Los dos únicos internados de Navarra están en Tierra Estella

Los dos únicos internados de Navarra están en Tierra Estella

El Puy, en Estella, y Andéraz, en Abárzuza, reúnen la oferta en PRIMARIA , Secundaria y Bachillerato. En el curso actual suman 49 los alumnos y alumnas que siguen este modelo educativo, procedentes de diferentes puntos de la Comunidad foral y otras limítr

En la Actualidad no existen más internados en Navarra que los dos ubicados en Tierra Estella: el colegio Nuestra Señora de las Escuelas Pías, de las Madres Escolapias, en Andéraz (Abárzuza), y el internado del colegio Nuestra Señora de El Puy, en Estella. Ambos centros, mixtos hoy en día, reúnen una completa oferta educativa: Primaria, en Andéraz, y Secundaria y Bachillerato, en El Puy. Un total de 49 alumnos siguen este modelo educativo caracterizado por ofrecer formación académica, alojamiento y manutención en una misma institución y recinto.

“La función formativa de antaño tiene ahora un cariz más social “

La imagen que viene a la mente al pronunciar o leer la palabra internado es la de un lugar serio, estricto y disciplinado. La imagen, seguramente, llegue en blanco y negro porque quizá se vea como un lugar perteneciente al pasado. La realidad es que en Navarra solo los dos centros de Tierra Estella ofrecen este modelo educativo; pero el internado brinda una educación integral que cubre unas necesidades actuales muy concretas.

Desde los dos centros navarros, en consorcio educativo a partir del año 1995, coinciden al afirmar que las necesidades, y por tanto, la vocación de los internados ha cambiado con el paso del tiempo. Por un lado, en los niveles de Secundaria y Bachillerato, el internado brindaba a los alumnos, en décadas anteriores, la comodidad de evitar los desplazamientos de ida y vuelta desde sus hogares en los pueblos hasta el centro educativo. En cuanto a Primaria, el internado para edades tempranas garantizaba una educación integral y de calidad en centros que muchas veces ofrecían después continuidad con formación superior en varias áreas. 

El perfil de los alumnos que acuden a los internados es también diferente. El director de la residencia de internos del colegio El Puy, Francisco Medel Recio, veterano en una tarea que desarrolla desde 1980, explica que la función educativa del pasado se ha tornado ahora mucho más social. “Este internado surgió porque los chavales de los pueblos que venían al Puy a estudiar necesitaban un sitio donde poder estar. Hoy, con la red de transporte escolar y la construcción de otros institutos ya no tienen sentido y los grandes internados han ­de­saparecido. Ahora la función es principalmente social con algunos alumnos que vienen de los Servicios Sociales y otros casos por problemas académicos y determinadas situaciones familiares”, apunta Medel, también profesor de Lengua Española en El Puy. 

De lunes a viernes

Los 37 alumnos de la residencia de El Puy -24 chicos y 13 chicas- acuden a clases en el centro educativo y, de lunes a viernes, tienen su hogar a escasos metros, en el recinto de las piscinas Obeki. Su día comienza a las 7.30 horas, cuando se levantan para prepararse y desayunar antes de ir a clase. A las 14.30 h., comen en la residencia, disfrutan de tiempo libre en las instalaciones y por la tarde cuentan con dos momentos de estudio tutelado, así como más tiempo libre. A las 20.30 se cena y, a las nueve las chicas se van a su planta, donde disfrutan de tiempo libre y pueden ver la tele, y los chicos se retiran a las suyas. A las 22.30 h., todos los alumnos están en las habituaciones, se apagan las luces y se hace el silencio. “Son unos horarios que hay que cumplir, así como unas normas básicas de convivencia”, añade Medel. 

Valores y autonomía en Andéraz   

Las normas y los límites están, igualmente, muy bien definidos en el colegio interno de Andéraz, donde se imparten los cursos de 4º, 5º y 6º de Primaria. En la Actualidad, el centro acoge a doce alumnos procedentes de diferentes puntos de Navarra y también de otros lugares de La Rioja o Álava. De lunes a viernes reciben una educación formal, con la participación de un claustro de seis profesores, así como educación no formal durante el tiempo libre.

La directora del internado de Andéraz, Maxi Lacruz Alfaro, se refiere a la educación en valores y el desarrollo de la autonomía como dos pilares fundamentales sobre los que se asienta la labor pedagógica en el centro. El perfil del alumnado es el de niños de familias que debido a razones labores o familiares no pueden atender a sus hijos durante las tardes o las noches; alumnos cuyo rendimiento académico no es el adecuado y necesitan clases de refuerzo o atención individualizada y alumnos con necesidades especiales que requieren de una atención personal para desarrollar su potencial al máximo. 

Apoyo externo

“Cada vez son más las familias que por desencuentro necesitan apoyo externo y piensan en esta opción. Los niños son muy reivindicativos y nos echan un pulso continuo a los adultos; y a los padres les cuenta mucho. Nosotros ponemos normas para orientarlos, y aun así cuesta porque a veces las familias no lo tienen muy claro”, apunta Maxi Lacruz. En cuanto a los alumnos, explica la directora que la demanda de atención es altísima. “Desde el punto de vista emocional, sobre todo. Son 24 horas al día y se vive muy intensamente. Ellos están muy bien, les gusta estar aquí e incluso se da la situación de que llega el viernes o terminan su formación y no quieren marcharse”, añade la directora. 

Un entorno envidiable, con vistas al valle de Yerri, en un monasterio aislado y en continuo contacto con la naturaleza durante el tiempo libre. La ubicación y el centro es algo que los niños valoran, así como la relación con los compañeros y con los maestros. Y los resultados se notan. “Un niño nos decía el primer día de clase, diles a mis padres cómo he cambiado. Contesto menos, me hago la cama y si mi madre me manda algo, yo voy y lo hago”, cuenta Maxi Lacruz. 

En opinión de la directora, cuando una familia decide pagar porque su niño sea educado en régimen de interno –otros casos son derivados de Servicios Sociales- es porque lo ve muy claro. “En muchas ocasiones, los padres deciden esperar porque la edad es temprana, y quizá recurrir al internado en Secundaria”, apunta. 

Lucía Mateo Lorente. 17 años. 2º de Bachillerato. Viana.

Dos años en el internado de El Puy.

“Es como una gran familia”

Este curso 2014-2015 Lucía Mateo Lorente pasa su segundo año en el internado de El Puy. Estudió ESO en Viana y cuando llegó el momento de pasar a Bachillerato su opción era hacerlo en Logroño, pero sus padres decidieron que viniera a Estella. “Cuando vas a un internado es como si te hubieran castigado, pero en el fondo estoy bien. Estoy aquí para centrarme más en los estudios y no me importó venir”, explica. 

Los inicios fueron más duros, quizá por la incertidumbre, pero Lucía Mateo explica que le gusta estar en la residencia. “Al principio pensaba que iba a ser peor de lo que es, pero estoy a gusto con la gente, me llevo bien con los de clase y el internado parece una gran familia”, asegura. 

La joven apunta que le gustaría en un futuro que ve cercano realizar la carrera militar o estudiar Magisterio en Matemáticas o en Física y Química. Estas son sus asignaturas preferidas.

Ángel Albarrán Arnedo. 17 años. 2º de Bachillerato. Corella.

Seis años en el internado de El Puy.

“Con horarios te organizas mejor y logras mejores resultados”

Para el joven de Corella Ángel Albarrán Arnedo, de 17 años, la valoración sobre su estancia en el internado es muy positiva. Después de seis años, es el alumno más veterano. “Al principio me sentía raro porque estaba acostumbrado a ir del colegio a casa y de casa al colegio. Me costó, pero luego me hice. Mis amigos me preguntaban qué tal en el internado, porque es diferente, pero la verdad es que aquí se está a gusto y cada año hago amigos nuevos. Además, con horarios, te organizas mejor y logras mejores resultados en clase”, explica. 

La relación con sus compañeros es buena y disfruta, sobre todo, de los ratos de ocio y tiempo libre en las instalaciones del Obeki, donde los primeros días de curso los internos pudieron hacer uso de la piscina y el resto del tiempo tienen las canchas deportivas a su disposición.  

Dani Marcilla Viveros. 10 años. Calahorra.

Tercer año en el internado de Andéraz. 

“Me encanta el lugar y que estemos poca gente en clase”

Dani Marcilla Viveros estaba en clase de Religión con su maestro Iñaki Cruz cuando la dinámica se interrumpió para hacer una foto. Estaba encantado de salir y de dar su opinión sobre la vida en el internado. “Al principio me dio miedo, pero me encuentro muy bien. Me encanta el lugar y que estemos poca gente en clase. Yo tenía muchas ganas de volver y de empezar el curso porque el verano se me ha hecho muy largo. Aquí nos lo pasamos muy bien”, explicaba. 

En el exterior del edificio, un parque infantil entretuvo durante unos minutos a los niños que no dudaron en subirse a unos toboganes gigantes y en hacer la ola, animados por la directora. 

Francisco Medel Recio. Director y supervisor del internado El Puy.  

“Guardo muchos recuerdos de antiguos alumnos porque pasas muchas horas con ellos”

Ángel Fernández Alonso. Maestro supervisor en el internado El Puy. 

“Salir de casa para venir al internado les cuesta, y aquí estamos para ayudarles”

El director Francisco Medel Recio y Ángel Fernández Alonso, junto con Ana Ulzúrrun, se encargan de la tutela nocturna en las tres plantas de la residencia de El Puy, una destinada para las chicas y dos para los chicos. Los tres desarrollan también la función de profesores en el colegio; en concreto Francisco Medel imparte Lengua Española y Ángel Fernández, Tecnología, pero pasan la mayor parte del tiempo dedicados a la supervisión de los internos. Medel y Fernández cuentan su experiencia de treinta y cuatro y nueve años, respectivamente. 

¿Cómo es la convivencia y la relación con los internos?

Francisco Medel. Es una relación muy buena. Guardo muchos recuerdos de la gente que pasa por aquí porque estás muchas horas con ellos. Pasas tiempo en las clases, en el centro educativo, pero aquí son muchas más horas. Entre los alumnos toca de todo, alumnos más fáciles, más difíciles, más y menos agradables… 

Ángel Fernández. La relación es buena. No hay problemas, solo el roce propio de críos. Tenemos unas normas de sentido común que suelen respetar. 

En cuanto a la convivencia, el vínculo existe. Salir de casa para venir al internado les cuesta y aquí estamos para ayudarles, estamos con ellos si les duele la tripa, te cuentan sus cosas… La verdad es que a veces te sientes como un padre. 

Francisco Medel lleva 34 años como responsable del internado, ¿qué cambios ha presenciado durante este tiempo?

Francisco Medel. El principal es que antes venían al internado alumnos procedentes de los pueblos porque no había transporte escolar ni la oferta de institutos que existe actualmente. 

En mis primeros años los alumnos eran mitad y mitad de BUP y Bachillerato y ahora solamente hay alguno de Bachillerato. 

¿Os gusta vuestro trabajo?

Ángel Fernández. Es una faceta distinta que ser profesor. Estar aquí en el internado te permite ser más educador que maestro, y eso aporta un valor añadido. 

Francisco Medel. Son muchos años aquí y muchas horas al día pero me encuentro muy bien. Supongo que aquí me jubilaré.

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Historia de Andéraz y El Puy

Andéraz, desde 1922

De los dos internados que existen en Tierra Estella y en Navarra, el de Andéraz es el más veterano. Las religiosas escolapias iniciaron su labor educativa en 1922 con 75 alumnos, 60 de los cuales eran de Abárzuza. Ese mismo año comenzaba la actividad de internado, con cinco internos y otros tantos mediopensionistas. 

Cuando las madres escolapias llegaron a Abárzuza se realizó un acuerdo entre el Ayuntamiento, el párroco de aquel momento y la congregación, que supuso la cesión del edificio de Andéraz con el fin de instruir gratuitamente a los niños de la localidad entre 8 y 15 años abriendo, igualmente, las posibilidades educativas a alumnos de otros lugares que bien podían pagar o disfrutaban de becas. 

En el curso 1983-84, el colegio pasa a ser una escuela mixta para niños y niñas iniciando así la co educación, la Enseñanza Primaria, Bachiller, Estudios Mercantiles, Cultura General y Magisterio. De hecho, de Andéraz salieron las primeras maestras de la zona. En 1995 se realiza un consorcio educativo con los centros de Mater Dei y El Puy de Estella y, en septiembre de 2012, los internos que terminan Primaria en Andéraz pasan al internado del Puy para dar continuidad a sus estudios con el mismo régimen, tanto chicos como chicas, lo que convierte a la residencia de El Puy en mixta. Andéraz se mantiene como internado para niños y niñas de Primaria desde tercero hasta sexto. 

El Puy, el impulso de Améscoa 

En 1962 la Junta de Limitaciones de Améscoa solicita al arzobispado la posibilidad de que los alumnos del colegio de Améscoa continúen en El Puy (colegio inaugurado en 1959) sus estudios de Bachillerato -puesto que el centro de Zudaire no impartía este nivel-, así como la construcción de una residencia-internado que evitara el desplazamiento entre los valles y el colegio en Estella. Para ello, la Junta de Limitaciones vendió un lote de leña que permitió subvencionar la construcción de la primera planta del edificio de Obeki. En el primer curso de internado, el de 1963-64, la instalación contaba con una planta baja, una primera y una terraza donde hoy en día se ubica la segunda planta. Abajo estaban el comedor y la cocina y la primera planta se destinada a las habitaciones. 

Durante 25 años, las Améscoas subvencionaron el 80% del coste del internado a los alumnos que se desplazaban desde sus pueblos hasta El Puy. Vinieron años fuertes, de gran ocupación, alcanzando los 132 internos en el curso 1975-76, el 90% procedentes de la Merindad. Eran hijos de familias que podían invertir en la educación de sus hijos; y del Puy llegaron a salir los mejores académicos. En 2012, el internado, hasta entonces solo masculino, se convierte en mixto para acoger a las chicas de Bachillerato procedentes de Andéraz.

Con el florecimiento de los institutos en Navarra, los internados dejan de tener interés para los alumnos y las familias de la zona. Van perdiendo su cariz educativo para convertirse en social, dirigido a alumnos y familias con diferentes situaciones y necesidades. 

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