
“El cementerio recobró la actividad habitual de los días previos al 1 de noviembre“
El fin de semana anterior al día 1 y los días previos, la actividad en el camposanto estellés crecía considerablemente. La empresa adjudicataria del mantenimiento ultimaba los preparativos en pasillos y rincones y recogía papeleras con restos de jardinería, mientras que los familiares ponían a punto el lugar de descanso de sus difuntos. Cubos de agua, botellas de lejía, botes de pintura y brochas, escobas y trapos para el polvo tomaban el lugar para convertirlo en un espacio digno de visita el 1 y el 2, Día de Ánimas.
Paco Ciordia Múgica paseaba por el cementerio después de realizar una visita a su panteón familiar. Para él era una rutina que repite muchas veces al año. En su opinión, el cementerio es un lugar agradable por su tranquilidad y se convierte en hito de muchos de sus paseos a pie. En este caso, su visita coincidía con la proximidad de Todos los Santos. Días atrás realizaba también alguna labor de limpieza. “Se suele echar un poco de veneno para matar las malas hierbas que crecen y a veces rotular también las letras. Será el día 30 cuando traigamos las flores con el coche”, apuntaba.
En otros momentos del año, señala Ciordia, la imagen del cementerio es bien diferente. “Esto hay que verlo en enero o en febrero, cuando las flores están marchitas y ni se retiran. Ahora es un jardín y da gusto. Yo vengo mucho durante todo el año, me doy un paseo y visito las tumbas de muchos amigos. Conozco donde están muchos conocidos. No me importa venir, al contrario me gusta esta tranquilidad”, añade el estellés.
Momentos tranquilos
Otra vecina de la ciudad del Ega, Ana Mari Botella Iturralde, de 81 años, colocaba con todo su cariño las flores frescas que acompañarían la tumba de su marido, fallecido hace año y medio. “Yo me acuerdo de él todos los días, pero este es un momento más especial”, decía ante el panteón donde descansan también los restos de cuñados, suegros y otros familiares. “He buscado un rato tranquilo para traer las flores. Igual vengo también el día 1 de visita, no lo sé; suelo venir muchas veces, cuando me apetece. Cojo un taxi y me subo”, declaraba, admitiendo la ausencia dolorosa de su marido recientemente fallecido.
Una pérdida próxima en el tiempo es la que sufría igualmente otro de los vecinos que, con azada y escoba en mano, acondicionaba las tumbas y panteones de sus familiares. “En agosto murió mi hijo, que está enterrado en Sesma. Aquí en Estella me ocupo de preparar otras tres tumbas de familiares, una de ellas de mi tatarabuelo. Hace como dos años retiraron una cruz que delimitaba el espacio y ahora me ocupo de limpiar un poco la zona para mantener su memoria”, apuntaba Luis Mª Aramendía Fuentes, de 52 años.
Aramendía esperaba que los trabajos en Estella no le llevaran más de una hora; eran labores sencillas de limpieza. “Me suele tocar a mí pero no tengo ningún problema en ocuparme de estas cosas. Es una manera de mantener la tradición y de rendir un homenaje especial a los que no están. Esto es lo que nuestros padres nos han enseñado a hacer de pequeños y aquí estamos”, señalaba.
¿Harán lo mismo las nuevas generaciones? “Yo no lo hago para que luego lo hagan por mí. Me conformo con que me recen una oración desde casa y me recuerden”. En su opinión, el día 1 es de excesiva afluencia en los cementerios, por lo que los días previos se consiguen momentos de mayor paz y recogimiento.
Título
Horario de visitas
El camposanto estellés tiene horario de 9 a 18 horas, de lunes a viernes; y los sábados de 9 a 14 horas
También abre sus puertas todos los primeros domingos de mes