David Mansoa reconocía que esta idea ya le rondaba por la cabeza. “Pagamos dinero por ir a carreras y siempre pensaba que se podría hacer algo solidario. Lo del ‘Everesting’ lo pensé para hacerlo en el monte, pero con el tema del confinamiento me compré una cinta y como tardó en llegar, me puse a subir y bajar escaleras y fui haciendo cálculos. Después le comenté la idea al presidente del club. Yo me encargué de lo físico y ellos de toda la organización benéfica”, detallaba Mansoa, quien añadía que entrenó más a fondo la semana anterior al reto. “Calculé que podría conseguirlo en 14 horas y, al final, acabé el reto en 13 horas y cuarto. No tenía la seguridad de poder conseguirlo, la verdad. Ascendí las 19 escaleras, que miden más o menos 3,33 metros, unas 2.665 veces, más o menos”.
En la mente, cálculos y personas
El reto dio inicio pasados unos cuatro o cinco minutos de las siete de la mañana. “La primera media hora o tres cuartos de hora me costó coger el ritmo y después fue bien. Paré a comer el arroz con pechuga de pollo hacia las dos y me duché. Cuando me incorporé me costó bastante, pero tenía claro que había que seguir. A partir de las 16:30 horas tenía bastante claro que podría, aunque siempre está el riesgo de sufrir algún calambre o mareo”. David Mansoa informaba de que la subida la calculó con un reloj. “Le daba al reloj cada vez que subía”.
“No quería tener protagonismo, pero al ser por un fin benéfico no me importa tanto”
A la pregunta de qué se piensa durante tantas horas mientras subes y bajas escaleras, el atleta respondía que se dedicó a hacer cálculos relacionados con el reto. “Y también me acordaba de la gente que me había dado ánimos y apoyado”, reconocía. David Mansoa está impactado por la repercusión que ha tenido la iniciativa. “No quería tener protagonismo, estas cosas no me gustan, pero al ser por un fin benéfico no me importa tanto”, explicaba. Cuando llegó a la cumbre, David se sentó un rato. Ya de nuevo en el interior de su casa, cenó y descansó en el sofá. Esa noche no soñó con escaleras y, al día siguiente, las escaleras se le resistían más que el día del reto. David Mansoa ya puede decir que en el estado de alarma consiguió llegar desde Oteiza a la cima del Everest.