
La presidenta del colectivo, Blanca Sagasti, describió la recreación de la escuela sectorizada en tres partes: una exposición de más de medio centenar de fotografías antiguas en la entrada, el aula de época franquista con pupitres de madera y una proyección con curiosidades vinculadas con la educación, como la cartilla de letras o el origen de la tradición del Ratoncito Pérez, que tuvo como objetivo entretener al monarca Alfonso XIII.
La muestra, titulada ‘La escuela de antes. 1785-1985’, recorría dos siglos de historia de las escuelas en los pueblos e invitaba a los visitantes al recuerdo de su etapa escolar. Buena parte de los vecinos de Dicastillo han tenido el privilegio de estudiar en la escuela de Dicastillo, que se inauguró en 1959 y que continúa abierta. El colegio público Virgen de Nievas tiene 14 alumnos este curso 2022-23.
En la producción del proyecto expositivo, además de los socios de la Asociación Cultural Deyo, han participado numerosos vecinos. La muestra ha sido posible también gracias a la colaboración de la Asociación Santa Engracia, de Azuelo, que cedió los pupitres y algún otro material de una iniciativa anterior.
Desde el 21 de diciembre, cuando se inauguró la exposición, hasta el 8 de enero, un numeroso público se ha acercado a ver la muestra que aún está disponible para los interesados y que en breve también va a abrir sus puertas a los alumnos de la escuela de Dicastillo. “La escuela tiene mucha importancia porque sin escuela los pueblos se mueren.
Escolarizar en la ciudad puede ser dejar el pueblo, por lo que mientras hay escuela, hay niños, hay infancia y hay vida. Con la muestra también hemos querido sensibilizar sobre este tema”, expresó Sagasti.
La villa tuvo ikastola
Como curiosidad, cabe destacar que Dicastillo durante unos años tuvo una ikastola. El proyecto comenzó en 1978 y fue iniciativa de los padres. La andereño Mari Paz Iturbe se hizo cargo de la línea de euskera en la escuela para los menores de 4 años. A partir de esa edad la educación de Infantil correspondía a la titular María Teresa Gárriz, y los niños que seguían cursando estudios en euskera se desplazaban a la ikastola de Estella. Fueron numerosos los pequeños de la localidad que asistieron al comienzo de aquella ikastola, pero la natalidad fue bajando y en 1985 el servicio se suprimió.