ANTIGÜEDADES EDUARDO PERAL

ANTIGÜEDADES EDUARDO PERAL

Tres generaciones apasionadas por los objetos con historia

La calle Julio Ruiz de Alda ha sido testigo de la actividad comercial de la familia de anticuarios Peral desde el siglo XIX. De abuelo a padre y de padre a hijo, Eduardo Peral, con 64 años, confiesa que con él termina la saga ante la falta de relevo de un negocio tradicional, de plena dedicación y que ha de ser vocacional. Uno de los escaparates del negocio de antigüedades, en concreto el del número 28, que con función de almacén ahora recibe la visita del cliente interesado en artículos de liquidación, mantendrá vivo su recuerdo en la calleja Escultor Imberto gracias al trabajo artístico de Garbiñe Basarte.

“Mi abuelo, Serapio Peral Martínez de Bujanda, comenzó el negocio. Era vendedor ambulante y con un carro y un caballo se iba por ahí. Aránguiz, anticuario que trabajaba donde hoy está Cafés Lesaga, en la plaza de los Fueros, fue quien le introdujo en este mundo. Le decía a mi abuelo: cuando vayas a Améscoa, pregunta a las mujeres y si te ofrecen un arca o un banco para vender me lo traes. En 1920 mi abuelo dejó la venta ambulante y se dedicó en exclusiva hasta que tuvo 80 años, Mi padre con él y después yo, en 1972 con 15 años, seguimos la tradición. Mi hermano también se ha dedicado a las antigüedades en los últimos años”, relata.

Serapio Peral inició la actividad con una pasión que mantuvo hasta el final. En 1934 tenía la vivienda y la tienda de más de 400 metros cuadrados en la casa Ruiz de Alda. En este lugar continuó su nieto, quien en 1990 amplió espacios en otra bajera, en el número 7 de la misma calle, donde hoy tiene la tienda principal. En 1994 adquiría la bajera y también la casa completa del número 28, cuya fachada ha reproducido Garbiñe Basarte.

A este inmueble, el del número 28, se refiere Peral. “Esta casa era de Ricardo Polo, curtidor. La compré como almacén aunque en los últimos tiempos funcione también como tienda. Es del siglo XVIII y en 1905 sufrió una reforma muy importante. Tiene una puerta modernista, en la paread mosaico árabe traído de Córdoba y unos ­suelos muy especiales. En esta casa estuvo la primera bañera de Estella porque ésta fue una de las primeras casas en tener agua corriente. La bañera vino de Inglaterra”, describe el anticuario, apasionado por la historia que atesoran los objetos.

En aquellos años convivían en Estella hasta 35 talleres de sastrería

Eduardo Peral lleva 47 años dedicado al negocio de la compraventa de antigüedades, sobre todo en Navarra. Se considera un anticuario tradicional, de los de antes, y asegura que ya es muy tarde para subirse al carro de Internet y de las nuevas tecnologías. Lamenta la falta de relevo pero es que el suyo, el de su familia, es un trabajo “que hay que mamarlo, porque si no es muy complicado”.

“Como anticuarios, hemos rescatado muchas cosas que podían haber estado en el olvido”, destaca. Para que no caiga en el olvido, mientras los locales vacíos de la calle Imprenta sigan sin actividad y el mural de Garbiñe luzca en su fachada, la réplica del escaparate de la bajera repleta de objetos de la calle Julio Ruiz de Alda estará presente en la vida de Estella.

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