
El programa comenzaba oficialmente a las siete de la mañana con una aurora cantada a San Vicente a cargo de la Asociación de Auroros Santa María de Los Arcos. A las doce del mediodía era la hora señalada para esperar ante la fachada del consistorio el lanzamiento de trozos de pan bendecidos. Cumplido el reparto de este alimento básico, en el zaguán de la casa consistorial se repartía en mano el vino, en botellas, de las bodegas del municipio.
Mientras que muchas cuadrillas celebraron comiendo en cuadrilla la festividad de San Vicente, otra comida organizaba la Corporación junto a invitados a las tres de la tarde.
San Vicente fue diácono que confesó su fe con Lorenzo y Esteban y por sus venas corría la sangre de una familia consular, originara de Huesca, allá por el año 304. En honor del santo, Los Arcos cuenta con una ermita en su nombre, hoy derruida, enclavada en el antiguo pueblo de Yániz, en el término municipal.
Antiguamente, en la fecha señalada, el Ayuntamiento acudía en cuerpo de Corporación a rendir culto al Santo y se celebraba una misa por la mañana. A su término, el pan, bendecido, se arrojaba por una pequeña ventana de la ermita. La tradición hoy se realiza en el ayuntamiento de la localidad.