“Este año, los integrantes de la banda de música cerraron la kalejira“
A las 17.30 horas, la comitiva festiva partía de la ikastola, después de recibir a Olentzero. El carbonero, subido en su vehículo, estuvo precedido en el desfile por la música de la txalaparta, los joaldunak, los baserritarrak, la comparsa de oficios, los danzaris de Larraiza y los gaiteros Deierri, las trikitixas, Mari Domingi, los txistularis y los niños más pequeños del centro escolar. Completaban el grupo otros colectivos, como los danzaris de Ibai Ega y los gaiteros.
Este año, la banda de música cerraba la comitiva. La razón era guiar las canciones para que todo el mundo se animara a cantar alto y claro. Los cantos a Olentzero y la Navidad pusieron el ambiente en las calles por las que pasan los colectivos. En concreto, recorrieron San Francisco Javier, la plaza de la Coronación, las calle San Andrés, Baja Navarra, Mayor, la plaza Santiago, Calderería, la plaza de los Fueros, la Estrella y, por la Navarrería, volvieron por las calles Mayor, Baja Navarra, Inmaculada, Gustavo de Maeztu y San Francisco Javier, hasta la ikastola.
Junto a la carroza de Olentzero viviente, con una recreación de Urbasa y una carbonera, otras compusieron la comitiva: en concreto, la carroza de Mari Domingi, incorporada en 2007, la carroza con el nacimiento viviente, integrado por dos alumnos de primero de la ESO, y el Olentzero en andas, que portaban alumnos de primero de Bachillerato. Como novedad este año, se sumaba una cuarta carroza, realizada por el colegio público Remontival.
En la tarde de bienvenida al carbonero de Urbasa se repartieron en torno a cien kilos de castañas, un producto que Olentzero trae cada año en su visita a Estella. Al término de la Kalejira, en el frontón de Remontival, recibió personalmente a muchos niños, que sentados en sus rodillas, hicieron sus peticiones.
Olentzero llegaba a la ciudad del Ega cargado de regalos, aunque para su reparto esperó unas horas. Cuando los niños dormían plácidamente, recorrió una vez más las casas de la ciudad del Ega para depositar bajo
el árbol las peticiones de los más pequeños.