
En 1974 hubo un primer intento, fallido, de poner en funcionamiento en Estella una escuela de música, pero no fue posible hasta 1975, gracias a la implicación de Jesús Echeverría Merino. El entonces concejal impulsó y dio forma a las grandes inquietudes musicales que existían en la ciudad y que demandaban formación musical.
El centro echó a andar en una primera sede, la casa de cultura Fray Diego, como filial del Conservatorio de Música Pablo Sarasate, de Pamplona, y en el primer curso, el 1975-1976, fueron 130 las personas que solicitaron el acceso a la Escuela, cuando sólo se impartían clases de Solfeo. Ya en el siguiente curso la oferta musical se amplió, con clases de piano, de guitarra y de trompeta.
El año 1984 marcó un hito en cuanto a la ubicación. El centro se trasladó a un edificio propio en la antigua estación de autobuses, que fue reconvertida para tal fin, y se le puso nombre. Se barajaron dos opciones: Alfonso Ugarte, organista y compositor guipuzcoano residente en Estella, y Julián Romano, gaitero y compositor estellés, por quien finalmente se decidió.
Ante la creciente demanda de formación musical, el Ayuntamiento de Estella solicitó al Ministerio de Educación y Ciencia la conversión del centro en Conservatorio Elemental de Música. Mediante Real Decreto 1564/1988, de 23 de diciembre, fue clasificado como Conservatorio de Música no estatal de Grado Elemental.
La Escuela fue conservatorio desde el año 1988 hasta 1992
Posteriormente, mediante la Orden de 29 de septiembre de 1989, se autorizó la ampliación de diversas enseñanzas de Grado Elemental y Medio. Sin embargo, esta categoría de Conservatorio se perdió a los pocos años.
En 1993, en cumplimiento de la Ley Orgánica 1/1990 de 3 de octubre y el posterior decreto foral 421/1992 de 21 de diciembre, por el que se establecen las normas básicas para la creación y funcionamiento de las Escuelas de Música y Danza, el Conservatorio Elemental Julián Romano fue reconvertido en la Escuela Municipal de Música ‘Julián Romano’.
En septiembre de 2011, después de casi treinta años de actividad en el edificio de la estación, la Escuela de Música se trasladó a la ubicación actual, al convento de San Benito, en pleno Parque de los Llanos. El edificio había sido rehabilitado para acoger la actividad de la Escuela, junto a otros servicios, en un espacio privilegiado y con recursos excepcionales.
La Escuela de Música Julián Romano acaba de finalizar el curso 2024-2025 con una inscripción de 210 alumnos y alumnas desde los 3 hasta más de 70 años. El alumnado recibe, además de lenguaje musical y agrupaciones varias, enseñanzas en catorce especialidades instrumentales diferentes: acordeón, canto, clarinete (se impartirá el próximo curso), flauta travesera, gaita, guitarra, percusión, piano, trompeta, trombón, musicoterapia, tambor de gaita, txistu y violín.
Diferentes motivaciones
A lo largo de este medio siglo, miles de alumnos han pasado por el centro con diferentes motivaciones. Explican desde la Escuela, que la mayoría ha buscado en la formación un conocimiento para su disfrute personal pero cerca de 60 alumnos y alumnas siguieron estudiando y finalizaron estudios reglados musicales de grado medio y superior. Incluso varios de ellos se dedican profesionalmente a la música. Algunos ex alumnos forman parte de destacadas agrupaciones musicales y han recibido reconocimiento nacional e incluso internacional, desarrollando su carrera tanto en España como en el extranjero, ya sea en el ámbito interpretativo como en el docente.
A día de hoy, en este curso que justo acaba, la Escuela reúne a un equipo de 14 profesores, pero suman más de 50 los que han pasado por sus aulas a lo largo del medio siglo de historia.
Asimismo, han sido varios los presidentes de Patronato que han dirigido la parte institucional de la Escuela y seis los directores que, junto a sus equipos directivos, han trabajado en su organización y desarrollo: Josetxo Arbeloa, Alicia Ilundain, Mari Paz Urriza, Nieves Recalde, Javier Martínez y Ángel Luquin.
La Escuela de Música celebró en los últimos compases de este curso un programa de actividades que ha servido para rendir homenaje a todas las personas que han pasado por el centro en algún momento de su vida.
El centro preparó una exposición sobre los 50 años con reproducciones de documentación vinculada con la Escuela, recortes de prensa y homenaje a alumnos, entre otras cuestiones destacadas; organizó una conferencia con Mikel Andueza, saxofonista profesional; ofreció conciertos y actuaciones, como el que brindó alumnado de la Escuela y la Banda de Música, y ejecutó las audiciones de final de curso.
El sábado 7 de junio se celebraba el acto central del programa. A las 10.30 horas, un pasacalles integrado por alumnado recorrió las calles de la ciudad. Desde las 12 hasta las 14 horas hubo juegos e hinchables y siguió una comida popular, animación musical, música de DJ y fin de fiesta con el tradicional Baile de la Era.
En palabras del director de la escuela, Ángel Manuel Luquin, la valoración de este final de curso y conmemoración del medio siglo de vida de la Escuela ha sido más que positiva. “La fiesta de fin de curso, organizada con mucha ilusión, la hemos disfrutado intensamente. Fue un día muy bonito. Se nos ha quedado tan buen sabor de boca que el profesorado estamos valorando hacer una fiesta, más pequeña, cada final de curso. Toda esta celebración ha servido para recuperar la historia del centro, para recordar y para retomar contactos”.
ENTREVISTA
Juan Carlos Doñabeitia Cardiel. Profesor de gaita.
Junto con Salvador Martínez, el gaitero puso en marcha en 1983 la Academia de Gaita de Estella, antecedente del Aula de Gaita y Tambor
“Hoy la formación está reglada y nos encontramos bien alojados”
Profesor del Aula de Gaita y Tambor y gaitero municipal, Juan Carlos Doñabeitia Cardiel (Estella, 4/10/1961) recuerda los inicios de la enseñanza de gaita y tambor en Estella-Lizarra. Junto con Salvador Martínez, fallecido hace ahora un año, puso en marcha la que fue Academia de Gaita de Estella, antes de que la enseñanza pasara a integrarse en el Conservatorio Julián Romano. Doñabeitia repasa brevemente sus 42 años de trayectoria vinculado al instrumento tradicional.
¿Cómo recuerdas tus inicios?
Ocurría que el grupo de danzas Ibai Ega no tenía gaiteros que tocasen para bailar. Por ello, padres de ese grupo solicitaron que se abriera una enseñanza estable y, si no reglada, con cierto rigor para que sus hijos pudieran aprender y el grupo no tuviera problemas. Ocurría también que en el siglo XX los gaiteros aprendían a tocar en casa y, como era su modo de subsistencia, no lo enseñaban a nadie por miedo a quedarse sin trabajo.
Todo esto llevó a que el Ayuntamiento pusiera una enseñanza y nos dijeron a Salvador y a mí para que lo hiciéramos, porque nadie más quiso. En 1983 nació la Academia de Gaita, dependiente del Ayuntamiento porque los Conservatorios no podían impartir instrumentos de música tradicional y fue en 1993, con la introducción de la LOGSE, cuando la Academia se unifica con el conservatorio. Así comenzó la que hoy es el Aula de Gaita y Tambor. Arrancamos en el Hospital Viejo con ilusión. Éramos todos muy jóvenes.
¿En qué situación está la enseñanza de gaita y tambor hoy?
En cuanto a la gaita y tambor, esta especialidad se entiende como cualquier otro instrumento. Hoy la formación está reglada y estamos bien alojados. Porque antes de llegar aquí pasamos por Remontival, pro la casa de cultura Fray Diego, por la estación, que ya fueron instalaciones dignas, y las actuales, que son más dignas aún. Y las condiciones del profesorado también son ahora diferentes, porque, como anécdota, hemos llegado a tener hasta el convenio de peluquería. Ahora estamos asimilados al nivel B y pertenecemos a la plantilla del Ayuntamiento como empleados laborales. Son mejores condiciones.
¿Cómo ha sido la relación con el alumnado a lo largo de los años?
Cuando vienen el primer año miran de abajo para arriba, pero con el paso de los años se vuelve muy cercana. Nuestros alumnos de Gaita y Tambor acaban ensayando y tocando en nuestro grupo. El hecho de que las clases de instrumentos sean individuales te convierte, además de en profesor, en un apoyo emocional, muchas veces. Con el tiempo sabes cómo es cada uno de los alumnos.
¿Qué aceptación tiene actualmente la enseñanza de gaita y tambor?
Tiene una buena matrícula, pero no es de los instrumentos mayoritarios. La aceptación es pendular, a veces más y otras menos. Ahora mismo, tras la pandemia, las personas nos hemos vuelto demasiado hacia nosotros mismos y esto se ha sentido mucho en las experiencias colaborativas.
¿Destacas un recuerdo especial, un momento significativo de tu carrera?
La profesión de profesor de música es precaria, por lo que los pequeños avances que hemos ido consiguiendo con el paso de los años para dignificar la profesión han sido significativos. Por otro lado, tras el fallecimiento de Salvador toco como gaitero municipal con un alumno que es un fuera de serie como instrumentista, Argider Ongay. Fue alumno mío hace años y estoy encantado de que haya querido.
ENTREVISTA
Marcos Fernández Gracia. Alumno.
El joven estellés terminaba este curso sus estudios de Percusión en la Escuela de Música tras doce años de dedicación
“Ha sido una etapa intensa y bonita”
Marcos Fernández Gracia (Estella, 7/03/2007) es un ejemplo de dedicación y constancia. Con 5 años sus padres le apuntaron en la escuela de música, y doce cursos después, tras haber completado sus estudios en Percusión, se despide. Se lleva grandes amistades, conocimiento, pasión por la música y callo en actuaciones de calle, gracias también a su participación en la Banda de Música. Cierra una etapa y abre otra: la universitaria, como alumno de Periodismo en la Universidad de Navarra.
Doce años en la escuela, has terminado los estudios y te despides. ¿Cómo ha sido esta etapa de tu vida?
Ha sido intensa y bonita, porque he hecho muchas amistades. Gracias a la Escuela he podido entrar en la banda de música y he podido conocer a gente de otros sitios, músicos y también profesores músicos, como a Isaac, que ha sido mi profesor estos últimos cinco años.
¿Has podido convalidar bien tus estudios con la música?
Estos dos años de Bachillerato en El Puy han sido más duros. He tenido que centrarme más en los estudios, pero en general lo he podido llevar bien porque la música me gusta.
¿Es exigente?
Depende de las extraescolares que hagas. Si solo te dedicas a estudiar y a la Escuela de Música, lo haces bien, pero yo también practico fútbol, estoy en el Zarramonza, formo parte de la banda y voy a inglés. Todo lleva tiempo. Y cuando llegas a casa, hay que estudiar y también seguir tocando.
¿Qué es lo que te llevas de tu paso por la Escuela de Música?
Muchos conocimientos, primero. Y labia para poder tocar donde me digan. He salido a la calle y la vergüenza se me ha quitado. Me llevo también grandes amistades.
¿Te da pena cerrar esta etapa?
Un poco sí. Ahora me voy a estudiar a Pamplona, a la universidad, y vendré menos a Estella. Voy a echar todo esto de menos.
¿Vislumbras un futuro vinculado con la música? ¿Te gustaría?
Con la banda voy a seguir tocando, la banda no se deja. Sí que me animan a que siga estudiando en el Conservatorio, pero por el momento me voy a centrar en la carrera. Ya he compaginado muchas cosas durante diez años de mi vida, y se lleva, pero ahora me voy a centrar en los estudios casi en exclusiva.


