Peral describe la experiencia como muy edificante, un reto profesional que le permite echar la vista atrás y ver todo el trabajo, todo el esfuerzo y el recorrido realizado para llegar a grandes escenarios; aunque asegura que lo más complicado en su profesión, tan apasionante como llena de peajes, es, sobre todo, mantenerse.
Debut en la programación del Teatro Real, ¿cómo viviste la experiencia?
Fue una experiencia muy productiva, muy edificante. Es un reto profesional aceptar una propuesta de esta responsabilidad y calado, la de abrir la temporada lírica del Teatro Real, con la primera producción de la temporada.
Ha sido un mes de trabajo intenso con ensayos presenciales, de trabajo previo para montar musicalmente la obra, trabajar el idioma, el francés, y memorizar. El día de la representación es siempre un día feliz porque para nosotros la parte más bonita es ofrecer al público lo que has preparado durante tanto tiempo.
¿Cómo describes la obra y tu personaje?
La obra está basada en la película de ‘Orfeo’, de Jean Cocteau, una peli icónica del año 50 y es una revisitación del mito bajo una mirada particular. Todo el libreto es tal cual el guion de la película, como si la peli subiera al escenario; si es verdad que la escena se separa de la película porque el director de la obra, Philip Glass, traslada el París de los 50 al Nueva York de los 90, cuando irrumpe la TV por cable, por lo que es una reflexión sobre cómo la sociedad se absorbe por las pantallas.
El personaje es un reto de gran envergadura, personaje principal, uno de los que más tiempo canta, por lo que es muy exigente y vocalmente muy comprometida. Cuando Heurtebise entra no sale del escenario salvo en dos de las dieciocho escenas. Este papel me sirve para reafirmar que el trabajo hecho va por el buen camino.
¿Cómo es un día cualquiera para ti en el trabajo?
Los cantantes decimos que somos atletas de la voz. Nuestro entrenamiento es de alto rendimiento para conseguir llegar a la función con las mayores posibilidades. La representación es como la punta del iceberg. La voz es nuestro instrumento y por ello es vital tener una vida ordenada, descanso y alimentación equilibrada. También es cierto que no hay que ponerle exceso de celo. No soy cantante las 24 horas, soy cantante durante el tiempo que hago mi trabajo pero intento que mi vida personal no interfiera en la profesional.
¿Cómo son los ensayos?
Generalmente se ensaya una media de seis horas al día. En esta producción hemos estado ensayando cinco horas por las tardes. Luego están las sesiones con coach. Durante el mes intenso de preparación de la obra se descansa un día a la semana, es una manera de intensificar el trabajo y que estén los cantantes a disposición para montar la producción.
¿En qué momento te encuentras de tu carrera?
En un momento en el que uno siente que tiene lo suficientemente afianzada la parte técnica. Aunque ya he hecho otros roles principales, poder hacerlo en un teatro de esta envergadura me hace pensar que he dado los pasos correctos en el camino y tengo solvencia para producciones de este tipo. Siento que estoy en una primera etapa de madurez y consolidación, por edad estaría alcanzando el momento de rendimiento vocal, las voces masculinas la alcanzan hacia esta edad.
“Este trabajo es vocacional y hay que entregarse en cuerpo y alma”
¿Cuesta llegar?
Cuesta mucho llegar porque las oportunidades son pocas. A veces parece que, como no es una profesión de las más habituales, somos pocos en este mundo. La realidad es que cada vez somos más cantantes y mejor preparados y no existen muchas oportunidades, sobre todo en tiempos de crisis cuando los tea tros que no son de primer nivel han sufrido bastante, por no hablar de la pandemia. Es tan difícil llegar como mantenerse vigente en el mercado. Llegar puede darse la circunstancia, pero en un mercado que fluctúa tanto alguien que ya está en un circuito puede perder su trabajo de un año.
¿Te sientes afortunado por dedicarte a lo que te gusta?
Efectivamente, cuanto amas tanto lo que haces y en lo que trabajas, a veces se dice que es como no trabajar, pero todos recibimos el salario por la parte menos bonita porque por la parte bonita podríamos hasta pagar no sotros. El esfuerzo, vivir sin domicilio fijo, la itinerancia, porque el trabajo se mueve de ciudad en ciudad, de teatro en teatro, es la parte que te hace renunciar a ciertas cosas.
¿Te marcas algún objetivo? ¿Algún sueño profesional?
Soy bastante pragmático, no me fijo metas porque hacerlo es como suponer que no va a haber más allá. En un mercado tan incierto y en una actividad tan compleja, los planes a largo son complicados porque no sabes cómo vas a estar. Pienso que lo importante es seguir aprendiendo, creciendo, disfrutando, seguir haciendo camino porque mientras uno da pasos y son hacia adelante no es tanto ambicionar qué quieres que llegue sino que los teatros estén contentos con tu trabajo y seguir recibiendo proyectos.
¿Sueño profesional? Hago producciones en el extranjero pero quizá me falte abrir un poco más el mercado internacional. ¿Siempre te ha gustado la música y la interpretación?
Es vocacional y hay que entregarse en cuerpo y alma. Cuando empiezas a formarte como cantante lírico, tienes que tener fe ciega en un resultado incierto, no sabes cuánto vas a desarrollar y evolucionar tu voz. Y una vez de sarrollado el instrumento no hay garantía de que vayas a poder encontrar tu hueco en el mercado.
Empecé a estudiar música desde niño, he cantado desde niño. Cuando empiezas con 8 o 9 años no piensas que en el futuro te vayas a dedicar y mucho menos que vayas a ser cantante de ópera. Yo era buen estudiante, compaginé estudios de Música con estudios de Bachillerato y estudié Químicas, porque siempre tienes el estigma de que la profesión de música es incierta y complicada.
¿Qué significa la música para ti, cómo la defines?
Para mí es la manera de entender la vida porque está en todo lo que hacemos. La televisión, la radio y la publicidad no serían lo mismo sin la música. La música forma parte del día a día y es también una válvula de escape. En pandemia, nos refugiamos en el entretenimiento y en las artes. Nosotros necesitamos siempre de más gente para poder hacer música, una ópera implica desde 30 a 150 personas, por lo que la música es también una manera de relacionarnos con los demás y de mostrarte ante la gente y el público.
¿Qué les dirías a los niños y niñas que demuestran desde pequeños interés y vocación?
Siempre creo que motivar a quien tiene curiosidad es un deber social. Es más fácil que alguien con motivación lleve adelante un proceso, que alguien inseguro o con incertidumbre. Hay que intentar auparlo y animarlo dese el entorno familiar y desde los centros. También hay que mentalizar en la política del esfuerzo, porque cuesta mucho y esto sin capacidad de esfuerzo y de renuncia es muy difícil.
¿Cómo recuerdas tus primeros pinitos en la Escuela de Música Julián Romano?
Estuve siete años en lo que entonces era un conservatorio reglado. Los recuerdo como un niño que va a estudiar música. Cuando nos apuntan a extraescolares se ve cuando se va porque los padres han tomado la decisión de intentar motivarle y quien va porque le seduce de una manera especial. Yo viví esos años con ilusión, fueron unos años muy bonitos.
¿Vienes mucho a Estella?
Mis padres viven en Villatuerta desde hace 16 años. Estella no visito mucho pero todos los años me gusta, si el calendario me lo permite, ir a fiestas y, por supuesto, ir a visitar a mis padres y recorrer mis lugares de la infancia: dar un paseo por Urbasa, Alloz, ir al río en Murieta, encuentros especiales que me reconectan con mi origen.
PRÓXIMOS COMPROMISOS
Igor Peral comenzará el año en Luxemburgo para desplazarse después a Alemania, actuaciones que se cancelaron durante la pandemia y se recuperan ahora. Pero antes de todo eso, quienes deseen ver al estellés sobre el escenario podrán hacerlo el 23 de octubre en la casa de cultura de Cizur Mayor, acompañando a la banda de la localidad, con motivo de su aniversario. Explica el tenor que una de sus ilusiones sería actuar en Estella, ante su público, quizá en una colaboración con la banda de la ciudad y junto con Josetxo Arbeloa, uno de los profesores con los se introdujo en el mundo de la música en el que fuera Conservatorio Julián Romano, hoy escuela de música.