“La tradición se reaviva estos días entre los familiares y allegados de los difuntos“Flores frescas, faroles recién pintados, piedra limpia y parcelas libres de malas hierbas era la imagen creciente del cementerio de Estella la última semana de octubre. La estética era fruto de los ratos, más o menos largos, que habían invertido los familiares. Era el caso de Conchi Marquina Carmona, de 68 años, que se afanaba en la tarea con la ayuda de su hija.
El plan de la tarde consistía en pulir la piedra con un estropajo y barrerla, pintar las barras de forja y poner los faroles recién pintados. “El farol se oxida si no se tapa. Yo prefiero guardarlos en casa y traerlos la víspera. A mí me gusta que se note que esté todo cuidado, es un ritual que a mucha gente no le va, pero a mí me gusta hacerlo y vengo todos los primeros de mes”, decía. Para colocar los centros florales esperaría a la víspera, el domingo 31.
A pocos metros, otras dos mujeres, con escoba y bayetas en ristre afrontaban una labor “obligada”. “Yo paso de estas cosas, pero no me queda más remedio porque mis padres no pueden. Soy anti-cementerio y anti-shows. Esto es como una competencia por ver quién lo deja más bonito. Es un mal rato estar aquí”, decía una de ellas. Una limpieza general para quitar el polvo de la losa y de las barras de forja que rodean el panteón iba a centrar la tarea de la tarde en el cementerio.
Malas hierbas
Jesús Albizu Oria, de 48 años, se resignaba también a una obligación anual que esperaba no les llevara más de una hora. “Limpiar la tierra de malas hierbas es lo que vamos a hacer, va a ser algo rápido. Antes se ponía velas o luces, pero me parece a mí que cada vez se ven menos”, aseguraba. La colocación de las flores la haría un par de días más tarde, para que se conservaran frescas el día de Todos los Santos.
La hermana Pilar, religiosa del Servicio Doméstico, acompañaba a una familiar en la visita al cementerio. El panteón ya estaba limpio, pero la visita servía para pensar en las flores que se iban a llevar en víspera del día de los difuntos. La religiosa dio su opinión sobre el día de Todos los Santos y se mostró partidaria de la incineración.
“Yo tengo mucho respeto, sobre todo por la gente mayor y por lo que significa para ellos, pero yo prefiero la incineración, por cuestiones sanitarias y porque, si crees en la Resurrección, el cuerpo se acaba en el momento de la muerte. Pienso que es mejor rezar por la gente que limpiar la tumba”, decía. En su opinión, el enterramiento pasará a la historia con los años. “Cada vez menos gente joven viene a los cementerios. Con el tiempo, la tradición irá cambiando”, agregaba.
A pesar de las opiniones diversas sobre la celebración de Todos los Santos, el día 1 de noviembre los cementerios se volverán a llenar de familiares que desean visitar a sus difuntos en el día marcado especialmente para ellos en el calendario. Las flores volverán a llenar de color y frescura las tumbas, los panteones y los nichos de los camposantos. •