Desde el 6 de diciembre hasta el 15 de enero, las personas interesadas en sumergirse en el ambiente propio de la Navidad pueden acercarse hasta el monasterio de San Jorge. El horario en días laborables es de 17 a 19 h. y, en sábados y festivos, se amplía, de 13 a 14 h. y de 17 a 19 h. En este espacio de tiempo, el belén revelará todos sus secretos a la mirada atenta y curiosa que disfrute sin prisas del belén.
Corregido y aumentado, el Belén de Azuelo muestra la siembra del trigo, con el brabán, el aladro, la grada, la narria y la galera, sin faltar los animales, bueyes y caballos, que en Azuelo se volvieron prescindibles con la llegada de la mecanización y, por tanto, del tractor, en la década de los 60. La composición recrea el paisaje y otras labores tradicionales de Azuelo como la caza del jabalí en la sierra de Codés, la pesca en el río, los nidos de las cigüeñas en este caso en la casa de Herodes, la siembra, la siega, la trilla, la recogida de la aceituna, el pastoreo, las labores de huerta, el corte de la leña en el monte y, también, pasajes bíblicos como la huida a Egipto.
Más de 200 figuras dotadas de movimiento dan vida al belén: niños en los columpios, pastores, el carpintero trabajando la madera, el labrador, el molinero y la molinera, el herrero e incluso vecinos en plena labor de matanza. No faltan los Tres Reyes Magos adorando al Niño en el Portal.
Para su elaboración se han utilizado diversos materiales naturales, como piedras calizas y de yesos, ramas de encinas y sabinas, hiedras, tierras, arena, grava, paja y serrín.
Junto a las figuras con movimiento destaca la iluminación adaptada a cada momento del día -alba, día, atardecer y noche- y el hecho de que el agua circule para aportar una mayor sensación de realidad.
Se podría decir que al Belén de Azuelo sólo le falta el murmullo de las voces de sus protagonistas en los diferentes momentos de la vida cotidiana.