas Fernández de Arcaya.
Día de la juventud
La festividad de San Vicente se conoce también con el Día de la Juventud en la localidad arqueña. En esta edición fue la víspera, el sábado, cuando las cuadrillas de jóvenes celebraron su comida en el centro juvenil, ubicado en el antiguo matadero. La asociación Urantzia organizaba la cita en torno a un concurso de ranchos, el plato típico de San Vicente en los diferentes chabisques o lugares de reunión.
El día de San Vicente lograba reunir a amigos y familias en la villa en torno a una tradición que antiguamente se celebraba en la ermita, hoy destruida, del antiguo poblado de Yániz, en el término municipal de Los Arcos. Hasta el lugar acudían el Ayuntamiento en cuerpo de Corporación, el Clero Parroquial y el pueblo a rendir culto al Santo con una solmene misa por la mañana.
Posteriormente se bendecía el pan y el vino para después arrojar al público allí reunido las porciones a través de una ventana de la ermita. Era una gran hazaña recoger los trozos que se repartían las cuadrillas para el almuerzo. Ya entrada la mañana, los vecinos bajaban al pueblo con sus rondallas y recorrían las calles para solicitar a las mozas su aportación en forma de chorizos, jamón y otras viandas con las que preparar las meriendas en las bodegas existentes en la villa.
Cuenta la leyenda que la madrastra de San Vicente no le dejaba comer en la mesa con el resto de la familia y le tiraba trozos de pan por debajo de la mesa. Probablemente, el origen de la tradición del 22 de enero esté en épocas de hambruna cuando el Ayuntamiento repartía pan entre la población. De una manera u otra, modificada por el tiempo, la tradición de San Vicente sigue reuniendo a los arqueños en la villa en torno al pan, el vino y el buen ambiente.