¿Qué es la gordofobia?
Es la discriminación que sufrimos las personas gordas por el hecho de ser gordas, una discriminación estructural y sistémica que opera de manera automatizada y naturalizada en la sociedad; es decir, la tenemos totalmente integrada y forma parte de todos los espacios de la vida social, lo que significa que las personas gordas sufrimos discriminación 24 horas al día 7 días a la semana en todos los aspectos de nuestras vidas.
¿El término es nuevo pero la realidad, veterana?
Sí, las personas gordas llevamos muchos años sufriendo esta discriminación, lo que pasa es que la vergüenza, la culpa que nos impone la propia gordofobia ha hecho que guardemos mucho silencio. Cuando hablamos de esto, las personas gordas sabemos que no es algo nuevo, nosotros sabemos los que hemos sufrido, pero para las personas delgadas que se hable de esto sí que es nuevo.
¿La gordofobia es un problema que se va superando o está en crecimiento?
Creo que estamos en un momento de polaridad. Pienso que crecen tanto la gordofobia como la resistencia a la gordofobia. Cuando empezamos un grupo de gente a movernos en 2011 con este tema, se hablaba tan poco que no había un discurso gordofóbico tan gordo-odiante, tan fuerte como, a mi manera de ver, lo hay ahora. Cada vez más, se está rearmando la gordofobia; por ejemplo, los médicos que lo son se muestran cada vez más gordofóbicos.
Por otro lado, en 2012 la palabra gordofobia no era ni conocida y, sin embargo, ahora estoy dando charlas para ayuntamientos. Ha crecido el activismo, estamos empezando a hablar, estamos denunciando la discriminación que hemos sufrido, por lo tanto, también se está visibilizando.
¿Hasta qué punto las redes sociales contribuyen a alimentar la gordofobia?
Las redes sociales tienen filtros que te adelgazan la cara, te adelgazan el cuerpo, hay programas y aplicaciones para que un físico se ajuste mejor al canon estético. También, a través de las redes, las activistas en gordofobia recibimos mucho odio, discriminación y acoso por hablar de este tema.
Por otro lado, las redes sociales nos han dado espacio para la lucha porque al principio fueron una oportunidad y, desde el anonimato, nos permitía denunciar; ahora estamos más expuestas. También las Redes Sociales nos han permitido a muchas gordas ponernos en contacto, generar redes y cuidarnos.
¿Qué dice la sociedad de la gente gorda?
La sociedad tiene una serie de prejuicios morales en torno a los cuerpos gordos, como que somos personas glotonas, desmesuradas, desentrenadas, vagas, perezosas, insanas, que comemos mal… Obviamente son una serie de estereotipos porque las personas gordas somos igual de diversas que las personas delgadas, hay gente delgada que come bollería y otra que no, gente delgada que hace deporte y gente delgada que no hace deporte y con la gente gorda pasa lo mismo. Todo esto proviene de mitos que hay en torno a la gordura, la creencia de que la gente gorda es gorda solo porque come mal o no hace deporte cuando la gordura, igual que la delgadez, es compleja y multifactorial.
¿Qué puede hacer el individuo para romper todos estos clichés?
Creo que cuando una persona escucha un chiste gordofóbico y dice “ey, eso es gordofóbico, no lo hagas”, hace activismo contra la gordofobia. Frenar la gordofobia tiene que estar en la cotidianeidad porque las personas gordas encontramos que en nuestra familia hay gordofobia, y en nuestro trabajo y en el centro educativo.
Se pueden frenar los chistes, dejar de comentar los cuerpos de la gente, podemos dejar de hablar de dietas y podemos hablar de salud integral más allá del peso, hacer apología y fomentar el respeto a la diversidad corporal. Y se debe hablar de gordofobia igual que de otra discriminación.
¿Qué importancia tiene llevar este mensaje a las nuevas generaciones?
Me gusta mucho trabajar con adolescentes porque suscitan esperanza. Creo que están en un momento en el que reciben mucha información y eso puede ser muy movilizante. Me encuentro con chicas adolescentes que han escuchado ya hablar de gordofobia y otras discriminaciones y tienen estos conceptos integrados, cuando yo a su edad no los tenía.
A pesar de ser un segmento de la población bien informado, el bullying es una realidad. ¿Cómo se explica?
Para mí el bullying está mal abordado. A veces se habla de él como si fuera algo que surge porque “es que los niños son muy crueles”. El aula es un micromundo y las infancias y las adolescencias reproducen lo que se aprende fuera. Y el bullying es racista, es machista, es gordofóbico, es transfóbico. Si no se trabaja contra las diferentes discriminaciones, el bullying seguirá existiendo porque es el ataque contra el oprimido, el diferente, el menos que tú. A veces en las aulas se dice gordo o gorda y el profesorado piensa que son cosas de críos porque no sabe lo que es la gordofobia.
¿Existe una relación entre la mujer gorda y la violencia de género?
Esther Pineda, socióloga, decía que la violencia estética es una cuestión de violencia de género. Esa presión que hay sobre las mujeres, incluso específicamente gordofóbica contra las personas gordas, o específicamente racista contra las mujeres racializadas, hay que tenerla en cuenta también a la hora de abordar la violencia de género.
Te has convertido en un referente en este tema, ¿cómo decides un día especializarte y abordarlo directamente?
Yo estaba en 2011 en el 15 M en Tenerife, metida en los feminismos, y me di cuenta de que hablábamos de muchas discriminaciones pero nunca se hablaba de las personas gordas. Comentando con un amigo gordo, Carlos Aguado, con quien luego creamos esto de la gordofobia, nos pusimos a investigar. Encontramos textos en inglés que hablaban de ‘fatphobia’, los tradujimos al español y contribuimos a popularizar la palabra y el movimiento en el estado español.
Además, era un tema que me atravesaba por completo, me sentí identificada. Para mí supuso un cambio, le di la vuelta: no soy yo la que tiene la culpa, sino la sociedad la que tiene un problema conmigo. Y significó dejar de machacarme a mí misma y a mi cuerpo para intentar cambiar la sociedad.