“Llegué de Vizcaya motivado por el primer director José Luis Gorostidi y por su proyecto de innovación basado en la recuperación del euskera en zonas sensibles donde había desaparecido. Con él me formé durante dos años y un día tomando una cerveza me dijo: me voy a Pamplona, lo tomas o lo dejas. Y cogí la dirección. Yo digo que fui un director de ladrillo porque me tocó la época de la compra de Escolapios, de la construcción del centro actual, de la remodelación del edificio de escolapios y también de la escuela infantil. Eran tiempos difíciles y todo se iba pagando, tuvimos mucha ayuda de los Oinez, del Gobierno de Navarra y de las familias.
Ikastola es lo que es gracias a la implicación de todo un colectivo en un proyecto. Con seis horas de docencia no era suficiente para educar en euskera en un entorno en castellano por eso llegábamos a mucho más, organizábamos actividades de tiempo libre y en verano.
Después de la etapa del ladrillo llegó una etapa más pedagógica que ha convertido a la ikastola en lo que hoy es, con proyectos punteros, por ejemplo el de inglés en etapas tempranas o el de ‘Euskaraz Bizi’. No podemos olvidar que Lizarra Ikastola no es un centro aislado sino que forma parte de una Federación, muy importante para la puesta en marcha de los proyectos”.
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