
Desde San Jerónimo, los Reyes marcharon por la calle San Francisco Javier hasta la plaza de la Coronación para entrar a la plaza por las calles San Andrés y Baja Navarra. Era aquí donde se aglutinaba el mayor número de gente como público, para presenciar la entrada de los Magos de Oriente y ser testigos de la subida al quiosco. La llegada a la plaza de los Fueros fue más temprana que en otras ocasiones.
Pasaban las siete y media cuando Melchor, Gaspar y Baltasar desmontaban de sus caballos y se acercaban al quiosco para realizar la Adoración al Niño Jesús, del belén viviente. Aquí fueron recibidos también por las autoridades y por representantes de la sociedad Peñaguda, organizadora de la cabalgata desde su primera edición hace ya más de 50 años.
Los Reyes Melchor y Gaspar se dirigieron al público, primero en euskera y después en castellano, para desear a los niños una feliz noche. “Por las cartas sé que os habéis portado muy bien. Seguid haciéndolo”, decía Gaspar en relación con los regalos que repartirían entre los niños buenos en las próximas horas.
Tras un saludo a todo el público reunido y un aplauso en respuesta, los Reyes volvieron a sus caballos para retomar la cabalgata y completar el recorrido por la calle Calderería, la plaza de Santiago y el paseo de la Inmaculada hasta el ayuntamiento. Aquí recibieron a los niños que se acercaron con timidez, impresionados en muchas ocasiones y también llorando.
La cabalgata este año contó con la participación habitual de los colectivos culturales de la ciudad, como la banda de música y los grupos de baile Larraiza e Ibai Ega, a los que se sumaron en esta ocasión por vez primera el grupo Virgen del Puy y San Andrés. Novedad fue también la unificación temática de las cabalgatas escolares, con mayor participación que en años anteriores.
Santa Ana, Remontival y Mater Dei se ponían de acuerdo en la idea, culturas del mundo, y recrearon el ambiente de indios, chinos e hindús, respectivamente. Destacar el despliegue realizado por el colegio público que junto a la carroza preparó dos grandes dragones que aportaron vistosidad al evento en su discurrir por las calles.
Una tercera novedad fue el reparto en mano, uno por uno, de los balones que se dan a los niños. En lugar de lanzarlos desde los camiones durante el recorrido, se entregaron en el patio del colegio San Ana después de la cabalgata para evitar las disputas y garantizar que todo aquél que quisiera llevarse uno de recuerdo pudiera hacerlo.
La empresa local Unice, colaboradora habitual con la donación de balones, entregó este año 2.000 unidades. En cuanto a los caramelos, otros 2.000 kilos alfombraron las calles y llenaron los bolsillos de niños y mayores poniendo un sabor más dulce si cabe a uno de los acontecimientos más esperados del año en Estella y en el resto de los pueblos de la Merindad, que también tuvieron sus propias visitas de los Reyes Magos.
Título
CIFRA
2.000
balones repartidos
en mano
2.000
kilos de caramelos