Azcona se convertía en anfitrión del valle de Yerri por primera vez en una fiesta itinerante que ya han organizado la mayor parte de los Concejos. El próximo año será Ibiricu el pueblo que tome el relevo y centre sus esfuerzos en una buena acogida. La preparación de la cita supone largas horas de trabajo, un esfuerzo traducido en la limpieza de las calles, en los adornos florales de las casas, la habilitación de espacios para acoger las actividades y la elaboración del programa.
El viernes día 5 comenzaba la fiesta con el nombramiento del Padre Tarsicio de Azcona como hijo predilecto. El religioso, residente en Pamplona, acaba de escribir recientemente un libro sobre el valle. Por la tarde, Mendigaña Urbina pronunciaba una conferencia y a las nueve tenía lugar la fiesta de la cerveza, con cervezas especializadas y salchichas, cortesía de la empresa de cervecera asentada en la localidad. La música llegaba hasta la madrugada.
Cena para 300
El sábado día 6 se preparó una carbonera con bastante éxito de asistencia y seguía la mañana con ludoteca y un aperitivo para los niños. Por la tarde, Azcona era escenario de una prueba de goitiberas puntuable para el Campeonato de Navarra que atrajo a muchos visitantes. Un espectáculo de magia, la música de txalaparta y de la txaranga de Alloz y el taller de teatro Lagunartean, integrado por personas del valle, sirvieron de transición hasta la noche. La cena popular, amenizada con rancheras, reunía a 300 personas. Después, continuaba la música.
El domingo fue sin lugar a dudas el día fuerte de las fiestas. A las auroras y chocolatada de la mañana se unieron los talleres y exposiciones de artesanía, hinchables y una conferencia ofrecida por el homenajeado Tarsicio de Azcona. También hubo misa, aperitivo, bailes y comida popular. Por la tarde siguieron las exposiciones de artesanía, pintura y de fotos, y un espectáculo de trial. A las siete se bajaron las banderas simbolizando el fin de fiesta. •