
Como es habitual, la programación festiva se desarrolló el fin de semana anterior al día del patrón, el 29 de septiembre. Para esa jornada, se reservaba la celebración de una misa en la iglesia parroquial, pero el grueso de los actos fue el viernes y el sábado. El viernes hubo una txistorrada popular y patatas asadas, seguida de bingo y de música DJ.
El sábado fue el día principal, con dianas a las nueve de la mañana, seguidas de chocolatada popular a las diez. Un rastro infantil acaparaba la atención de las familias que o bien vendían juguetes con una segunda vida o bien los adquirían en un intercambio que sigue los objetivos de la economía circular. Una decena de puestos mostraban por precios simbólicos juegos, libros, muñecos y otros juguetes que poco a poco fueron encontrando nuevos dueños.
La atención de los más pequeños se dividía durante la mañana entre el rastro y los hinchables. Un hinchable de dragón y una atracción de gomas elásticas mantuvieron viva una larga cola de candidatos al disfrute que esperaban, paciente o impacientemente, que llegara el turno. Hubo también juegos para los más pequeños y la posibilidad de hacer grandes pompas de jabón, además de malabares.
No faltó un encierro infantil con carretones a media mañana ni la música que amenizaba las actividades gracias a la trikitixa del barrio y a la charanga Malababa. La anunciada lluvia finalmente no hizo acto
de presencia y la comida popular se pudo desarrollar al aire libre. En la sobremesa hubo sorteos, bingo, animación musical con el Dúo Jalisco, un concurso relámpago de mus y brisca verbena de DJ y, como traca final, torico de fuego, fuegos artificiales y una última sesión de bingo.