
La jornada comenzó con la apertura de una exposición de dibujos y maquetas realizadas por los alumnos de la Escuela rural de Ancín y continuó con una exhibición de danzas, a cargo del grupo ‘Deshojando la Danza’. Al mediodía, como acto principal, se encendía la carbonera. Eran varios niños del pueblo, símbolo del relevo generacional y de la transmisión de un ofició que pasaba de padres a hijos, los encargados de encenderla.
Los calderetes, que prepararon las cuadrillas, sirvieron para unir al pueblo en torno a la mesa. Nada menos que 180 fueron los comensales que disfrutaron de la reunión. Ya por la tarde, el deporte tomaba el relevo, con la celebración de un triatlón rural.