PRIMER PLANO – Cristina Zudaire y Paula Rifaterra – Trabajadoras del Servicio Social de Base de Ancín-Améscoa

PRIMER PLANO – Cristina Zudaire y Paula Rifaterra – Trabajadoras del Servicio Social de Base de Ancín-Améscoa

La coordinadora del proyecto y la técnica comunitaria exponen el programa ‘Red de Mayores’, que activa mecanismos de ayuda y crea conciencia social en las 50 localidades de la Mancomunidad de Servicios Sociales de la zona

La Mancomunidad de Servicios Sociales de Base de la zona de Ancín-Améscoa pone en práctica una Red de Mayores, un programa con acciones concretas encaminadas a romper el aislamiento de muchas personas en los pueblos pequeños con la colaboración de los diferentes agentes comunitarios, incluidos los vecinos. La coordinadora del proyecto Cristina Zudaire Landa, natural de Zufía, y la técnica comunitaria, Paula Rifaterra Santamaría, vecina de Estella, se refieren a la importancia de crear conciencia social y de atención en el entorno rural para contribuir a tejer una comunidad mucho más unida, saludable, de bienestar y más amable en la que vivir.

CRISTINA ZUDAIRE LANDA: “Queremos normalizar que se cuente con los servicios sociales, siempre desde el respeto”

PAULA RIFATERRA SANTAMARÍA: “Mayor problema que la soledad es el aislamiento de las relaciones personales”

¿Qué es la Red de Mayores de la Mancomunidad de Servicios Sociales de Ancín-Améscoa?
Paula Rifaterra. Es una herramienta para mejorar la calidad de vida, el bienestar de las personas y detectar posibles situaciones de vulnerabilidad y de soledad. Configuramos una red de apoyo que coordinamos desde el Servicio Social, y en la que participan activamente otros agentes imprescindibles, sobre todo el centro de salud, los ayuntamientos y concejos, las asociaciones y la comunidad.

Cristina Zudaire. Ahora le ponemos un nombre y una figura de coordinación, pero la red de mayores es algo que lleva funcionando a lo largo de los años de manera informal. Lo que buscamos en el entorno rural, y en lo que trabajamos, es en el cuidado, en la atención y en el apoyo a las personas mayores. Tenemos una población mayormente envejecida, el 30% de la población es mayor de 65 años.

Paula Rifaterra. Por lo tanto, la red nos brinda una oportunidad para detectar situaciones de vulnerabilidad y soledad que a veces se nos escapan, que no nos llegan. Necesitamos de la ayuda comunitaria para poder intervenir y brindar atención e información.

Entiendo que no es fácil trabajar con una población tan dispersa.
C.Z. Somos cincuenta poblaciones y, aunque pequeñitas, a veces no llegamos a todo el mundo. Por eso la importancia de crear la red y de generar conciencia de ayuda. Ejemplos del trabajo en red son la labor de las trabajadoras familiares que van a un domicilio, las personas les cuentan y luego coordinan con nosotros posibles necesidades; o la farmacéutica, que conoce a la persona y traslada alguna cuestión que le llama la atención al centro de salud, y luego nos llega aquí, al Servicio Social de Base.

¿De qué otras maneras se desarrolla el trabajo de la Red?
P.R. Mediante reuniones periódicas que mantenemos con el centro de salud para intercambiar información, cuando nos juntamos de forma informal con Ayuntamientos y Concejos, y preguntamos por los vecinos, y en el trabajo con las asociaciones que son en su mayoría de personas mayores. Con estas reuniones y contactos detectamos situaciones de vulnerabilidad. También promovemos dentro del programa de la Red de Mayores otras acciones que faciliten la detección de necesidades.

¿Cuáles son esas acciones?
P.R. Tenemos siete espacios activos en la zona, espacios de encuentro y socialización en los que las personas mayores se juntan una vez por semana para desarrollar, por ejemplo, talleres de memoria u otras cuestiones que promueven el envejecimiento activo. Quienes no estén arropados ya por una red de familiares, amigos o vecinos, pueden disfrutar de esa ayuda y sentirse apoyados. El proyecto de Red de Mayores aspira a crear una zona más amable en la que vivir.

C.Z. Sin estos espacios, la mayoría no se relacionaba, y mucho menos con otras personas del valle. Un día a la semana durante una hora y media hablan, se ríen, conversan y ­realizan alguna actividad.
P.R. Otra acción consiste en potenciar y consolidar una red de voluntariado de apoyo mutuo para cuestiones del día a día, como compartir transporte o cuidar de las personas dependientes en un momento puntual, y que esta posibilidad llegue a todas las personas de la zona que lo necesiten.

C.Z. En el entorno rural existe conciencia, pero a veces no nos llegaban las necesidades de la gente. “¿Cómo me voy a mater?” Queremos normalizar que se pueda contar con los servicios sociales, siempre desde el respeto.

P.R. Por otro lado, todo esto se va a materializar en una campaña de visibilización y sensibilización hacia las personas mayores en la que queremos involucrar a ayuntamientos, centro de salud, farmacias, bares, supermercados, asociaciones de mayores y asociaciones comunitarias creando diferentes espacios de discusión con charlas y talleres y dando a conocer el protocolo a seguir en caso de detectar una situación tanto de vulnerabilidad como de desprotección o de soledad.

¿Cómo es este protocolo?
P.R. Las personas que detecten una situación de vulnerabilidad, desprotección o soledad de alguna persona mayor de la zona tienen a disposición el teléfono del Servicio Social de Base, 948534225, de 8 a 15 horas, donde serán atendidas por cualquiera de las personas profesionales que coja la llamada y que registrará la información en la base de datos de la Red de Mayores. Nosotras nos reunimos todas las semanas para comentar las incidencias notificadas y valorar de qué manera se puede intervenir.

C.Z. En ocasiones puede ser poniéndonos en contacto con el centro de salud, acudiendo al domicilio o hablando con familiares. En ocasiones puede ocurrir que tengamos que actuar de urgencia. Creemos que se debe normalizar el traslado de una situación a los servicios sociales, antes de que exista una verdadera necesidad.
¿Preocupa el envejecimiento en los pueblos?
C.Z. Preocupa el envejecimiento, pero sobre todo la despoblación. En un pueblo no tienes los recursos de la ciudad y desde el Servicio Social preocupa el envejecimiento de los pueblos y cómo ofrecer una mejor calidad de vida para las personas mayores.
P.R. Ocurre también que en los pueblos hay casas tremendas que no están acondicionadas, que tienen mucha escalera, que tienen que hacer fuego, o funcionan con butano, o baños con bañera.

¿Y la soledad?
C.Z. Para una persona mayor estar sola, sola para todo, es muy difícil y afecta al deterioro cognitivo.
P.R. De ahí potenciar las redes para que los pueblos estén vivos, las casas comunicadas entre sí y que las personas no se sientan aisladas. Porque mayor problema que la soledad es quizá el aislamiento de las relaciones personales. La actividad social ayuda a un envejecimiento activo, a nivel emocional, social cognitivo y físico.

¿Qué necesidades reales detectáis que tienen las personas mayores en la zona?
C.Z. Las actividades básicas de la vida diaria: levantarte, asearte, preparar la comida. Si a cualquiera le cuesta, a una persona sola y mayor le cuesta mucho más. El Servicio de Atención Domiciliaria, que desarrollan en la zona seis trabajadoras familiares, llega de media a 80 domicilios al año. A veces cuesta entrar, te dicen “yo puedo sola”, pero cuando las compañeras acuden y lo hacen habitualmente, el apoyo ya no es tanto la limpieza doméstica como la conversación y el acompañamiento durante esa hora o dos horas semanales.

¿Es más difícil el envejecimiento en la zona rural que en una ciudad?
C.Z. Ocurre que en las zonas rurales apenas hay posibilidad de acceder a los recursos. En Estella, en la ciudad, hay más facilidad, más opciones. Aunque es verdad que ahora en Ancín-Améscoa estamos pendientes de la apertura de un centro de día en Acedo. Por otro lado, el envejecimiento en una población pequeña también tiene otras ventajas, como ir a la huerta o tener animales, actividades que favorecen la autonomía y la actividad de las personas mayores que se sienten más ocupadas.

¿El futuro pasa por más infraestructuras y servicios en las zonas rurales?
C.Z. Vamos a ver cómo funciona el centro de día que se abre en breve en Mendaza. Es un gran aporte y también una apuesta. Igualmente habrá que trabajarlo, hay que informar sobre él. También veo mucha diferencia entre generaciones, entre las personas recientemente jubiladas y otras más mayores, de 90 años, con una mentalidad diferente. Y lógicamente, con necesidades muy diferentes.

¿El proyecto ‘Red de Mayores’ es algo propio de Ancín-Améscoa o se realiza en otros lugares?
C.Z. La Red de Mayores en Pamplona lleva tiempo, si bien es cierto que este año el departamento de Derechos Sociales lo ha incluido en una de las subvenciones que promueven el envejecimiento activo.

P.R. Nos parece interesante trabajar de manera coordinada y lo vemos especialmente necesario en nuestra zona por sus características específicas: una gran dispersión y una carencia de transporte muy grande.

Un equipo de once profesionales

 

El equipo de Servicios Sociales de Base de la zona Ancín-Améscoa lo integran once personas: seis trabajadoras familiares, dos trabajadoras sociales, una educadora, una técnica comunitaria y una administrativa.

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