
El Carnaval es un periodo del año especial, cuando la diversión toma las riendas. Ejemplo de ello y con su carácter jolgorioso, varias decenas de caldereros lucieron su mejor aspecto, sus mejores piezas musicales y bailes en la tarde del viernes 21. Un recorrido ruidoso, a golpe de sartén y cucharón, se hizo notar desde las seis y media de la tarde por el centro de la ciudad.
Organizado el pasacalles por la Asociación de Ex Danzaris Francisco Beruete, varias fueron las paradas antes de llegar a la plaza de los Fueros, donde se sirvió una chocolatada a los participantes. En torno a las ocho de la tarde, como novedad este año, se organizó un torico de fuego.
La música, los bailes y la imaginación marcaron los diferentes actos en torno a una fecha del año especial
El Carnaval rural tomó el relevo el sábado 22 con una programación que comenzó por la mañana y llenó toda la jornada de kalejiras, música, personajes que sobrecogían, originales carrozas, música, ceniza y cierto halo de misterio. Una comida reunía a quinientos comensales y hacía de transición entre la mañana y la tarde-noche.
Tras el carnaval rural, el Variopinto ponía el punto final a tres jornadas de Carnaval. La plaza de los Fueros fue epicentro de la fiesta por la tarde, cuando se celebró un concurso por categorías que llegó a niños y mayores. El frío de la tarde no disuadió de una participación con carrozas elaboradas que pusieron en evidencia la dedicación de las cuadrillas y las familias más animadas.
Junto al programa oficial, organizado por el colectivo Festa Giro, la Quinta del 95 y la Asociación de Ex Danzaris Francisco Beruete, los centros escolares se volcaron también en la celebración.