LICORES FERNÁNDEZ

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‘La Cubica’, lugar de encuentro en torno a la mistela

En el portal de una casa muy estrecha, en el local que hoy acoge la peluquería Laura Moreno, en el número 75 de la calle Mayor, se ubicó Licores Fernández, conocida popularmente como ‘La Cubica’. Una miniatura en madera de una cuba de licor colgaba de la puerta del establecimiento que, por la trastienda, daba acceso a las viviendas de los pisos superiores. ‘La Cubica’, regentada por Antonio Fernández, era lugar de culto en Estella; punto de encuentro de los vecinos que se acercaban a charlar y a degustar la mistela, tradicional bebida a base de anís que se elaboraba en el establecimiento.

La Cubica no era exactamente una tienda, tampoco era exactamente un bar, pero el negocio gozaba de gran aceptación social en Estella por la cercanía de su propietario con sus parroquianos. Antonio brindaba conversación mientras iba llenando a demanda con mistela las diez o doce copitas que dejaba preparadas sobre el mostrador de madera.

El estellés Antonio Muñoz, de 87 años, conoció muy bien a su tocayo Antonio. Recuerda la historia de este pequeño local de la calle Mayor por la relación vecinal, casi de amistad, que guardaban ambas familias. “Ni padre se dedicaba al negocio del pescado, al trasporte y venta al por mayor y al por menor, y nuestra casa lindaba con la de La Cubica. La relación comenzó entre las dos familias hará ya 70 años. Yo no conocí al padre, pero sí a la madre y a los dos hermanos que llevaron La Cubica, sobre todo a Antonio, porque el otro se marchó a vivir a San Sebastián”.

 

El estellés recuerda que La Cubica abría a las 6.30 de la mañana y desde esa hora los hombres que se dirigían a trabajar hacían allí la primera parada para tomar la mistela. “Los domingos había especial movimiento. La gente compraba churros en las dos churrerías que había y pasaba por La Cubica. Y en fiestas era un lugar de mucho éxito. El pequeño local acogía tras el encierro a los mozos y a toda la juventud de Estella”.

Antonio Muñoz: “Los domingos había especial movimiento. La gente compraba churros y se pasaba por La Cubica a tomar la mistela”

Antonio Muñoz conoció a Antonio Fernández cuando él tenía unos 16 o 17 años. “Por entonces mi padre Tomás ya se dedicaba al pescado. La pescadería siempre se llamó Tomasa. A mi padre lo movilizaron en el 38 y mi madre, embarazada de una nena, decidió ponerle Tomasa. En honor de mi padre y de la nena, por si mi padre no regresaba de la guerra, la pescadería se llamó también Tomasa. Y, de hecho, mi hermana trabajó muchos años en la pescadería”.

Recuerda Muñoz que La Cubica, pegado a la pescadería Tomasa, cerró hará “fácilmente” 30 años. “Antonio era soltero y no hubo relevo. Yo lo recuerdo siempre amable y simpático y con su bata, que se la ponía por la mañana y se la quitaba por la noche, cuando cerraba”.

Según relata el estellés, los de entonces fueron unos tiempos muy distintos a los actuales en lo que a actividad comercial se refiere. “La calle Mayor la recuerdo como está ahora, con la misma estética. Siempre ha estado asfaltada, a diferencia por ejemplo de la calle Comercio que ¡menudo barro se formaba cuando llovía! La calle Mayor era una calle entonces con mucha vida, con comercios abiertos de todo tipo, daba gusto mirar los escaparates. En cambio ahora, es una lástima, da tristeza ver todo cerrado, sucio y hundido”, recuerda Antonio Muñoz.

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