¿Cómo llegó a desempeñar este oficio?
La vida da muchas vueltas, de joven nunca hubiera pensado dedicarme a esto. Como a todas las personas me daba un poco de ‘miedo’. Tenía un amigo de Lesaka que era responsable de una funeraria y yo le ayudaba de vez en cuando. Después, esta persona vendió su empresa al Grupo Irache y me dijo a ver si quería trabajar en la funeraria. En la empresa donde yo trabajaba hubo una reestructuración y aproveché ese momento para comenzar con este oficio.
¿Qué te aporta ser enterrador?
Yo creo que se aprenden muchas cosas. Empatizas con las personas. Te sensibilizas con ellas en el duelo. A mí ahora mi oficio me apasiona. Poco a poco te acostumbras y lo ves de manera más natural, lo que no quiere decir que dejes de sensibilizarte con el tema. Ver a sufrir a una persona es duro, la muerte nunca viene bien a nadie.
¿Cómo es el trabajo diario en el cementerio?
Un día normal comienza a las 9 de la mañana. Solemos realizar tareas de mantenimiento y, en caso de que haya inhumación, preparamos panteones de tierra o bodega o los nichos o la incineradora, según cada caso. También charlamos con las personas que visitan el cementerio, algo que enriquece.
¿Cómo crees que ha evolucionado el oficio a lo largo de la historia?
El oficio de enterrador se ha dignificado mucho. Antiguamente, muchos enterradores eran personas insociables, con problemas, y realizaban el trabajo que nadie quería hacer, sobre todo en las ciudades. Ahora estamos más reconocidos institucionalmente. En cuanto a las tareas lo más destacado es la ayuda de la retroexcavadora para las fosas. A mano es un enorme trabajo. Es muy duro. Y el hecho de tapar el agujero en un entierro, para nosotros es una gran presión, ya que quieres acabar cuanto antes y notas la mirada de todos los de alrededor.
“Ver sufrir a una persona es duro. La muerte nunca viene bien a nadie”
¿Cuáles son los motivos por los cuales cada vez se realizan más incineraciones?
Cuando un ser querido se muere, generalmente las personas quieren acabar cuanto antes con el proceso. La cremación ofrece un protocolo más rápido. También es verdad que es mucho más limpio y después no da trabajo.
¿Hacia dónde evoluciona el oficio?
Se va a incinerar cada vez más y el oficio de enterrador va a desaparecer, las funerarias serán las que entierren. El enterrador cercano de cementerio se está perdiendo. El oficio se va a impersonalizar totalmente.
¿Qué es lo más duro de este trabajo?
Lo más duro de este trabajo es el sufrimiento de las personas y las expresiones de los que están sufriendo por su ser querido. También te das cuenta de lo que es la vida. Me impactó mucho cuando levantamos el cementerio de Villatuerta y nadie sabía quiénes eran más de la mitad de los que yacían allá. Con lo cual, te das cuenta de que llegará un día en el que nadie sepa quién has sido.
¿Y lo que más te gusta?
Lo que más me gusta es la comunicación con la gente, con los familiares, cuando te cuentan cosas…
¿Le ha ocurrido alguna vez algo sorprendente mientras trabajabas?
Hay cosas que pasan sí, a mí me resultó muy curioso, por ejemplo, que cuando abres un nicho, no todos los cuerpos se quedan igual -dependiendo de la ventilación y de otros factores que afectan-. La mayoría de cadáveres tienden a momificarse y cuando los ves, se identifican los rasgos. Una vez vi al hijo de uno de los fallecidos, que había en un nicho que me tocó abrir, e identifiqué perfectamente sus rasgos. Se parecían mucho, no sé, es algo curioso.
¿Se entierran a personas de otras religiones en el cementerio de Estella?
Por ahora no. Los musulmanes están demandando ahora un espacio. La mayoría de musulmanes fallecidos los repatrían a sus lugares de origen. En Logroño sí tienen una parte del cementerio para ellos y ahí sí se suelen enterrar los fetos, por ejemplo.
Test
Rincón favorito del cementerio. Me gusta mucho la parte vieja.
Flores y plantas más apropiadas para el camposanto. A mí me gustan las rosas blancas.
¿Tumba, nicho o columbario?
A mí personalmente, cuando me toque tengo claro que prefiero el nicho.
¿Miedo a la muerte? A la muerte en sí no, le tengo miedo a la vejez y al sufrimiento.