Incertidumbre ante la escalada histórica del precio del combustible

Incertidumbre ante la escalada histórica del precio del combustible

Gestores de cuatro empresas de Tierra Estella –de transporte y logística, de autobuses, de paquetería y de una gasolinera- explican el impacto de la subida de los carburantes en sus negocios

Se vuelve a escuchar la palabra incertidumbre. Acompañó durante la crisis económica, lo está haciendo durante una pandemia que va poco a poco remitiendo y se refuerza ahora con el estallido de la guerra en Ucrania, conflicto al que se atribuye el incremento de los precios del combustible que, en escalada, no frenan desde enero. Los precios desorbitados del diésel y la gasolina no dejan indiferente a nadie: ni al consumidor de a pie ni a las propias gasolineras ni a las empresas del sector del transporte, cuyo gasto en combustible se ha disparado en los últimos meses comprometiendo, incluso, su viabilidad y su futuro.

La huelga del transporte por carretera lo puso de manifiesto. Hasta hace unos días, los transportistas denunciaban mediante el paro de su actividad los precios históricos del combustible, una situación insostenible que les lleva a trabajar incluso con pérdidas.

No corren buenos tiempos para las empresas que dependen del combustible. Sergio Ripa, gerente de Transportes y Logística Ripa, radicada en Murieta, se refiere a la importancia vital de trabajar sin subcontratas para sobrevivir en una situación dificultada hasta el extremo con los precios disparados del combustible.

En el caso de su negocio, dedicado al transporte de mercancía a granel, el gasto en combustible ha pasado de representar un 30% de los costes a casi un 50% en los últimos tiempos. “La situación que vive el sector es difícil, el gasóleo es la gota que colma el vaso. Arrastramos problemas de atrás, como la dificultad para contratar chóferes, el incremento de precios en las ruedas y de los talleres y la subcontrataciones sin regular que pueden suponer ingresar hasta un 40% menos de lo que paga el cliente”, explica Ripa.

En su opinión, los precios actuales de la gasolina no dejan más maniobra que repercutir la subida en las tarifas a los clientes. “No queda otra, repercutimos los costes en nuestros precios, pero no en toda la proporción, eso seguro. Si tienes clientes directos se puede ir tirando, pero si dependes de subcontratas y las cosas siguen así con la gasolina, va a caer mucha gente. Muchas empresas no van a poder aguantar. En nuestro caso hemos decidido quitar uno de los camiones”, explica. Actualmente, Transportes y Logística Ripa dispone de una flota de siete trailers en rutas nacionales y con algo de presencia en Francia.

Transporte de pasajeros por carretera

El subsector del trasporte de pasajeros por carretera se ve en una situación similar. Desde la empresa de Estella Autobuses Gurbindo, su gerente, Nerea Zalduendo Gurbindo, asegura que tras dos años de pandemia, ahora que la actividad comenzaba a recuperarse, llega el precio disparado de los combustibles. “Somos una empresa de muchos años y bien consolidada, pero la pandemia fue un duro golpe. Nuestra facturación se vio reducida a cero durante meses, hasta hace muy poco. Y ahora la gasolina. Esta situación nos está obligando a cambiar la forma de trabajar”, cuenta.

Nerea Zalduendo, copropietaria junto a su hermano Aitor Zalduendo Gurbindo, explica que el desmedido incremento del precio de los combustibles es la puntilla a su sector. “No nos queda más remedio que repercutir los precios, es imposible mantenerlos. Es una decisión yo diría que sectorial. En pandemia hemos aprendido muchas cosas, como que los presupuestos no se pueden dar a largo plazo teniendo en cuenta, sobre todo, la volatilidad del precio de la gasolina”, cuenta.

Autobuses Gurbindo tiene una flota de siete autocares y realiza servicios de trasporte escolar, laboral y viajes discrecionales, en los que incluyen traslados a bodas, excursiones y otras actividades de ocio y circuitos vacacionales tanto nacionales como internacionales.

Su plantilla la componen actualmente doce empleados pero han llegado a ser muchos más. “Nos sentimos incomprendidos como sector. Nuestras empresas soportan mucha deuda porque los vehículos tienen un coste elevado. Se les atribuye una vida útil de 16 años pero a la hora de la verdad la competencia y las exigencias, por ejemplo, del transporte escolar, reducen esta vida a 10 o 12 años para poder ser competitivo. En pandemia, hemos perdido dos años útiles de estos vehículos y, ahora, llega el precio del carburante”, apunta la gerente.

Paquetería en la Merindad

MRW Estella realiza un trasporte de cercanía, el reparto de paquetería en la Merindad de Estella. Su situación nada tiene que ver con la de los transportistas de rutas largas, pero explica Javier Lanza Amigot, copropietario de la oficina de Estella, que son en torno a 1.000 kilómetros los que sus tres furgonetas recorren en total cada día.

“No hacemos grandes kilometradas como otros transportes. Vamos a Pamplona a cargar mercancía y luego la repartimos por la zona y el precio de los combustibles se nota. Nuestros costes en carburante han aumentado un 60% con respecto a hace un año. Dentro de nuestros gastos, es uno de los principales, junto con el de personal”, asegura. Cinco son las personas que trabajan en MRW Estella, la única empresa de paquetería con oficina física en la ciudad del Ega.

Javier Lanza añade que el sector de la paquetería, tras unos años de rápido crecimiento, ahora está estable. “Las compras online han revolucionado este sector. Antes la gente no compraba y en la actualidad casi todas las personas compramos cosas por Internet. En pandemia fue increíble, se dispararon las compras, cada día eran muchos los repartos y fue complicado poder llegar a todo. Ahora hemos vuelto a la situación de antes de la pandemia, pero la gente ha normalizado la compra online, forma parte de su vida”, cuenta.

Gasolineras que financian al Estado

La gerente de la estación de servicio BP, Nuria Mauleón Villar, es testigo cada día del impacto que tiene la escalada del precio del carburante en la sociedad y en su negocio.

La situación la sufre como gestora de dos establecimientos, el de Estella y otra estación en Huarte. La medida paliativa que estableció el Gobierno hace unos días de descontar al consumidor 20 céntimos por litro no le convence. Se trata de un dinero, 15 céntimos (los otros 5 los aporta la petrolera) que la gasolinera tiene que adelantar al Gobierno. La medida ha obligado a Nuria Mauleón a pedir dos créditos a entidades bancarias para poder hacer frente a 10.000 euros en concepto de descuentos de un viernes a un lunes. Los intereses corren de su cuenta.

Es la situación que viven estos días todas las gasolineras del país. “Es un momento de mucha incertidumbre. Llevo muy poquito tiempo gestionando estas dos estaciones y empecé muy bien, pero en enero las cosas empezaron a cambiar y en febrero, con la guerra de Ucrania, estoy con mucho miedo”, asegura.

Nuria Mauleón está a la espera de recibir el primer anticipo tras la medida de los 20 céntimos. A día 5 de abril, seguía esperando. “El Gobierno de España me dio una respuesta positiva pero me remitió al Gobierno de Navarra porque tenemos Hacienda propia; sigo esperando respuesta de nuestra Administración. No es justo que sea yo quien asuma ese gasto de 15 céntimos. Hoy vendemos a pérdidas”, cuenta.

En su opinión, la medida “no es ninguna medida, sino un engañabobos”. “Va a hundir a las pequeñas estaciones, porque las petroleras pueden asumir ya que tienen muchos canales. El Gobierno basa la devolución de los 15 céntimos en la facturación del mes del año anterior y luego tendremos que hacer los ajustes pertinentes con Hacienda. Esta medida dura hasta junio y en julio ¿qué hacemos? Pienso que lo mejor sería meter al combustible un IVA súper reducido del 4%, que ya son 21 céntimos, pero entonces de ese 4% el Gobierno no cobra impuestos. La situación es desoladora”.

Desoladora y sin precedente. Una situación que el sector de las gasolineras no entiende. “En mi caso compré en enero a 95 céntimos el barril y ese combustible lo vamos a vender ahora. Que suban los precio ahora, bueno, lo podría entender pero en enero no tiene sentido”.

¿Y el consumidor? ¿Ha cambiado sus hábitos de compra? Explica Nuria Mauleón que sí, muchísimo. Aunque las personas que conducen por trabajo siguen llenando en buena medida el depósito, muchos otros conductores están gastando menos. “En marzo vi el cambio. De llenar con Ultimate, que es el combustible superior, a poner 10, 20, 30, 40 euros, pero también te piden, 10, 7 y hasta 5 euros”.

La volatilidad de los precios del combustible no tiene parangón. En mayo de 2020, justo después del confinamiento domiciliario, el diésel costaba 88 céntimos el litro. Hoy está un euro más caro. Detalla la propietaria de la gasolinera BP de Estella que el 1 de enero de este año, el precio era de 1,419 euros. El 5 de enero estaba a 1,849 el diésel y a 1,819 la gasolina (sin el descuento al consumidor de 20 céntimos).

El pico se alcanzó el 10 de marzo cuando aún no había descuento y los precios llegaron a 1.909 y 1.929 el diésel y la gasolina, respectivamente. “Yo creo que ya no veremos más los precios de antes y, aún con los descuentos, el 1.60 euros el litro es un precio excesivo. La experiencia dice que cuando los precios suben es muy difícil que bajen”.
“Parece mentira que hayamos podido llegar a esto”, concluye Nuria Mauleón.

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