
“Incertidumbre y sensación de que la gente va a esperar al último momento”. Así describe Víctor Larramendi Pomares, de Carnicería Javier, el ambiente que se respira en el establecimiento que regenta junto a Javier García Milton en la calle Mayor. “Tenemos gente que ya empieza a hacer pedidos pero, con el tema del Covid y el miedo a confinamientos en esta nueva ola, parece que mucha gente va a esperar al final”, explica.
Su sensación es muy diferente a la de la pasada temporada. “El año pasado estaba muy claro que no iba a haber celebraciones, pero este año está todo en el aire. La gente tiene miedo a tomar decisiones, están en el ‘si compro, si nos juntaremos…”.
A diez días de la Nochebuena -cuando se realizaba este reportaje-, explica Larramendi que la carnicería tendría ya muchos más pedidos en un año de normalidad. “Sin duda alguna, tendríamos ya el doble, de gente que quiere congelar. Otro tema es la inflación. El solomillo de ternera y el cordero se han puesto por las nubes, lo que no ayuda para comprar con previsión porque el precio no es ahora más bajo de lo que va a ser en víspera de las navidades, cuando se lo pueden llevar fresco”, dice. Desde el establecimiento recomiendan el consumo de otros productos que mantienen su precio, como la chuleta de ternera o el gorrín.
CONFIANZA EN LAS REUNIONES
Compañero de gremio, Javier Muguerza Rivero, de Muguerza Gourmet, no ve diferencias entre la presente campaña y la vivida el pasado año, cuando las reuniones familiares estuvieron limitadas, pero sí destaca cierta incertidumbre. “La gente no sabe aún si se va a juntar o no por la subida de la incidencia, pero están con ganas de Navidad, de reunirse y de consumir”.
De hecho, el número de pedidos a unos días vista de la Nochebuena es similar al de años anteriores. “La gente lo que más pide en estas fechas es solomillo, aves rellenas, gorrín y cordero. Quienes saben seguro que se van a juntar ya se están organizando”, explica.
En cuanto al sector de la pescadería, Marian Iriberri, de La Martina, uno de los establecimientos referentes en Estella, destaca una campaña similar a la de otros años, cuando la Navidad se vivía en completa normalidad sin tan siquiera imaginar lo que vendría. Explica que los pedidos están llegando como otros años. “No vemos diferencia. Vivimos la tónica habitual y los comentarios no son negativos. Pienso que la gente va a juntarse y va a consumir, aunque quizá el bolsillo no sea el mismo y, por supuesto, se tomen precauciones”, explica.
Iriberri aprecia, sin embargo, que el ambiente no es de completa normalidad en el interior de su establecimiento, con clientes que prefieren esperar en la calle, aunque el aforo sea del cien por cien. “Por lo demás, todo normal. Tenemos clientes que siempre se adelantan y hacen sus encargaos desde primeros de diciembre y los que esperan a última hora, sobre todo para la compra del marisco, que tiene que ser fresco”. La pescatera destaca el consumo de merluza, lubina salvaje, algo de besugo, langostinos, gambas y almejas como los productos más destacados en estas fechas.
SABOR AGRIDULCE
A nadie le amarga un dulce, mucho menos en Navidad, territorio de turrones, polvorones y mazapanes que ponen el broche de oro a las comidas y cenas navideñas. Las pastelerías de la ciudad arrancan la campaña en San Andrés cuando sus productos artesanos comienzan a llenar vitrinas y escaparates.
El pastelero Víctor Pascual Miranda, de Lizar Pastelería Gozotegia, es muy precavido respecto a su pronóstico para esta Navidad. De momento, la campaña va mucho más lenta que el pasado año, cuando, destaca, la gente consumió en el comercio local. “El año pasado la gente se quedó aquí e hizo gasto. Fue una buena Navidad, aunque por la trayectoria de mi establecimiento no pueda comparar mucho más con años anteriores. Esta campaña, sin embargo, la situación es diferente. Las ferias fueron muy malas y noto a la gente un poco perdida. La situación está cambiando de la noche a la mañana, las cifras de contagios son altas y la gente no sabe qué hacer. Se puede pero, ¿me junto o no me junto?”.
Explica Pascual que, aunque el suyo es un producto fresco, a la gente por lo general le gusta anticipar la compra de los dulces de Navidad. “La gente suele estar con ganas de consumir turrón, polvorones y mazapanes, pero este año parece que se está dejando para última hora. Como digo, confío en la última hora y en unas Navidades con cierta normalidad, aunque el ambiente es de estar a la expectativa”.
UN REGALO, SIEMPRE
Cenas y comidas especiales, con mayor o menor reunión de comensales y un final dulce, forman parte de la Navidad. Igualmente los regalos para familiares y seres queridos. Los más pequeños de la casa esperan sus paquetes de los Reyes Magos y de Olentzero debajo de sus pinos, y en este proceso mágico, las tiendas de juguetes son las grandes aliadas.
Zoraida Arbizu Urabayen, de la tienda Ekolore, regenta el establecimiento de la calle Mayor desde julio de 2020. Sus primeras navidades fueron las de la pandemia. Sin margen para comparar, asegura que la pasada campaña fue positiva para su negocio y percibió un cliente concienciado con el consumo en el comercio de la ciudad. “Esta creo que va a ser parecida, por lo que puedo ver hasta ahora. Sí es cierto que el año pasado se fomentó el chip de comprar en casa y que la gente se dio cuenta de la importancia del comercio local al cerrar bares y restaurantes. Esta Navidad ya no lo sé, ya no lo noto tanto, pero pienso que va a ser de normalidad en cuanto a compras”.
El sector de los juguetes, explica Arbizu, está marcado por las adquisiciones de última hora. “Hay gente más previsora y que hace sus compras en noviembre. También es cierto que los bonos comercio están siendo un acierto y se están adelantando compras, pero generalmente nuestras ventas se producen los días anteriores a las fechas señaladas”, valora.
Sensación de tranquilidad, sin que se hable tanto de la situación epidemiológica, sin las roturas de stock que se vaticinaban hace unos días y con un cliente dispuesto a regalar a los más pequeños de la casa. Así percibe la comerciante la situación esta campaña.
Javier Riezu, de la veterana Relojería Joyería Riezu, asegura estar notando días antes de la Navidad “cierta alegría”, motivada también por los bonos comercio “que están funcionado especialmente bien en estas fechas”. “El cliente está siendo más previsor porque lo normal es que espere a última hora”, explica. Riezu confiesa sin embargo, que las cifras de la pandemia hacen que el ánimo se haya venido últimamente un poco abajo. “La gente está a deseo de tener un detalle, de volver a la normalidad, de salir, de quedar y de vivir, pero está claro que influyen los datos”.
En su opinión, un detalle siempre anima. En su establecimiento, la venta de Smartwatch sube bastante, si bien la demanda en Navidad es muy variada, no tan específica como en otros momentos del año como, por ejemplo, las comuniones.
En definitiva, distintos matices, distintas percepciones y distintas experiencias en el comercio estellés, pero con un denominador común: el deseo de poder disfrutar las fechas más especiales del año.