La idea nació cuando dos vecinos de Muniáin, Miguel Ángel Arrastia y José Luis Lizarraga, decidieron limpiar el camino que antes se utilizaba como paso del ganado. Poco después, otras vecinos de la localidad -Verónica Lizarraga, Cristina Echeverría, Natalia Fernández, Jesús Echeverría- se implicaron en la realización de la pequeñas obras para dar a la senda un toque de color. El resultado son, entre otras, tablitas con animales dibujados, calaveras de animales customizadas, caracoles de colores o setas escondidas entre la vegetación. Se trata de pequeños tesoros para descubrir durante un paseo que permite subir hasta Montejurra.
El Pradillo comienza en la parte alta del pueblo. Es un camino señalizado que arranca desde la plaza de San Ramón y da acceso al monte, hacia la balsa. Termina en la parte baja de la ermita de San Sebastián, en el parque de El Raso, pero se puede seguir hasta Montejurra. Explica el alcalde, Javier Fernández Velasco, que el camino siempre ha existido pero en los últimos años se había cerrado por la vegetación y se había quedado en desuso.
“Era uno de los accesos para llegar a Montejurra y se utilizaba cuando en el pueblo había ganadería. Ahora estas personas lo han recuperado y la gente joven ha hecho las obras. En el pueblo hay vena artística y animamos a su vista. Es un camino muy entretenido para familias con niños”, apunta.
La concejal de Cultura, Cristina Echeverría, participa también como autora de algunas de las pequeñas obras. “La idea surgió a raíz de una gymkhana que Verónica realizó con losas dibujadas. Después fuimos sumando cositas porque la verdad que en Muniáin somos muy creativos, nos gustan las manualidades. De hecho, en Navidad también decoramos las calles con nuestros propios adornos”, cuenta.
Quién lo desee puede acercarse hasta El Pradillo y disfrutar buscando los pequeños tesoros que invitan al disfrute de la naturaleza y del arte colorista.