“El mus y la brisca congregaron en el atrio a 28 parejas“
El concejal de Festejos, Victorino Haro Urmán, inauguraba las fiestas el sábado 7 de septiembre. El alcalde de Arróniz, Ángel Moleón Segura, le otorgaba el honor como reconocimiento a su trabajo en el Ayuntamiento y también al de su partido. Con el estallido del cohete, el rojo y el blanco se adueñaban de plazas y calles, donde discurrieron buena parte de las fiestas de septiembre en honor de la patrona, la Virgen de Mendía. Para toda la programación, el consistorio destinó 55.000 euros, la mayor porción de una partida anual de 84.700 euros destinada a fiestas.
Las jornadas discurrían entre vermús con música, encierros, vaquillas y capeas, almuerzos, comidas y cenas populares, pasacalles con la banda Mendi-Zarra, procesión hasta la basílica de Mendía, disco-móvil, toro de fuego, actuaciones infantiles, disfraces y concursos de tortillas de patata. El lunes estuvo dedicado a los niños, con intercambio de vara de mando entre el alcalde y su homólogo infantil, con ofrenda floral a la Virgen de Mendía, y comida popular, organizada por la Apyma del colegio La Balsa, además de los disfraces y diversas atracciones infantiles.
Los mayores tenían reservado el martes, y para ellos se preparó una misa homenaje que terminó en aperitivo. En el frontón se reunían después en torno a una comida de fraternidad organizada por la Asociación Santa Cecilia. El miércoles era para las mujeres, que disfrutaron de una misa con aperitivo y de una comida popular en el frontón.
Jueves de partida y pochas
Con un campeonato relámpago de mus y brisca, que se desarrolló durante toda la mañana, comenzaba el jueves, Día de las Cuadrillas. Nunca un nombre mejor buscado para una jornada que ya reunía a amigos y vecinos en torno a las cartas en el atrio de la iglesia unas horas antes. Dieciséis parejas masculinas y doce femeninas competían entre sí para hacerse con los jamones que de premio se entregarían a los primeros y segundos clasificados de las dos modalidades.
Las parejas formadas por Milagros Ajona Echeverría y Delia Martínez Aramendía y Carlina Fernández Mauleón y Amaia Martínez Echeverría llamaban a la suerte en cada mano. Todas habían participado en alguna otra ocasión en un concurso veterano ya en el programa; de hecho, el grupo contaba con la segunda pareja como las ganadoras de la edición anterior. También por el jamón, y por pasar un buen rato, se habían reunido en la mesa de al lado Candi Etayo Ladrón de Guevara, Ani Ilzarbe Díaz, Pili Barbarin Lázaro y Celes López de Dicastillo Osés.
Entre el sector masculino, que disputaba acaloradas partidas de mus, se encontraban Jesús Díaz Iturralde, José Luis Morrás, Jesús Lamaisón Llanos y Luis Mª Fernández Iturralde. “Jugamos por pasar un rato. Hoy en un buen día de fiestas, luego tenemos la pochada, mariachis y vacas”, decía Díaz.
En efecto, las mesas que acogían tapetes y barajas durante la mañana fueron testigo poco después de la reunión de las cuadrillas, de todas las edades, y de las tertulias, en torno a las pochas. Pochas, que a fuego lento se cocieron durante toda la mañana. ¿Dónde? En la sociedad ‘La Pedregada’. Varios de sus socios, con los “cocineros” oficiales al frente -Enrique Arana Ollobarren y Miguel Lerga Valencia- se afanaron en un guiso que degustarían cerca de 600 personas.
Una mañana de preparativos
Los socios de La Pedregada asumieron esta responsabilidad hace diez años y durante este tiempo han logrado perfeccionar un plato exquisito típicamente navarro. A las 8.30 horas comenzaba la actividad en la sociedad gastronómica. Los más madrugadores eran los cocineros, que colocaron los caballetes, los hornillos y las siete cacerolas de unos 45 litros cada una. “A las 10 comenzábamos entre varios a picar los ajos, la cebolla y el pimiento y lo hemos puesto todo a hervir con las pochas, con aceite de Mendía; ahí está la clave. También hemos cocido los chorizos, jamón y tocino en otra perola. Lo ponemos aparte y, cuando las pochas están cocidas, le quitamos la grasa, lo troceamos todo y lo repartimos entre las cacerolas”, explicaba Enrique Arana.
¿La sal? “Las pochas no llevan, por el condimento que echamos después. Cuando lo hemos añadido, lo probamos y, entonces, vemos cuánta necesita”, añade su compañero Miguel Lerga. “Nunca hemos oído una sola queja. Se ha cogido perfectamente el punto, las proporciones, y salen muy buenas”, apunta Antonio Barbarin. Junto a ellos, otros socios colaboraron en la mañana de preparativos. Era el caso, por ejemplo, de Pedro Álvarez de Eulate Marquínez, Gerardo Sanz de Galdeano Osta, Jose Mª San Juan Garraza o Pablo Osés Ajona.
En torno a las tres de la tarde, el atrio de la iglesia se convertía en un hervidero. Las cuadrillas esperaban con ganas el plato estrella de la jornada y también de las fiestas.
Concurso de charangas
Desde hace tres años, Arróniz celebra el último día de fiestas una concentración de Charangas. Bien recibidas por el pueblo por su contribución al ambiente en la calle, en esta ocasión se acercaron las charangas ‘Turrutxiki’, de Esquíroz; ‘Las Peñas’, de Murchante; ‘La Pacharanga’, de Calahorra, y la charanga ‘Malababa’, de Estella. Su actuación tenía este año un aliciente especial, un concurso para elegir a la mejor, después de haber tocado en pasacalles, durante el vermú, en las vacas y de haber hecho una demostración de tres piezas sobre el escenario. El primer premio, de 1.000 euros, recayó en ‘Las Peñas’; el segundo, de 500, en ‘Turrutxiki’, y las menciones por musicalidad y ambientación, valorados en 250 euros, fueron, respectivamente, para ‘Malababa’ y ‘La Pacharanga’.
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¿Sugerencias para las fiestas?
Olga Martínez Barandalla. 49 años.
“Recortar un poco las fiestas y concentrar más los actos. Entiendo que la gente joven no esté de acuerdo, pero la realidad es que los que somos un poco más mayores no salimos por la noche y no hay mucha actividad”.
Conchita Gilabert Jiménez. 64 años.
“En mi opinión hay muchas vacas. Me parece bien pensando en la gente que le gusta, pero yo completaría la tarde con otras cosas, como una orquesta, con mú?sica buena para bailar”.
Sabino Echeverría Castillejo. 50 años.
“Lo que dicen muchas personas: cambiar las fechas para que no coincidan las fiestas con el inicio del cole y acortarlas a cuatro o cinco días, más intensos y con más calidad. En mi opinión, ocho son muchos días”.