¿Cómo recuerdas tus inicios en Lizarra Ikastola?
Vine en 1987, la ikastola estaba creciendo mucho. Esos años llegamos varios profesores jóvenes con muchas ganas de trabajar. Recuerdo que la junta que nos llamó era una junta muy entregada y también los profesores nos entregábamos mucho. En aquel momento tenía 21 años y la seguridad de tener vocación, pero poca experiencia. La experiencia se va ganando poquito a poco.
¿Qué centro era cuando llegaste y qué centro es hoy?
Yo creo que la ikastola de hoy es la ikastola que responde a la de aquel momento. Siempre el mismo tronco, las mismas raíces pero dando y dando ramas fuertes cada vez. La de hoy tiene muchas cosas en común con la ikastola que era antes: sigue siendo una cooperativa de padres y madres muy generosos, seguimos trabajando en equipo, con equipos directivos dispuestos a trabajar a diferentes niveles y que dan el 200%, profesores y profesoras con una gran vocación y alumnos que con el paso de los años vuelven con gran reconocimiento a los años que han vivido aquí.
Acumulas 34 años de experiencia en Lizarra Ikastola y el centro cumple 50, ¿pasa el tiempo rápido?
Es un centro muy vivo. La sociedad está cambiando continuamente y los niños y los jóvenes son la savia fuerte de nuestra sociedad. Para responder a la vocación de nuestro tiempo tenemos que adaptarnos continuamente e imaginar cómo lo podemos hacer. Tenemos la ventaja de hacerlo en equipos.
En este tipo de trabajo no hay rutina, pasa el tiempo rápidamente. Hay que estar dispuesto a hacer jazz, a escuchar al resto de los músicos y adaptarse. Es un centro muy vivo, cuenta con el apoyo social de las familias y de una población diversa, gente de todos los colores y con criterios diferentes que apoyan nuestro trabajo. Es una ikastola con gran futuro. 50 años parecen mucho, son la garantía de que estamos haciendo algo más o menos bien, pero probablemente es el comienzo.