Hilde Notebaert. 58 años. Azcona. “Lo que más sentido tiene en la vida es hacer tu comida”

Hilde Notebaert. 58 años. Azcona. “Lo que más sentido tiene en la vida es hacer tu comida”

Llegó a la localidad hace algo más de treinta años desde su Bélgica natal y, aunque siempre ha sido una gran aficionada del mundo hortícola, hace tan solo cinco años realizó un taller, organizado por el Valle de Yerri e impartido por la Asociación Agroecológica Arrea, donde aprendió todos los secretos que le han llevado a cuidar con tanta dedicación su pequeño huerto ecológico.

¿Cómo organizas el espacio para la siembra y plantación?
Hay que tener en cuenta que existen cuatro grandes familias. Están las solanáceas, que son tomate, patata, pimiento y berenjena, que necesitan mucho sustento y deben ir detrás de las leguminosas, que son judías, vainas… Éstas meten mucho nutriente en la tierra y por eso les viene muy bien ponerlas antes de los tomates. Después vienen las hojas (espinacas, lechuga, escarola…) y, por último, raíces (zanahoria, nabos, remolacha…). Sabiendo esto, vas moviéndolas en el mismo sentido. Aunque esto es la teoría [ríe].

¿Cómo se consigue tener un huerto ecológico?
El plantel ecológico no es fácil de encontrar. No emplear productos que dañen la tierra es la manera y, para defenderte de las plagas, es bueno utilizar el sistema del que te hablaba antes, también con extracto fermentado de ortiga que fortalece mucho las plantas.

Si no tienes mucha superficie, puedes ir quitándole el pulgón a mano y echarle algo de jabón natural. También si cubres con paja (ecológica si puede ser) se conserva mejor la humedad. Como abono, compost.

¿Mantienes la semilla de año en año?
Lo intento. Lo que pasa es que, con el tomate, por ejemplo, como tengo de tres tipos, no puedo ponerlos a menos de dos metros porque las clases se mezclan. Se hacen híbridos y entonces ya no sale el mismo o incluso puede ser que no salgan tomates, se pueden volver estériles. De los tres que he plantado, el que más me guste será el que plante el año que viene.

¿Cómo llevas la incertidumbre por los cambios del tiempo y la meteorología?
El año que empecé, cuando estaba entusiasmada con lo que había plantado, el 27 de junio cayó una tromba con granizo y todo triturado. Pero después de un mes, todo recuperado. Para mí es un hobby, pero para la gente que vive de esto es un desastre.

¿Qué haces si se te acumula?
Emboto algo de tomate o frambuesa, pero a corto plazo. No me gusta hacer para un año porque lo que tengo son pequeñas cantidades. Con el calabacín es otra cosa porque la planta crece rapidísimo. En esta época, le meto calabacín a todo [ríe]. No se puede tirar nada. Tengo una amiga que también tiene huerta e intercambiamos. Lloramos juntas, cuando hay granizo… [ríe].

¿Cómo se combinan los tiempos que requiere la vida de hoy día con el cuidado de la huerta?
Aquí la gente del pueblo siempre lo ha hecho. Pero a mí me falta tiempo. Si pudiera estar todas las mañanas de 8:00 a 10:00, estaría el huerto como una rosa. Suelo estar el domingo a la mañana y alguna tarde, pero me gustaría estar más. Yo creo que lo que más sentido tiene en la vida es hacer tu comida. El resto es una derivación de esto.

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