Mujeres que rompen esquemas

Mujeres que rompen esquemas

Tres profesionales de Tierra Estella hablan sobre su trabajo en sectores tradicionalmente masculinos

Alo largo de la historia, las mujeres han desafiado continuamente las barreras de género para incursionar en profesiones tradicionalmente dominadas por hombres. Desde la medicina y la ingeniería hasta la política y el deporte, las mujeres han demostrado su capacidad para destacarse en diversos campos. A pesar de los obstáculos, su determinación y habilidades han abierto camino para una mayor igualdad de género en el ámbito laboral. Las protagonistas de este artículo -una mecánica de vehículos, una conductora de autobús y la gerente de una cooperativa agraria- son solamente tres ejemplos en el espacio corto, Tierra Estella, que cuentan cómo se sienten en sus diferentes profesiones.

Desde el año 2019, Karen Odriozola Elizondo, de 38 años, regenta su propio taller de reparación de vehículos en Estella. Natural de Orio pero vecina de Zubielqui, estudió Automoción y trabajó durante diez años en Mercedes, en San Sebastián. Rompió esquemas casi desde el principio. Junto a otra chica era la única alumna del curso y, ya después, en su primera experiencia laboral seria, ni tan siquiera existía un vestuario destinado a las trabajadoras en un mundo de hombres. El amor la trajo a Tierra Estella, y tras buscar trabajo, sin éxito, en su sector, decidió convertirse en una mujer no sólo mecánica, también emprendedora, y se puso al frente del Taller Lizarrauto.

La gestión administrativa ocupa buena parte de su tiempo, pero le encanta la mecánica y sus horas frente a los motores y las piezas se le pasan volando. “Llegué a esta profesión por curiosidad, siempre me ha gustado saber cómo funcionan las cosas, y me encanta. Es un trabajo que lo puede hacer tanto un hombre como una mujer”, asegura.

Pero lo cierto es que a muchos clientes sorprende la presencia de una chica ante un capó abierto. “A veces se me quedan mirando y es verdad que en alguna ocasión hasta parece que me ponen a prueba en mis conocimientos. También ocurre que hay quien llama por teléfono preguntando por el mecánico, y les digo que soy yo. Pero no me lo tomo a mal, en general la gente siempre me ha tratado bien y nunca me he sentido devaluada”.

Amante de vehículos grandes

“Cuando me pongo al frente del autobús, me vengo arriba. Me gusta conducir. He encontrado mi profesión”, asegura con seguridad Cristina Cano Flores, de 50 años. La vecina de Arellano se sacó el carné antes de la pandemia y desde hace año y medio trabaja de chófer para La Estellesa, especialmente en el servicio del Tierra Estella Bus.

Llegó a la profesión, tradicionalmente masculina, de golpe, sin pensárselo dos veces, atraída por una oportunidad laboral y un vehículo de grandes dimensiones. “Es un trabajo que igual lo puede hacer un hombre que una mujer. Ellos entran por cualquier callecita, y nosotras también. Cuando estoy en sitios complicados, pienso qué bien se me da esto”, se ríe.

La presencia femenina en el transporte tanto de pasajeros como de carreteras ha aumentado mucho en los últimos años, pero todavía puede llamar la atención ver a una mujer al volante de un autobús. “Cuando fui a sacarme el carné de conducir era la única mujer del grupo. Luego en el trabajo sí es verdad que cada vez somos más. En Tierra Estella tres mujeres trabajamos en la empresa”.

Cristina Cano destaca el trato con el viajero como un gran atractivo de su trabajo. “Me encanta saludar y conversar con el viajero, sin perder la atención. Este es un trabajo en el que necesitas todos los sentidos. Y me siento muy bien acogida por los clientes y sobre todo por mis compañeros, que desde mi llegada me han ayudado muchísimo”.

Como anécdota cuenta que en ocasiones sí que ha podido ser el punto de mira. “Entre los viajeros hay de todo, quien te da los buenos días, quien te dice que llegas tarde y a veces también quien te mira con cara sorprendida. Alguna vez se me han sentado delante para ver cómo conduzco. Yo a las mujeres les digo que no se detengan en nada, que no sienta ningún impedimento ni por edad ni por ser mujer”.

En el sector agrícola

Marta Echeverría San Juan, natural de Arróniz de 37 años, es la nueva gerente de la Cooperativa Cerealista Ezkibel, de Allo-Arróniz. Llegó al cargo el pasado mes de octubre, al frente de un colectivo con 350 socios, de los cuales, como dato destacado, 131 son mujeres. El sector tradicionalmente de hombres está cambiado y las mujeres ganan terreno también en los puestos de máxima responsabilidad.

“Cuando yo llegué nadie se sorprendió. Puede llamar la atención que las mujeres lleguemos a este tipo de cargo, pero cada vez es más habitual. Yo nunca, en ningún momento, me he sentido infravalorada, sino todo lo contrario”, asegura Echeverría, quien desde su llegada se ha visto muy apoyada.

No sólo en responsabilidades vinculadas con la gestión, la mujer tiene también más presencia en el campo. “Poco a poco vamos ocupando nuestro lugar y creo que es un sector en el que la presencia de mujeres se está normalizando”. Echeverría apunta que la mujer ha avanzado mucho en muchos aspectos, pero aún queda camino por recorrer. “Hay barreras que todavía están, pero también pienso que la nueva generación somos luchadoras, que nos valoramos más y sobra decir que somos capaces de hacer los mismos trabajos que los hombres”.

Así lo muestran en su día a día Karen, Cristina y Marta.

 

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