
El manifiesto denuncia una planificación política que ignora la realidad de miles de mujeres que sostienen la vida en el territorio y la “lógica urbano-céntrica y patriarcal”, que concentra recursos y decisiones en las ciudades, relegando lo rural a la periferia.
Aunque el 28 % de las mujeres navarras tiene estudios universitarios (46 % entre las jóvenes) frente al 20,1 % de los hombres, sus salarios son un 20 % inferiores. En el medio rural, un 9,4 % trabaja en profesiones técnicas o científicas y un 6,1 % en la agricultura, pero solo el 28 % de las explotaciones agrarias son de mujeres y apenas el 17 % están dirigidas por ellas.
El colectivo de técnicas plantea varios objetivos para transformar la política rural: superar el modelo urbano-céntrico, aplicar la perspectiva de género e interseccional, reconocer a las mujeres rurales como agentes de desarrollo, garantizar servicios básicos en todos los territorios, invertir con criterios de igualdad y reforzar una agenda feminista rural.
