Tras una aurresku en la plaza de la Coronación el sábado 6 de junio, autoridades e invitados entraron al salón de actos de la escuela de música. La coral Ereintza acogía la llegada de todos ellos con el ‘Agur, jauna’ y, acto seguido, el presidente de la Fundación, Koldo Viñuales, presentaba la figura de Juan José Aguirre.
Aguirre Beguiristáin (Alegría de Oria, 1930) terminó los estudios de Biblioteconomía en Barcelona en 1973. Ese año regresaba al monasterio de Lazkao, donde comenzó a recopilar información sobre la historia vasca. Viñuales explicó que son más de 200.000 los documentos que integran el archivo, entre los que se encuentran informaciones de partidos políticos, asociaciones, comunicados, carteles de festivales, pegatinas, artículos de revistas y también publicaciones clandestinas, todos ellos agrupados por volúmenes. “En las vitrinas se guarda la vida de hombres y mujeres fieles a sus ideales”, decía Viñuales, quien se refería no sólo al trabajo sino a la persona. “Juan José Aguirre es un espejo donde mirarse las generaciones futuras”, declaró.
Archivo abierto
La que fuera consejera de Cultura del Gobierno Vasco Mari Carmen Garmendia ofreció el laudatorio al homenajeado. En su discurso se refirió al trabajo del premiado como una “tarea aparentemente simple de un extraordinario valor” y recordó que muchos han sido y son los doctorandos que encuentran en el archivo de Lazkao la información que buscan. “Recuerdo el caso de una estudiante irlandesa que estaba haciendo su tesis, Nicola. Decía que Juan José le había abierto las puertas y que se había sentido acogida”.
El momento de la entrega del premio llegaba tras una nueva pieza de la coral Ereintza. El presidente de Irujo Etxea era quien hacía entrega a Juan José Aguirre Beguiristain del seiburo de madera, obra del artesano estellés Carmelo Boneta. Por su parte, Mari Carmen Garmendia le entregaba la medalla de oro con la efigie de Manuel Irujo. La modestia llegaba al discurso del benedictino, quien, en sus primeras palabras, no se consideraba merecedor de tan preciado homenaje. “No soy quien para recibir este premio. Hay muchas otras personas que lo merecen mucho más que yo”. Las anécdotas jalonaban después su discurso de agradecimiento. •