De aquella asamblea de viticultores, apoyados por el entonces párroco de la localidad Don Jesús Jiménez y el presidente de Caja Rural, salió una comisión que se informó sobre los derechos y obligaciones para hacer realidad una organización cooperativista, que finalmente contó con el apoyo de 103 vecinos, que tuvieron que pagar el canon establecido de una peseta por robada.
Actualmente la bodega cuenta con 85 socios, que aportan 1.062 robadas y que este año han producido 700.000 kilos de uva
Con la condición de que la bodega estuviese finalizada para la siguiente temporada, los entonces fundadores de la entidad decidieron encargar la obra a la empresa de construcción Huesa Hermanos. La maquinaria, por su parte, se encargó a la empresa riojana Marrondán y Rezola. Con la ayuda de un préstamo solicitado a la Unión Territorial de Cooperativas y el capital otorgado por los socios a cambio de acciones, se logró dar luz a la bodega cuyo coste alcanzó los dos millones ciento cincuenta y dos mil pesetas. Junto a la nueva entidad se construyó la vivienda de los cuidadores de la bodega, que desde siempre estuvo en manos del matrimonio formado por Demetrio Pérez de Ciriza y Concepción Iturgáiz, siguiendo después con la labor, su hija Celita. El contrato que se firmó establecía que Demetrio cobraría al día la cantidad de cinco pesetas y un litro de vino.
470.109 kilos de uva en la primera cosecha
Aquel primer año se trabajaron 1.687 robadas que dieron 470.109 kilos de uva. El vino tinto y rosado de aquella cosecha se vendió a una peseta con cuarenta céntimos y a una peseta con sesenta céntimos, pero no se conoce qué precio correspondía a cada uno de ellos. Otros datos numéricos recopilados apuntan a que el enólogo que venía de Olite cobraba por su gestión cuatro mil pesetas al año. Otra figura destacada era el ‘garapitero’, que era el encargado de contar y cargar el vino vendido. Si en el momento en el que venían a cargar, este responsable estaba en el campo, se utilizaba una sábana blanca como señal, que se colgaba en un lugar visible del pueblo y cuando el ‘garapitero’ la veía, subía del campo para cargar el vino.
Medio decalitro de vino
Los socios también contaron con ciertos beneficios como por ejemplo, el hecho de que en el mes de mayo recibían medio decalitro de vino y aquellos que tenían hijos ‘de primera comunión’ recibían decalitro y medio.
En el año 1960, prácticamente todos los vecinos del pueblo eran socios, ya que la bodega contaba con 197 asociados y en el pueblo había 270 casas.
Actualmente la bodega cuenta con 85 socios que aportan 1.062 robadas, que este año han producido 700.000 kilos de uva. Por lo que se puede decir, que la bodega cuenta con seiscientas robadas menos que en sus inicios pero se recolectan trescientos mil kilos más.
Cirauqui celebró el 70 aniversario el 7 de mayo
Setenta años de historia de una cooperativa dan para muchos relatos y curiosidades, pero sobre todo, verifican que la ilusión de aquellos vecinos que en 1947 apostaron por este proyecto se mantiene en los actuales habitantes de Cirauqui, que no han dudado en celebrar el 70 aniversario. “Hemos querido festejar esta fecha para contar con todas las personas mayores del pueblo, que vivieron el auge de la bodega que tanto ha significado para ellos y para el pueblo en general”, informaba Marina San Martín, presidenta de la bodega. El 7 de mayo se celebró un acto de presentación, con una lectura a cargo de Josefina Laita, antigua trabajadora de la entidad. El sacerdote don Rafa Pardo realizó una bendición y se ofreció un aperitivo en las instalaciones de la cooperativa con un vino especial, elaborado para este año -con la uva de las viñas más antiguas- denominado Antxekua. El enólogo Ángel Aguirre llevó a cabo una cata en el interior de la bodega y se entregó una botella especial -marcada con el 70 aniversario- a todos los socios y familiares.