
Trasladada al 7 de noviembre la primera de las funciones previstas para el día 17 como consecuencia de la lluvia, la actividad teatral contribuirá a dar vida a un mercado que ha tenido tiempos pasados mejores. La presidenta del Área de Turismo, Comercio y Hostelería, Cristina Pérez, apuntaba en la presentación de la actividad que el objetivo es acercar el mercado a la ciudadanía recordándole la importancia que tiene, su identidad y su valor patrimonial, cultural y social. “Sabemos que el mercado ha sido y es un apoyo muy importante para los negocios locales y para los pequeños emprendedores autónomos y que fomenta el sentido de comunidad. El mercado favorece el comercio local y la hostelería”, destacó.
La compañía teatral Sapo Producciones es la encargada de representar las historietas de la familia Plómez, que tendrán lugar en las plazas de los Fueros y de Santiago en dos sesiones cada día: desde las 11.15 hasta las 12 horas y desde las 12.30 horas hasta las 13.15 horas. Durante este tiempo sus personajes entrañables camparán a sus anchas como una familia más. Su estética recordará a los personajes simpáticos de los tebeos, que interaccionarán con el público despertando la diversión y la ternura con una imagen entre bizarra y ‘vintage’.
Los Plómez, describía la concejala, son una familia castiza de clase media con la que el público se verá rápidamente identificado. “Forman una familia que sorprenderá al público entre fascinado y divertido por su relación directa”, explicó.
Durante la rueda de prensa, el abuelo Basilio ejerció de embajador de su familia mostrando una pequeña píldora del humor que desprenden. La iniciativa de dinamización que se pone en marcha por primera vez en Estella supone al consistorio una inversión de 4.545 euros (más IVA).
CON TODA LA VETERANÍA. TESTIMONIOS
María Ángeles Carbonel.
El puesto más antiguo, de ropa interior, en la plaza Santiago
“El mercado ha bajado mucho.
A mí me ayuda el hecho
de tener una clientela fiel”
La vocación comercial de María Ángeles Carbonel Jiménez, natural de San Adrián y de 63 años, hunde sus raíces en el mercado de Estella. La plaza de Santiago la vio crecer en compañía de su padre, Jesús Carbonel, quien, junto con otro vendedor ambulante, estableció el mercado textil de la plaza Santiago hace 50 años, al albur del ya tradicional mercado de fruta y verdura de la plaza de los Fueros.
Jesús Carbonel comenzó vendiendo colchones. Lo hacía in situ en la plaza, pero también de manera itinerante por los diferentes pueblos de la zona. Con los años, la naturaleza del puesto cambió drásticamente para pasar a vender ropa interior, de señora y caballero hasta su jubilación en 2008. Su hija mayor María Ángeles estuvo a su lado todo el tiempo, aprendiendo los secretos de un negocio que todavía hoy lo continúa junto a su hermano desde su ubicación habitual, en la esquina con la calle Calderería. “He vivido el mercado desde siempre y el trato con la gente es lo que me gusta. El trabajo con mi padre en el mercado era divino. Todo lo que sé lo he aprendido de él, me ha dejado un gran legado. Era un señor de los de antes, pero sabía adaptarse a los cambios”, explica.
Además de acudir semanalmente con su puesto de ropa interior al mercado de Estella y también al de Puente la Reina, María Ángeles Carbonel regenta en San Adrián junto a su hermana una tienda textil desde hace 30 años. “El tipo de venta es diferente. Aquí en el puesto a las señoras hay que buscarlas. Te tienes que interesar por ellas y ayudarles. En la tienda también se valora la ayuda, pero la clienta es más independiente, y la venta es más tranquila”, añade la presidenta de la Asociación de Comerciantes de San Adrián, desde hace diez años.
Con el paso de los años, la situación de los comercios tradicionales ha cambiado, aún más la de los mercadillos. “Partiendo de la base de que hoy en día todo está más difícil, pero el mercado ha bajado mucho. A mí me ayuda el hecho de que tengo mi clientela desde hace muchos años y esa confianza de que si no tengo un artículo hoy lo traigo la semana que viene, y así se va viviendo”.
Contra viento y marea. Contra las mañanas frías del invierno y con el sol de mediodía en verano luchan los vendedores en el mercado de los jueves. También con la competencia, la de las grandes superficies, pero sobre todo la del comercio online. “La tradición de la compra física se está perdiendo. Yo diría que, de los 35 años para arriba, la gente viene al puesto, mira y te compra, pero a la juventud le gusta mucho Internet y eso es duro”, lamenta.
En su opinión, el mercado poco a poco se va apagando. Apenas se salvan los meses de julio, agosto y septiembre cuando las plazas de Estella recobran ambiente. “Yo ya soy mayor y tengo que acabar en el mercadillo, pero no le veo futuro. Hace 40 años podía hacer 30 ventas en una mañana. Hoy de 30 que miran compran 10. Teniendo tienda, el esfuerzo de madrugar, venir, colocar y desmontar deja de compensar. Pero es mi vida, es lo que he conocido y me gusta. Aquí seguiré lo que queda”.
CON TODA LA VETERANÍA. TESTIMONIOS
Sofía Irigoyen y SantiAGO Azcona ‘Butaca’.
El puesto más veterano de fruta y verdura en la plaza de los Fueros
“Nos vamos jubilando
y no hay relevo”
Toda la vida ha estado Santi Azcona vinculado con el mercado de fruta y verdura en Estella. Desde pequeño, cuando con ocho o nueve años acompañaba a su padre, y más tarde, cuando con 13 comenzó a ayudar. Hoy con 67 años, tras una larga trayectoria laboral, no se resiste a abandonar el puesto que durante tantos años ha regentado junto a su mujer, Sofía Irigoyen. Aunque ahora es ella la titular del negocio, Santi se resiste a alejarse de su oficio vocacional y con su mera presencia ‘sigue dando palique’ a las clientas de toda la vida.
“He conocido este mercado desde siempre. La tienda de mi padre estaba en la calle La Estrella y hubo una época en la que sacaba con el remolque el género en la plaza antigua y estábamos mi padre, mi abuelo, mi tío José, mi tío Antonio y mi tío Jesús, cuando había melones. Cada uno con su puesto, pero es que en la plaza estábamos un montón. Entonces eran pequeños puestos y había mucha gente que venía de Noveleta y que se ponía junto a la puerta de la iglesia. De crío recuerdo que se vendían pollos, gallinas y conejos y ese olor a zotal, cuando terminaba el mercado y venían los barrenderos a desinfectar, lo tengo aún hoy metido dentro”, explica Azcona en una retahíla de recuerdos que se entrelazan unos con otros.
El vendedor echa la mirada atrás y describe un mercado de temporada, cuando se vendía mucho pimiento, incluso se asaba, y mucho melocotón, cuando el producto que venía de más lejos era la lechuga de Burgos. “Poca naranja de Valencia se vendía entonces, se consumía el producto de temporada de la zona. Sí que se acercaba gente a vender desde Calahorra, con producto de la ribera, eran vendedores que luego fueron almacenistas grandes pero que entonces venían con sus ‘camionicos”.
La venta de fruta se hacía décadas atrás, cuando las familias eran grandes y la competencia escasa, por tres, cuatro o cinco kilos. “Ahora es dame dos manzanas, tres peras y cuatro melocotones. Las necesidades son otras y poca gente joven entra en el mercado. Las parejas tienen poco tiempo y, cuando compran, cargan en el supermercado y es que para venir al mercado se necesita toda una mañana. Es la gente mayor la que viene, aunque a todo el mundo le gusta el mercado y ‘juevear’. Hay jueves muy buenos en el año, cuando viene la gente que trabaja, pero suele ser en vacaciones”, explica.
El futuro del negocio preocupa al sector de la venta ambulante. “Casi todos tenemos una edad. Varios de los que vienen a Estella se jubilan en poco tiempo y no hay relevo. Nuestros hijos estudian o no quieren un trabajo tan esclavo de 4 de la mañana a 4 de la tarde, doce horas de agua, frío, nieve o calor. Vemos en mercados más grandes, por ejemplo, en Landaben, que cada vez están entrando más vendedores de origen marroquí y chino”, añade.
Con nostalgia de tiempos pasados, aunque disfrutando también el tiempo presente entre naranjas, mandarinas y manzanas, Santiago Azcona, de ‘Casa Butaca’, sigue y seguirá siendo en el mercado de Estella toda una institución.