Con orgullo y con amor a la profesión que practicó su abuela, y después su madre, Iranzu, actual propietaria del negocio en la calle Mayor, cuenta la historia de una familia de mujeres valientes que compartieron y se pasaron el conocimiento de generación en generación como el mejor de los legados.
Paca Irisarri tenía 18 años cuando en 1923 decidió viajar a Bilbao para aprender a ser peluquera. Su padre, fallecido cuando ella tenía 15 años, trabajó como barbero. La joven sabía que tenía que ganarse la vida y cogió la maleta para emprender un camino que hoy se sigue trazando. “Mi abuela supo de las hermanas Adorno, peluqueras en Bilbao que habían ido a aprender a París, y allí se presentó. ¿Pero qué te vamos a enseñar?, le dijeron, pero la verdad es que estuvo unas semanas con ellas”.
En Bilbao, ‘la Paca’ conoció las modas recién llegadas de Europa y aprendió el corte a lo garçon, las ondas al agua y las primeras permanentes, que se hacían en caliente. De vuelta a Estella, y gracias a la colaboración de dos familias amigas que la ayudaron, puso su primer salón en un piso de la calle de El Puy. Nacía la primera peluquería de Estella. Hasta el momento, sólo existía el trabajo de las peinadoras, que iban a casas “pudientes” para hacer el moño a las señoras.
Desde la calle El Puy, Peluquería La Paca se movió por otras ubicaciones, entre ellas un piso en la calle Comercio y, más tarde, un primer piso en la calle Mayor número 25, que el lector recordará. Fue en 2004 cuando se abrió el nuevo local de La Paca en la misma calle, en el número 47.
Durante tres años La Paca ejerció como única peluquería en Estella, después llegaron otros negocios, entre ellos los de algunas familiares, hasta sumar los cerca de cincuenta establecimientos que existen en la actualidad en la ciudad del Ega.
Segunda generación
De madre a hija, Asun Roa Irisarri aprendió el oficio de su madre, con la que trabajó desde los 14 años. Asun estudió manicura y peluquería con 16. Adquirió de su madre los secretos de un buen peinado y “a dar el gusto a las clientas”. “La peluquería se convirtió en un lugar de encuentro y tanto Paca en sus inicios como mi madre después fueron consultoras escuchando las preocupaciones de sus clientas y amigas”, cuenta la nieta.
Explica Iranzu Leza que la peluquería siempre ha sido un servicio popular, asequible a todas las mujeres, después también para los hombres. “Cuando mi abuela abrió la peluquería todo el mundo venía aquí. No había otra y todas las mujeres quería ir a la peluquería. La mayoría lo hacía una o dos veces al año y, algunas con dinero, hasta todas las semanas”, añade.
Iranzu Leza recuerda las anécdotas que contaban sus antecesoras, como cuando su abuela peinaba a las chicas para ‘vistas’. “En la peluquería hemos peinado hasta a cinco generaciones de mujeres y las hemos acompañado en los momentos importantes, como las comuniones y las bodas. Mi abuela también peinaba a las chicas que iban a conocer a un posible marido, todo apañado por las familias. Venían a la peluquería para estar guapas ese rato y mi abuela siempre les decía que volvieran para saber cómo había resultado”, se ríe Iranzu Leza.
El tercer eslabón del negocio familiar lo representa Iranzu Leza, quien desde pequeña rondaba por la peluquería y aprendía de su madre. Estudio y comenzó a trabajar en 1985. Desde 2004 regenta el negocio en solitario en su salón de la calle Mayor, lugar que el pasado 22 de abril, justo cien años después de que su abuela abriera la primera peluquería de Estella, ofreció una fiesta de agradecimiento a familiares, clientas, trabajadoras y amigos.
¿Seguirá habiendo relevo?
Un siglo de recuerdos
Esta selección de imágenes tiene como protagonistas a Paca Irisarri, Asunción Roa, clientas, trabajadoras y amigas que dan muestra de los peinados y de la moda de décadas pasadas en Estella. La tarjeta es la invitación que Paca realizó cuando abrió el primer salón de peluquería de ciudad del Ega en 1923.