¿Cómo te sientes ante el cierre inminente de la heladería?
Estoy contento porque he trabajado mucho y ahora me toca descansar.
¿No hay relevo?
Relevo familiar, no. Ya veremos si la traspaso a alguien que pueda estar interesado.
¿Cómo valoras todos estos años?
De manera positiva porque en una heladería nunca hay broncas, la gente entra feliz a por el helado y los clientes siempre se van contentos.
¿Qué te llevas de tu oficio como heladero?
Me llevo la felicidad de los clientes, un helado siempre hace sonreír. Es un oficio muy agradable y satisfactorio porque todo el mundo sale de la heladería feliz. Compartir esa felicidad es gratificante.
¿Con qué anécdota te quedas?
Una niña paseaba por la calle delante de su madre y al ver la heladería abierta se echó a llorar de la emoción porque se acordaba. Al llegar su madre no se lo podía creer, le dimos su helado y dejó de llorar.
¿Cuáles han sido los sabores estrella?
El mantecado es el helado estrella. También el yogurt y la stracciatela o los tradicionales de limón y fresa. También innové con los sabores exóticos y curiosos como el helado de espárrago, el de cerveza, el de pimiento del piquillo, etc., que elaboré para diferentes eventos.
¿Qué te dicen los clientes?
La mayoría se alegran por mí y reconocen que ya tengo derecho a descansar.
¿Qué planes tienes ahora? ¿Seguirás elaborando helado en el entorno familiar?
Descansar y disfrutar de la vida. ¡No creo que me ponga a elaborar helados!