Vacunados de las dos dosis frente al virus de la Covid-19 y transcurridos los quince días para conseguir la inmunidad completa, las cosas comienzan a cambiar en el centro. La directora en funciones, Sonia Cabrero del Amo, explica que se respira una nueva ilusión. “De momento pueden salir un máximo de 4 horas, entre una y dos por la mañanas y otra hora o dos horas por las tardes. Aprovechan para ir a hacer gestiones, al banco, para ir a la peluquería, al cementerio y para estar con la familia. De momento la situación está limitada, estamos esperando a ver si el 25 de febrero el Gobierno de Navarra dicta medidas de flexibilización”, cuenta.
Añade la directora que mientras que la espera de los quince días hasta la inmunidad completa se hizo un poco larga y muchos residentes preguntaban por qué no se podía salir ya discurridos los primeros siete días, cuando finalmente el viernes 12 de febrero a las 11 horas se abría la verja por primera vez, muchos prefirieron quedarse en el recinto. “La verdad es que el tiempo no acompañó y también es cierto que muchas personas verbalizan su miedo a salir después de tanto tiempo, pero en cuanto empiece a hacer bueno las cosas serán diferentes”.
VICTORIA LÓPEZ ARRUTI. 89 AÑOS
“He ido a la peluquería y he saludado por la calle a mucha gente”
Siete meses después del referéndum que se realizó en San Jerónimo, Vitoria López Arruti cruzaba la verja de la residencia San Jerónimo y salía a la calle. Eran las 11.15 horas del lunes 16 de febrero y al otro lado esperaban tres de los hijos de la mujer: Mariví, Glori e Iñaki. Era la primera vez desde julio que los residentes podían estar con sus familiares fuera y que podían dar una vuelta por Estella y hacer recados. “Me ha sentado muy bien, aunque haya tenido que ir muy despacio porque me sofoco. He ido a la peluquería y he saludado por la calle a mucha gente”, contaba, ya en la residencia, una vez finalizado su paseo.
Contenta con este paso que los residentes dan hacia su nueva normalidad, la rutina de salidas de fin de semana a la que Victoria López estaba acostumbrada aún tendrá que esperar un poco más. Todos los sábados y domingos solía ir a comer a casa de sus hijas y el domingo, además, iba a misa con una amiga y a tomar el vermú en una terraza. En cuanto se pueda, asegura la mujer que retomará estas buenas costumbres. “Tenía muchas ganas de ver a mi familia fuera, aunque nos hemos visto tras la verja, todos los días, porque me sentaba en una silla y hablábamos. Con tanta familia que tengo, día a día les iba viendo a todos”, explicaba López, madre de seis hijos, con quince nietos y doce biznietos.
La estellesa ingresó en San Jerónimo hace tres años, con 86, y asegura que el confinamiento, el encierro voluntario desde julio para extremar precauciones y la administración de la vacuna, todo el proceso, lo está viviendo con tranquilidad porque “está en buenas manos”.
Sus hijos Mariví, Glori e Iñaki acompañaron a Victoria durante el paseo. Después se sumaron su yerno José, su nieta Leire y sus biznietos Hugo y Maider. “Mi madre es muy conformista y ha estado encantada en la residencia. Porque ella estaba contenta, nosotros lo hemos llevado bastante bien. Pero qué duda cabe que teníamos ganas de que pudiera salir”, cuenta Mariví.
CONSUELO JIMÉNEZ ARRIETA. 84 AÑOS
“Cuando se pueda, nos juntaremos todos en mi casa y organizaremos una buena comida”
“Estoy encantada con poder salir. Sobre todo por estar con mi familia. El domingo fue mi cumpleaños y lo celebré en el regadío, en Valdelobos, eso sí con mascarilla y con distancia”, explica la estellesa Consuelo Jiménez Arrieta, que cumplía 84 años.
Aunque la mujer se describe como muy casera, siempre amante de su hogar y de tareas sosegadas como la costura, la posibilidad de salir de la residencia abre un nuevo horizonte para ella y el resto de sus compañeros. Ahora ya pueden reunirse con sus seres queridos en la calle, aunque los abrazos todavía cuesten. “Esto no es como antes. No es todavía momento de dar abrazos y besos a los hijos y a los nietos como hace año y medio, hay que tener cuidado, mucho cuidado, cuando se abre la puerta”.
Consuelo Jiménez tuvo seis hijos, de los cuales viven cuatro. Su familia la completan siete nietos y tres biznietos. “Desde que estoy en la residencia, los veo el fin de semana porque durante la semana están con su vida laboral. Cuando esto se pase del todo hemos quedado en hacer algo que me da mucha satisfacción. Y es hacer una quedada, juntarnos todos en mi casa, hasta el perro, y organizar una buena comida”.
Mientras tanto, Consuelo Jiménez se siente muy contenta con la vida que lleva en la residencia: con la relación con sus compañeros, que forman también una gran familia, “con nuestros más y nuestros menos, como en todas las casas”, con su labor y con los cuidados que le brinda el personal del centro. “Aquí soy feliz. Tenemos de todo, paseo, actividades, buena comida, atención y mucho cariño, eso es lo fundamental”, cuenta.