El calendario de Adviento tiene sus orígenes en el siglo XIX, en la Alemania luterana. Las familias marcaban los días del 1 al 24 de diciembre con una línea de tiza en la pared, o encendían velas para representar el paso del tiempo. En 1902, apareció el primer calendario impreso, diseñado por Gerhard Lang, un impresor alemán. Este diseño incluía pequeñas puertas que podían abrirse, revelando imágenes religiosas o versículos bíblicos.
Con el tiempo, el calendario se fue adaptando a nuevas audiencias. A mediados del siglo XX, comenzaron a incorporarse dulces y chocolates detrás de las ventanas, transformando este objeto en un símbolo tanto espiritual como lúdico.
En la actualidad
Hoy en día, los calendarios de Adviento son una industria en sí mismos. Aunque los tradicionales aún existen, las versiones modernas abarcan una variedad infinita de temas y contenidos. Existen calendarios con productos de belleza, juguetes coleccionables, infusiones de té, y hasta pequeñas botellas de vino o licor. Marcas internacionales han lanzado sus propios diseños, mientras que las versiones de lujo incluyen hasta artículos exclusivos de alto coste.
En el ámbito familiar, los calendarios hechos a mano mantienen su popularidad. Muchas familias los personalizan con mensajes, tareas solidarias o pequeñas sorpresas para fortalecer el sentido de comunidad y la generosidad que caracteriza el periodo navideño.
El simbolismo del Adviento
En la tradición cristiana, el Adviento es un tiempo de preparación y espera para celebrar el nacimiento de Jesús. El calendario es una forma tangible de vivir este tiempo, marcando cada día con un pequeño acto de reflexión o alegría. Aunque muchos de los calendarios modernos han dejado de lado el trasfondo religioso, el espíritu de anticipación sigue siendo un elemento clave.
Un ritual para todos
El calendario de Adviento ha demostrado ser un puente entre generaciones y culturas. Ya sea un simple calendario con chocolates o una extravagancia llena de lujos, su propósito sigue siendo el mismo: hacer que cada día del mes de diciembre sea especial, recordándonos el valor de la espera y el placer de los pequeños momentos.
En una época marcada por la prisa y el consumo, esta tradición invita al detenimiento, a disfrutar y contar los días con esperanza. La esencia del calendario de Adviento no reside tanto en lo que contiene, sino en la emoción que genera que cada día esté más cerca la Navidad.
Manos a la obra
Elaborar un calendario de Adviento con los niños es una actividad que combina creatividad, aprendizaje y diversión. También, una oportunidad para trasladarles el valor de la paciencia y la emoción de esperar la Navidad. Pasos:
1. Decide el diseño del calendario
Hay muchas formas de hacer un calendario de Adviento. Elige una que sea adecuada para la edad de los niños y los materiales a mano:
– Cajitas: Pequeñas cajas numeradas que se pueden apilar o colgar.
– Sobres: Cartas o bolsitas pegadas en un mural o cuerda.
– Rollos de papel higiénico: Decorados y agrupados en forma de árbol.
– Calcetines: Pequeñas medias navideñas colgadas en una cuerda con pinzas.
– Paneles de cartulina: Con bolsillos o sobres decorados.
2. Reúne los materiales necesarios. Asegúrate de tener todos los materiales antes de comenzar. Aquí una lista básica:
– Cartulina o papel decorativo.
– Tijeras y pegamento.
– Cinta, cuerda, o pinzas pequeñas.
– Marcadores, pintura o pegatinas para decorar.
– Números (pueden ser impresos, dibujados o comprados).
3. Decora junto con los niños. Esta es la parte más divertida.
– Pintar o colorear los números.
– Decorar con motivos navideños como árboles, estrellas o renos.
– Escribir mensajes o deseos en las tarjetas.
4. Llena las sorpresas. Decide qué habrá dentro de cada día del calendario. Puedes alternar entre:
– Pequeños regalos: Chocolates, dulces, pegatinas o pequeños juguetes.
– Actividades: Tareas creativas como “dibujar un árbol de Navidad” o “leer un cuento”.
– Actos de bondad: Instrucciones como “ayuda a alguien hoy”.
– Mensajes: Reflexiones o frases inspiradoras relacionadas con la Navidad.
5. Monta el calendario. Arma el calendario y colócalo en un lugar visible, como la pared, una puerta o la repisa. Esto generará emoción cada día al acercarse al calendario para abrir una nueva sorpresa.
6. Involucra a los niños diariamente. Cada mañana o al final del día, deja que los niños abran la sorpresa del día correspondiente. Esto les enseñará a esperar su turno, compartir y disfrutar pequeños momentos de felicidad.