LIBRERÍA FELIPE

LIBRERÍA FELIPE

De bar a venta de libros, periódicos y revistas en el ‘cuarto de estar’ de la ciudad

En el número 15 de la plaza de los fueros, en la bajera que actualmente alberga la peluquería Ilea, estuvo la Librería Felipe durante más de treinta años. Libros, material de papelería, prensa y revistas eran los productos que se vendían en el local estratégicamente ubicado en el denominado ‘cuarto de estar’ de la ciudad. Felipe Ganuza Zugasti, jugador de fútbol, entre otros equipos del Logroñés, regentó durante unos años el bar que su padre ya había montado con anterioridad en el mismo lugar.

En el bar, de nombre Felipe, trabajó el estellés incluso después de haberse casado con Carmen Napal Ruiz de Larramendi, durante sus seis primeros años de matrimonio. Ella recuerda la naturalidad con que se tomó la decisión de montar una librería. “Llegó un momento que había que reformar el bar y Felipe ya llevaba tiempo diciendo que para bar el local era muy pequeño. Pensaba también que si él faltaba alguna vez, no era un buen negocio para nosotros. ¿Y qué podíamos poner? ¿Qué podía ser diferente? Era difícil acertar, pero como la plaza era un lugar de terrazas, pensamos en vender periódicos, revistas y libros, además de productos de papelería”.

Carmen Napal: “Era difícil acertar, pero como la plaza era un lugar de terrazas, pensamos en vender periódicos, revistas y libros”

Librería Felipe abrió sus puertas en mayo de 1967 y estuvo funcionando en esta ubicación hasta entrado el siglo XXI. Después, el negocio se trasladó a la calle Mayor, donde lo llevaron las dos hijas del matrimonio, Jose y Raquel, hasta que hace unos años cerró. “En la librería de la plaza trabajó mi marido y también con los años mi hijo Eduardo. Yo no estaba apenas allí porque mis padres también tenían tienda”, apunta Carmen Napal.

El negocio de la familia Napal era la tienda El Siglo, un pequeño almacén que vendía un poco de todo, ubicado también en la plaza de los Fueros, en el número 1. “Yo digo que nuestra tienda El Siglo, junto con otras similares de entonces, como Marticorena, y salvando las distancias, fue una de las precursoras de los centros comerciales de hoy, porque se vendían artículos muy diversos, desde maletas hasta vajillas, incluso telas para sábanas, agujas e hilos”, recuerda.

Retomando el sector de las librerías, con Felipe convivieron en Estella otros establecimientos similares, algunos próximos como Imprenta Zunzarren, también en la plaza de los Fueros, y Garbayo, en el paseo de la Inmaculada. “Nosotros teníamos el cliente de diario, el que se llevaba el periódico y revistas y también a otra clientela habitual que compraba libros. Había gente muy lectora en aquellos tiempos”.

En opinión de Carmen Napal, el comercio ha evolucionado mucho con el paso del tiempo. “Antes íbamos a las tiendas y hablábamos mucho. Nos conocíamos todos y nos contábamos muchas cosas. Mi madre decía, si alguna mujer te dice algo, tú ver, oír y callar. Pero era ciertamente una actividad social. Las cosas han cambiado, hasta las palabras han cambiado, porque ya no hablamos ni de clientela”.

La librería Felipe forma parte de la vida de Carmen Napal. El negocio vio crecer a sus hijos y contribuyó a tejer la historia de la familia. “El mural y el hecho de poder recordar la historia de la tienda me ha devuelto a tiempos muy felices”, confiesa.

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