Iker Ausejo explica en la siguiente entrevista que siempre ha tenido clara su vocación investigadora, trabajo que en el día a día puede llegar a ser frustrante por el lento avance hacia resultados, pero sin perder nunca la esperanza en la consecución de una cura que salve vidas.
La dedicación le ha otorgado varios reconocimientos en el último año: como el Premio al Mejor Trabajo en Farmacología desde el 2021, de la Fundación Doctor Antoni Esteve, y el premio Gética, del Grupo de Terapias Inmunológicas del Cáncer, por el mejor artículo científico. Además, junto a la jefa de su equipo en el CIMA, la Dra. Marta Alonso, Ausejo está nominado al premio Vanguardia de la Ciencia 2024 del diario La Vanguardia.
La divulgación forma parte de la profesión para hacer accesible la ciencia a la población general. Por ello, el miércoles 30 de octubre de noviembre Iker Ausejo ofrece una conferencia sobre la búsqueda de tratamientos para el cáncer infantil en el centro de reunión del club de jubilados Ega, en Estella-Lizarra.
Has sido recientemente premiado y otros reconocimientos están por llegar, ¿qué suponen para ti?
A nivel personal, estos premios dan mucha visibilidad. Acabo de terminar el doctorado, por lo que estoy en un periodo en el que darme a conocer y el reconocimiento son muy importantes. Para el laboratorio, también, porque a los premios acompaña la repercusión y ayudan para recibir más inversión.
Por otro lado, los premios y los reconocimientos son una recompensa a tanta dedicación. Este proyecto ha sido mi trabajo durante los cinco últimos años, si bien la directora del proyecto, la Dra. Marta Alonso, lleva quince años implicada en diferentes proyectos que han empezado a dar sus frutos en los últimos años.
¿En qué consiste vuestra investigación?
Trabajamos en el glioma difuso de línea media, un tumor que aparece en edad infantil; es decir, que afecta a niños, lo cual aporta un componente emocional muy grande. Y no tiene cura.
Este tipo de tumor aparece en la zona de la línea media del cerebro, principalmente en el puente del encéfalo. Esta región del cerebro es fundamental para el correcto funcionamiento de lo más básico del cuerpo humano como es el movimiento, la respiración o el latido del corazón. Por ello, los primeros síntomas son alteraciones en el movimiento de la cara, problemas al tragar y falta de fuerza en brazos o piernas. Tras estos primeros síntomas, los niños empeoran sufriendo dificultad para caminar, para hablar, perdida de equilibrio y visión doble, falleciendo apenas nueve meses después de ser diagnosticados.
Se han buscado distintos tratamientos, pero la situación no ha cambiado en los últimos 20 años. Lo único que existe es la radioterapia, únicamente paliativa, que puede alargar un par de meses la vida. Es una necesidad encontrar algo que pueda funcionar.
Ocurre que los tumores infantiles se consideran enfermedad rara porque el número de casos por año es muy bajo dado que en el mundo hay menos personas en edad infantil que en edad adulta. Cabe destacar que actualmente los tumores cerebrales son el tipo de cáncer más diagnosticados durante la edad infantil y la principal causa de muerte por cáncer durante la infancia.
Nuestro equipo en el CIMA ha descrito por primera vez una molécula muy expresada en estos tumores de los niños. Este descubrimiento ha sido posible gracias a una colaboración con la Universidad de Harvard y otras universidades de Estados Unidos, ya que nos han proporcionado un número elevado de muestras de paciente de las cuales nosotros no disponíamos.
Tras este descubrimiento, hemos probado un nuevo fármaco contra esta molécula en modelos preclínicos y hemos visto que alarga la supervivencia y obtiene un 50% de supervivientes libres de enfermedad. Se trata de los mejores resultados pre clínicos obtenidos nunca en esta enfermedad. Estos datos justifican el diseño de un ensayo clínico el cual esperamos se pueda lanzar dentro de poco en niños.
“Los tumores cerebrales son el tipo de cáncer más diagnosticado durante la edad infantil y la principal causa de muerte por cáncer durante la infancia”
¿En qué momento estáis ahora mismo?
Ahora mismo tenemos la justificación para lanzar un ensayo Fase 1. Estamos centrados con el trabajo burocrático que conlleva. Además, seguimos trabajando en el laboratorio para mejorar aún más este tratamiento buscando combinaciones y sinergias con otros fármacos.
¿Qué incidencia tiene este tipo de cáncer infantil en España y en el mundo?
Se dan unos 50 casos en España al año, 600 al año entre Europa y Estados Unidos. Es un cáncer que puede aparecer en toda la edad pediátrica, hasta los 18 años, pero tiene dos picos especialmente importantes, uno a los 7 años y otra incidencia, más pequeña, sobre los 18. Estos picos están relacionados con periodos de desarrollo muy grande del cerebro y sus conexiones, y, por tanto, son momentos en los que puede ocurrir un error en este desarrollo que dé lugar a estos tumores.
¿Qué apoyo recibe hoy en día la investigación en cáncer infantil?
La financiación en España en cáncer infantil es prácticamente nula. Nos nutrimos de asociaciones de pacientes que consiguen dinero y nos apoyan muchísimo, pero en un laboratorio grande se necesita financiación muy grande. Principalmente nuestra mayor fuente de financiación son las convocatorias competitivas, que se solicitan y se otorgan al mejor proyecto. En los últimos años nos ha ido muy bien y estamos posicionados arriba.
Estos cinco últimos años nos hemos financiado principalmente de un proyecto del Consejo Europeo de Investigación, que nos ha aportado 2,5 millones de euros. Nuestro equipo trabaja ahora mismo en más de diez fármacos diferentes que puedan curar el glioma difuso de línea media y otros tumores infantiles, y los hacemos frente con las financiaciones que obtenemos de diferentes convocatorias de proyectos competitivos.
¿Cómo es el trabajo de un investigador? ¿Cómo es tu día a día?
Nuestro trabajo básicamente consiste en generarnos preguntas e intentar responderlas. La primera pregunta es ¿cómo curar? Día a día vamos resolviendo las preguntas y generando nuevas. La parte experimental a veces es frustrante. Se utilizan técnicas muy innovadoras las cuales hay que poner a punto en el laboratorio con el desgaste que ello conlleva. En mi caso, durante seis meses he estado poniendo a punto una nueva técnica para poder hacer un experimento y obtener la respuesta. A la gente que llega nueva al laboratorio siempre les decimos que lo más importante es que la respuesta a una pregunta te genere aún más preguntas.
El trabajo de investigador requiere mucho estudio, estudiamos qué se hace en el resto del mundo, asistimos a congresos donde se comparte resultados e ideas, siempre hay que estar al día de lo que es lo último en tu campo de investigación. Actualmente, la divulgación también es muy importante, transmitir a la población, a la gente de a pie, los conocimientos y los avances para involucrarlos en el problema. Porque en temas de salud, los problemas nos afectan a todos. Además, como se dice últimamente en el ‘argot’, lo que no se comparte no se ha hecho y, si no lo compartes, muchas veces pierde importancia.
“Hemos probado un fármaco en modelos preclínicos y hemos visto que alarga la supervivencia y obtiene un 50% de supervivientes libres de enfermedad. Estos datos justifican el diseño de un ensayo clínico que esperamos se pueda lanzar dentro de poco en niños”
¿Qué tiempos medios, si se puede hablar así, puede haber desde que se inicia una investigación hasta que se consigue un tratamiento?
Tener resultados para justificar un ensayo clínico puede suponer cinco o seis años, si todo ha ido bien. Los ensayos clínicos tienen diferentes fases. La Fase 1 estudia que el fármaco sea seguro en un número pequeño de pacientes. En la Fase 2 se vuelve a probar su seguridad y si el cáncer responde a ese tratamiento en un número mayor de personas, y en la fase 3 se prueba si la eficacia mejora al tratamiento estándar. Si tiene un efecto terapéutico real lo aprueban las agencias estatales del medicamento y, en teoría, estaría disponible en cualquier hospital para pacientes que los soliciten. Los ensayos clínicos para aprobar un nuevo tratamiento pueden alargarse durante más de diez años, pero para nosotros lo importante es llegar al ensayo en Fase 1 porque ya hay oportunidad de que algunos pacientes pueden ser tratados.
¿Es un trabajo más esperanzador que frustrante, o viceversa?
Es un trabajo frustrante y estresante. Pero siempre tienes la esperanza de que algún día obtendremos resultados que puedan ayudar a alguien. Nuestro motor son las familias y los pacientes que depositan su confianza en nosotros. Pero en cuanto a tiempos y a financiación, la investigación es un trabajo muy estresante.
“La financiación en España en cáncer infantil es prácticamente nula. Nos nutrimos de asociaciones de pacientes y, principalmente, de convocatorias competitivas”
¿Qué te motivó a dedicar tu carrera a la investigación de tratamientos para tumores infantiles?
Desde pequeño me ha gustado la investigación en general. En ESO y Bachillerato me gustaba tanto la investigación a nivel animal como la más molecular, la biomédica. Por esta razón opté por Biología. En la carrera me di cuenta de que me interesaba más la biomédica y, por eso, al terminar, realicé un máster en la especialidad de Biomedicina y Biología molecular.
Desde el inicio de la carrera tenía claro que quería investigar algo relacionado con el cerebro, y tras el máster vi que la Dra. Marta Alonso tenía una oferta de investigación pre doctoral y me gustó. Decidí quedarme con el cerebro y meterme en el campo del cáncer, que es un reto brutal.
¿La Inteligencia Artificial impacta ya en el desarrollo de nuevos tratamientos? Como persona joven que eres, ¿cómo crees que puede ser el desarrollo en este campo a lo largo de tu carrera?
De momento nosotros no utilizamos IA, pero hay grupos en el CIMA que sí lo hacen. En términos generales, se está haciendo mucho con IA en el campo de la investigación, sobre todo se está utilizando para el análisis de datos clínicos. También se está empleando para intentar predecir qué fármacos pueden funcionar en un tipo de cáncer y poder probarlos en esos tumores, pero en el fondo esto sigue siendo análisis de datos.
¿Tienes un objetivo de carrera?
Seguir investigando. Como siempre decimos en el laboratorio, el objetivo de nuestra carrera es que el día que como profesionales dejemos la ciencia hayamos sido capaces de curar a un niño con esta enfermedad. Y éste será mi trabajo en los próximos años, aportar todo lo posible para que alguien en el mundo pueda curar, aunque sólo sea a un niño con este tumor gracias al granito de arena que aporte nuestro equipo de investigación.
La gente de la zona va a tener la oportunidad de escucharte en una conferencia que vas a ofrecer dentro de unos días en Estella. ¿Invitas a la gente a acudir?
¡Por supuesto! Creo que la investigación médica es un tema interesante para todo el mundo. Por nuestra parte, cada vez hacemos más divulgación para que sea más fácil para la población en general acceder a lo que se está haciendo en este campo y que, además, les resulte fácil entenderlo. Crecen las iniciativas divulgativas, un buen ejemplo es la iniciativa ‘Pint of Science’ en Pamplona, donde bares organizan eventos científicos en torno a una cerveza para hacer la ciencia más accesible. Ofrecer en Estella una conferencia sobre mi trabajo es algo que me hace mucha ilusión e invito a la gente porque merece la pena.
Votación popular
El equipo del CIMA del que Iker Ausejo forma parte ha sido nominado finalista al premio Vanguardia de la Ciencia en España 2024, convocado por el diario La Vanguardia. El fallo se resuelve por votación popular. “Animamos a la gente a que conozca nuestro trabajo. Para nosotros sería un auténtico privilegio ganarlo y posicionar la investigación contra el cáncer infantil en el marco de la opinión pública, con la visibilidad que esto conlleva”, explica Iker Ausejo, que presenta la candidatura junto a la Dra. Marta Alonso.