ENTREVISTA – GERVASIO SÁNCHEZ – FOTOPERIODISTA – “Si el ciudadano medio se informara e hiciese el esfuerzo de leer, vería el mundo con otros ojos”

El reportero de guerra y premio nacional
de fotografía en 2009 ofreció una conferencia
en el Museo del Carlismo de Estella sobre el sitio de Sarajevo durante la Guerra de Bosnia

El fotoperiodista Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959), testigo de primera línea en los conflictos armados de la antigua Yugoslavia, África, Asia y América Latina, pronunciaba el 9 de octubre en el Museo del Carlismo la conferencia “Testimonio y memoria gráfica del cerco de Sarajevo”. Apoyado en imágenes que él mismo tomó en la ciudad durante la Guerra de Bosnia (1992-1995), acercó al público la cara más humana de la guerra.

La presencia en Estella del Premio Nacional de Fotografía 2009 -con una larga lista de reconocimientos por su trabajo, su compromiso social y su punto de vista humanitario-, se enmarcaba en el ciclo de conferencias organizado en torno a la exposición temporal del Museo del Carlismo “El bloqueo carlista de Pamplona”, en la que Gervasio Sánchez también ha colaborado.

¿Qué puede tener en común el asedio carlista a Pamplona con el sitio a la ciudad de Sarajevo durante la Guerra de Bosnia?
Vivo en Zaragoza y esta ciudad también sufrió el asedio francés. Lo que he visto o conozco son otras ciudades, por ejemplo Sarajevo o Kuito, en Angola, asediada en 1994 y adonde llegué justo cuando terminó el asedio. Todos ellos se pagan con el sufrimiento de la población civil.

¿Cómo está hoy la ciudad de Sarajevo?
He vuelto a Sarajevo en muchas ocasiones. En los últimos años, desde que en 1995 acabó oficialmente la guerra, he ido más de quince veces. Me gusta regresar a los sitios en los que he estado durante una guerra y también lo he hecho con motivo de mi proyecto ‘Vidas minadas’. Después de un asedio, cualquier cosa, por muy dura que sea, cualquier cosa, repito, es mejor que la guerra. Cuando vuelvo me encuentro con gente que durante el cerco vio morir a seres queridos. Ahora tienen sus negocios y la tranquilidad de no esconderse de las bombas ni de los francotiradores.

¿Están todavía presentes las consecuencias de la guerra?
Han pasado 20 años desde que oficialmente se terminó, aunque el final no llega cuando los diplomáticos o los políticos lo anuncian, sino cuando las consecuencias se superan, y en Bosnia se sigue buscando a los desaparecidos e identificando restos, y se seguirá buscando hasta que no estén todos los restos.

¿Cree que la comunidad internacional ha aprendido de errores pasados? ¿Qué opina de la gestión europea de la crisis de los refugiados de Siria?
La diplomacia internacional y los políticos erran por mediocres; nunca se enteran de nada. Quieren subir al poder a cualquier precio, son unos oportunistas, nunca han aprendido. Si hubieran aprendido de errores pasados, como Bosnia, estarían mucho mejor preparados para gestionar el problema de los sirios, de los eritreos y tantos otros… En Bosnia se cometieron muchos errores, no se presionó a los máximos responsables, y en Siria está ocurriendo lo mismo.

¿Ayudan las nuevas tecnologías a la sociedad de la información o, por el contrario, propician la saturación de imágenes y de contenidos?
Más bien habría que preguntarse si el ciudadano medio está bien informado. El problema no es si hay mucha información. Si el ciudadano medio se informara y se obligase a hacer el esfuerzo cada día de leer entendería qué pasa y vería el mundo con otros ojos. Me refiero a un estudiante de Periodismo, a un médico o a un albañil. Estar bien informado no es solo ver la televisión. ¿Estamos dispuestos? En caso contrario no hay que quejarse de estar siendo manipulado.

¿Qué opina de la foto del niño Aylan?
La foto de Aylan ha servido para orgía de tertulianos, columnistas y periodistas y para ver quién dice la frase más imaginativa. ¿Cómo piensan que es un niño ahogado? Aylan es un niño ahogado entre todos los ahogados de los últimos meses, además su muerte estaba presentada de la manera menos dramática. La foto ha servido para incentivar, para poner el impacto mediático que en esta caso ha supuesto que los mandatarios de la Europa privilegiada hayan multiplicado por cuatro el número de refugiados. Ha merecido la pena, pero abrió un debate de cinismo y de hipocresía que a mí me descompone. Se han producido orgías de declaraciones de gente que jamás ha vivido la guerra. Se ha instrumentalizado a un niño para echar mierda a un Gobierno de fuera porque cuando hay que criticar al de casa se callan. Es la degeneración del periodismo y del poder de la imagen.

“La gente consume lo que se pone de moda, un libro con contenido cero o una imagen de impacto”

¿Qué papel tiene la palabra, escrita, en una sociedad consumidora de imágenes?
La sociedad no lee. Los niveles de lectura en este país son los mismos que en el franquismo, hay quien no ha leído un libro en su vida. Los estudiantes cada vez leen menos, escriben peor y tienen dificultades para usar las palabras. No echo la culpa a la imagen, porque lo que ocurre es que la imagen no está bien consumida. La gente consume lo que se pone de moda en determinado momento, un libro con contenido cero o una imagen de impacto.

¿Lleva Gervasio Sánchez siempre una cámara de fotos encima? ¿Utiliza la del móvil para sacar fotos?
Tengo teléfono con cámara, pero durante años no he tenido cámara en el teléfono ni cámara. Tengo amigos que siempre la llevan encima porque puede ocurrir algo que interese. Yo para hacer una foto necesito estar muy concentrado, en un lugar que me interesa fotografiar, ante una historia sobre el terreno, un viaje… Está claro que si ocurriera algo delante de mí sacaría mi teléfono pero durante años he estado sin cámara.

¿Alguna foto que hubiera preferido no hacer y alguna foto que se arrepintió de no haber hecho?
Siempre que he hecho fotos en sitios en los que estaban ocurriendo hechos he evitado que mi presencia pudiera provocar un incidente; por ejemplo, si los milicianos muestran a un prisionero y dan a entender que si levantas el objetivo lo matan. En ocasiones he tenido que poner vista al suelo, pero conozco fotógrafos que incluso han provocado. Yo necesito mirarme al espejo y no llamarme hijo puta, tengo 56 años y lo he conseguido. También he hecho fotos que había que hacerlas porque importaban o porque podían servir como denuncia y que luego no se han publicado. He estado en la morgue de Sarajevo, he vivido situaciones muy duras que no he fotografiado.

¿Qué foto le queda pendiente a Gervasio Sánchez?
Muchas fotos que se ponen por delante pero no las haces porque no estabas preparado, porque falló la luz, la máquina, porque había que cambiar la película cuando ocurría lo más importante.

¿Algún sitio pendiente al que le gustaría ir?
Muchos, porque cuando trabajas en un proyecto no puedes estar en otro. El periodismo, el que es de calidad, es una profesión muy difícil de ejercer.

¿Nuevos proyectos por delante?
Ahora mismo estoy junto con la periodista Mónica Bernabé en un proyecto titulado ‘Mujeres. Afganistán’, una exposición que acabamos de inaugurar en Valencia y que estará hasta el 14 de febrero.
El proyecto tiene una segunda parte, una exposición más pequeña, de unas 40 fotos aproximadamente, que recorrerá el País Vasco y llegará a San Sebastián dentro de poco.

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Un periodista independiente, comprometido y humanista


Gervasio Sánchez se licenció en 1984 en Periodismo en la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Barcelona. Desde entonces ha trabajo como periodista independiente para diferentes diarios y revistas, especializándose en conflictos armados. Desde 1984 hasta 1992, cubrió la mayor parte de los conflictos armados de América Latina. Ha trabajado como enviado especial del Heraldo de Aragón -periódico con el que mantienen una estrecha relación-, en la Guerra del Golfo y en los distintos conflictos armados de la antigua Yugoslavia, África, Asia y América Latina. Colabora también con la cadena SER, con el servicio español de la BBC y con la sección internacional y el Magazine de La Vanguardia.

Sánchez ha publicado numerosos libros –entre ellos, ‘El Cerco de Sarajevo’, ‘Cinco años después. Vidas minadas’ o ‘Los ojos de la guerra’, junto a Manuel Leguineche este último-. Ha realizado numerosos proyectos y exposiciones fotográficas –actualmente ‘Mujeres. Afganistán’- y ha recibido una larga lista de premios y nombramientos, como el Premio al Mejor Periodista del Año por su cobertura de la guerra de Bosnia en 1994, el Premio de Derechos Humanos de Periodismo en 1997. En 2008 se le concedía el Premio Ortega y Gasset de Fotografía y en 2014 el Premio Internacional Jaime Brunet a la Promoción de los Derechos Humanos de la Universidad Pública de Navarra.

En 2009 recibía el Premio Nacional de Fotografía que reconocía su aportación a la fotografía de reportaje y la dignificación, a través de ella, de las víctimas fotografiadas.

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