“Los tomates de aquí me los parto para cenar y para mí es como jabugo”. Fina Serrano Melero. 72 años. Ayegui.

“Los tomates de aquí me los parto para cenar y para mí es como jabugo”. Fina Serrano Melero. 72 años. Ayegui.

Un día subió a ayudar a quitar hierbas del terreno de su amigo Matxa. Al percatarse de las dotes agrícolas de su amiga, éste le invitó a compartir labor y, desde hace unos cuantos años, ambos se afanan en convertir su regadío en uno de los mejor colmados de Zuloandía, aunque soporten una dura competencia con el vecindario que les rodea, ya que la zona cotiza alto en lo que a huerta se refiere.

¿Qué plantas en tu parcela?
Ahora mismo tengo tomate, lechuga, espinaca, cogollico de Tudela, moscatel, pepinos y calabacín. También ponemos plantas aromáticas (orégano, romero, salvia, tomillo limonero) y algo de frutal (frambuesa, grosella, melocotón, ciruela claudia y pera). Además, alguna planta medicinal como la verdolaga, el epilobio, que se usa para tratar el cáncer de próstata, y ricino para ahuyentar a los ratones.

¿Siempre has llevado a cabo labores de regadío?
Yo soy de la Ribera, de Ablitas, y en los pueblos todo el mundo tiene su pieza, aquí llamado regadío. A mi abuelo le ayudaba siempre. Recuerdo que nos decía que tuviéramos cuidado con los pepinos que, si se pisa la mata, amarga luego. Eso no hay mucha gente que lo sepa.

¿Se podría considerar que tu huerta es ecológica?
La nuestra 100 %. Además, procuramos que la simiente sea autóctona. Matxa va a por semillas a Barbastro, algunas centenarias. En el semillero plantamos cebolla y guindilla y así utilizamos también el plantel.

¿En esta época especialmente, repartes a tu alrededor lo que recoges?
Hago mermelada para regalar porque a mí no me gusta (yo soy de desayunar tomate, de la huerta, claro). Cuando viene todo a la vez, intento repartir: le llevaba a una vecinica que antes tenía huerto y se veía más contenta que pa’ qué, a mi hijo, amigos, a otras vecinas…

¿Qué diferencia hay entre lo que cultivas aquí y lo que se compra en las tiendas?
Es mucho más barato en el mercado o en el súper, nada más que por el agua. Pero aquí sabes lo que te comes. Hay mucha diferencia, en cuanto al sabor, con el tomate o el apio, por ejemplo (aunque en Estella no gusta nada, dicen que sabe a margaritas). A mí me gusta el apio al que le da el sol y el aire porque el de invernadero no sabe a nada. Los tomates de aquí, me los parto para cenar y para mí es como jabugo.

¿Crees que hay relevo generacional en estas labores?
La gente joven no quiere, por vagancia imagino. A estos les da igual un sabor que otro. La juventud de hoy día está acostumbrada a comprar. Piensan: “si me cuesta un euro tres lechugas, ¿para qué venir aquí?”. Pero bueno, no sé si llegará el tiempo en el que caigan en la cuenta de por qué vamos cayendo todos con los dichosos cánceres. Porque para mí es por la alimentación y por lo que respiramos. Esto es fundamental. Además, entre que subes, bajas, te agachas… ya haces el ejercicio de la semana.

¿Disfrutas de estos ratos en soledad?
Sí, desconecto de todo y es como una terapia. No me molesta si vienen a ayudarme, pero es un momento que disfruto mucho sola.

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