PRIMER PLANO- RAMÓN ASTARRIAGA CORRES – HOSTELERO – “Yo no quería lamentarme en el sofá, quería echar una mano”

PRIMER PLANO- RAMÓN ASTARRIAGA CORRES – HOSTELERO – “Yo no quería lamentarme en el sofá, quería echar una mano”

El estellés y un grupo de voluntarios viajaron hasta la frontera de Rumanía con Ucrania en un autobús cargado de ayuda humanitaria y regresaron con catorce familias refugiadas

Cuando las imágenes de la invasión rusa en Ucrania acapararon las pantallas de la televisión y los titulares de los periódicos, el hostelero estellés Ramón Astarriaga Corres (14/11/68) pensó en la acción. Habitual de causas solidarias –actualmente colabora con Acoes Navarra en Honduras-, se resistió a quedarse en el sofá y engrasó la maquinaria de la solidaridad, impulsando una iniciativa particular que implicó a un grupo de voluntarios de Tierra Estella y a la ciudadanía en su conjunto.

En tan sólo tres días se recogieron ocho toneladas de ayuda humanitaria que Astarriaga y varios voluntarios transportaron en autobús hasta la frontera de Rumanía con Ucrania. De vuelta, varias familias dejaron atrás el peligro de la guerra para llegar a Pamplona y a Estella. Astarriaga vela ahora por la acogida de los refugiados en la Merindad y colabora en todo lo que puede con las ONGs dedicadas a la acogida.

¿Cómo surge la idea de ir en autobús a la frontera con Ucrania?
Un día, sin más, aquí en la barra del bar se me ocurrió la idea junto con un chico rumano, Marius. Él tiene mucha afinidad con los ucranianos y hablando le dije: “¿qué te parece si cogemos un autobús?” “¿En serio?”, me respondió. “Venga, lo movemos”. Y así empezó todo. Desde un principio la idea era llenarlo de comida y material y traerlo con gente que salía del país.

Nos juntamos la empresa de autocares Gurbindo, la médico pediatra Blanca Martínez, José Antonio Ezcurdia, Jon Ibáñez, que es taxista de Villatuerta, mi hermano Jesús, Javier Albizu y Denis, traductor ucraniano de Pamplona, y nos pusimos a ello.

¿Sorprendidos con la respuesta de la gente?
Ha sido exagerado, una locura. El bar se nos llenó de bolsas y cajas de ropa, de calzado, de comida. Tuvimos que pedir un local aquí al lado a un vecino para que nos dejara guardar las cosas porque veíamos la avalancha que nos venía. Al tercer día de iniciar la recogida tuvimos que decir que ya no se podía más. Hubo que derivar a Remontival, que estaban empezando a recoger cosas, a Foto Lizarra, y a San Miguel, en Cordeleros, donde también había una bajera.

La ayuda económica fue imprescindible, porque el autobús valía mucho dinero, y la gente colaboró un montón. Los vecinos y el comercio también una barbaridad, con ropa y calzado. En las farmacias se recogió ropa y medicamentos. Ha sido algo exagerado.

Queda claro que Tierra Estella es solidaria.
La gente de aquí es muy solidaria, no me lo esperaba tanto. Como digo, nos hemos visto desbordados. También se han apuntado muchas personas como familias de acogida, aunque todas no han podido ser. Se les ha ido llamando y había que cumplir ciertos requisitos lógicos: contar con espacios donde las familias puedan tener cierta independencia y también está la cuestión económica porque una familia acogida, sobre todo con niños, supone unos gastos.

Hay que ser muy responsables y dedicar tiempo porque incluso la familia que acoge se encarga de los trámites de la documentación y de todo lo demás. Yo estoy siguiendo este tema con el apoyo de la ONG Segunda Familia, que me ha ayudado a la hora de llegar a Estella y de hacer el reparto de las familias.

¿Ha sido todo más sencillo o más complicado de lo que os esperabais en un principio?
Viendo cómo estaba todo, sabía que la gente iba a responder. La gente se sensibiliza mucho, el conflicto ha captado la atención desde los primeros días y todos nos echamos las manos a la cabeza. Yo dije, a ver, qué hacemos con lamentarnos en el sofá, yo no quería eso, yo quería echar una mano, y como ya estoy acostumbrado, por mi labor de voluntariado en Honduras, pues lo hice. Esto es distinto porque en Honduras trabajo en poblados con familias muy pobres, se trata de darles de comer y de estar con niños en escuelas muy pequeñitas. Es otra labor, pero cuando estás en el mundo del
voluntariado, te prestas voluntario a lo que sea y das a cambio de nada.

¿Qué os encontrasteis en la frontera?
Las imágenes ya las habíamos visto por televisión pero nos sorprendió el goteo continuo de gente que cruza la frontera, sobre todo mujeres con niños y algún abuelo. Familias que igual llevan ocho días andando. Ahora ya, con el paso de los días, y con el ataque a Mariupol, Rumanía es una frontera mucho más transitada.

¿Cómo se decidió qué personas viajarían con vosotros a Navarra? ¿Se conocen entre ellos, proceden de la misma zona?
De esto se encargó la ONG Alas de Ucrania. Nosotros solo recogimos a las personas y la verdad es que no sabemos de qué zona son. Llegaron a la frontera porque sabían que iba a haber transporte para España. El grupo lo integraban catorce familias con 27 niños, una parte ya se quedaron en Pamplona, y hasta Estella llegaron unas ocho familias. Cinco personas quieren ir ahora a Barcelona porque allí les esperan familiares.

¿Cómo se encuentran?
Alguna familia ya tiene familia de acogida, pero desde que llegaron han estado acogidas en el albergue de Anfas. Yo voy todos los días un rato allí y también hay voluntarios que les ayudan y les acompañan a dar paseos por Estella. Querían ir a la piscina, al mercado, a Los Llanos. En cuanto a los niños mayores, atienden las clases online que imparten sus colegios desde Ucrania.

Las mujeres están sin marido o sin hijos y es muy difícil para ellas. Continuamente llaman a los maridos que están en la guerra, disparando. Tienen mucha ansiedad. Ellas lo que quieren es trabajar a toda costa, no estar viviendo de las ayudas sociales y solo piensan en volver cuanto antes.

¿Tú cómo te sientes?
Estoy bien. Estoy feliz de poder hacer algo.

Las Administraciones han llegado a desaconsejar iniciativas particulares como la vuestra, ¿qué piensas de ello?
No opino. No quiero opinar.

Momentos del viaje

Imágenes cedidas por el grupo que organizó el viaje humanitario hasta la frontera de Rumanía con Ucrania. Arriba, momento en el que voluntarios cargan el autobús con alimentos y material recogido en colecta. En medio, los hermanos Ramón e Iñaki Astarriaga, delante de la frontera de Rumanía. Debajo, el equipo de voluntarios que cruzó Europa para dejar alimentos y regresar con personas refugiadas que huían de la guerra.


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