
““Mi madre me regaló el primero, me lo trajo de un viaje a Toledo y ha sido el causante de todo”“
“La gente sabe que colecciono dedales y me los traen de muchos sitios. A veces recibo hasta de gente ni conozco. Igual viene un amigo y me dice, mira, me han dado esto para ti”. No solo los amigos, la familia también está implicada y se vuelca con la colección de Puy Remírez. De hecho, su afición tiene un origen familiar. “Fue mi madre quien me regaló el primer dedal, un dedal de Toledo. Me lo trajo de un viaje y ha sido el causante de todo”.
¿Qué tiene de especial esta colección? “A mí simplemente me gusta, y no se me pasa con los años. He cosido siempre y desde el principio me han llamado la atención los dedales. Cuando empecé apenas los había de colección, ahora se consiguen más fácilmente y muchos los he comprado por Internet”, explica Puy Remírez, de 47 años.
Diez vitrinas decoran el hall de entrada y el salón de su casa en Lácar. En ellas, ordenados y clasificados se encuentran los dedales, como pequeñas joyas. Una vidriera reúne cientos de pequeños objetos, recuerdo de ciudades y provincias españolas. El paso de los años ha traído la realización de diferentes diseños y por eso son varios los dedales souvenir de provincias como por ejemplo Navarra. Otra vidriera está destinada a los dedales más lejanos: hay piezas de Grecia, Noruega, Rusia, Estados Unidos, China, Corea, Tailandia, Colombia, México y una larguísima lista. Cada dedal tiene su estilo, dibujos o detalles que hacen alusión a la cultura de cada país.
Otra vitrina aglutina dedales decorados con flores y animales, otros están clasificados de acuerdo al material del que están hechos: metal, peltre, cerámica o madera, si bien, intercalados con otras temáticas, se encuentran otras materias, como el vidrio, el nácar e incluso el ganchillo. Varios dedales son especialmente simbólicos en la vida de la coleccionista: uno de oro, que le regaló su marido cuando eran novios, y los dedales realizados con motivo de su boda para su recuerdo y el de los invitados.
Título
Como muestra, un “dedal”
1. El más especial. Un dedal de oro, regalo del marido de Puy Remírez cuando eran novios.
2. El más preciado. Un dedal de la época bizantina, regalo de un amigo a su padre.
3. El más curioso. Un dedal hecho en hueso, con un dragón tallado.
4. El más original. Procedentes de China que pasan por anillos.
5. El más gracioso. Un dedal de vidrio con el pulpo Paul, oráculo en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica.
6. El más grande y el más pequeño. El más grande de la colección es un dedal que sirve de chupito, procedente de Rusia. El más pequeño, de hierro, no cabe ni en el dedo meñique, fue adquirido en la Feria de Antigüedades de Tarragona.
7. El más bonito. Varios, elaborados en vidrio y decorados con flores o dorados. Adquiridos en tiendas de artesanía y en ferias.
8. El primero. Un dedal, recuerdo de Toledo, que le trajo su madre cuando tenía 18 años. Desencadenó la colección que supera actualmente los cuatro mil ejemplares.
9. El último. Realizado en cerámica, acaba de llegar de Covarrubias (Burgos). Obsequio de la hermana de la coleccionista.