Iñigo Echarri Baquedano, Rocío Echegaray Tomás y Lucía Ciriza Iparraguirre, con edades comprendidas entre los 19 y los 21 años, son ejemplo de ello. A los tres les avala una tradición familiar. Han visto muy de cerca el compromiso con la Cofradía, y también han sabido animar a muchos de sus amigos, e incluso a la cuadrilla, para colaborar el Viernes Santo en la ciudad del Ega. “Mi familia siempre ha estado vinculada con la cofradía. Primero mis abuelos, Pachi Baquedano y Ana Mari Osés, después mi padre y ahora yo. Desde pequeño lo he vivido muy de cerca, siempre estaba al lado y desde que mi familia dejó he querido llevar uno de los pasos”, cuenta Íñigo Echarri Baquedano, estellés de 19 años y estudiante de Automatización y Robótica Industrial en el politécnico. Y ese día llegó. En la procesión de 2022, con 17 años, Echarri tuvo ocasión por primera vez de portar La Dolorosa. “Para mí fue todo un orgullo, quería coger el relevo y estaba muy nervioso por si estaba al nivel. Fue muy emocionante, y ya no lo quiero dejar. Este año va a ser mi tercera vez”, explica. En la pasada edición, el joven se comprometió a llevar el paso durante todo el recorrido, un reto que quiere repetir también este año. “Son dos horas y media y se hace duro, sobre todo en las cuestas. Para mí es una prueba y un logro físico por los kilos que soportas, pero si el paso está bien nivelado no es un problema”, añade. Junto al legado familiar, participar en la Procesión es para Íñigo Echarri un acto de devoción. “Es un acto religioso y una experiencia que vivir en la vida. Es también una manera de aportar, porque desde fuera se ve como un acto bonito y para que así sea hay que participar desde dentro. Animo a la gente que pueda a venir a ayudar a la cofradía”.
Cuestión de voluntad
Desde bien pequeña, al igual que Íñigo Echarri, Rocío Echegaray Tomás, de 21 años, ha vivido la Procesión y los preparativos de la Cofradía de la Veracruz muy de cerca debido a la implicación de sus padres. “Con 6 años ya iba con al lado del paso con la vela. Más tarde, llevé el Arca de la Alianza junto a otros niños, en diferentes momentos he portado alguno de los cuatro elementos y he participado también descalza, como penitente. Cuando mis padres nos dieron a mí y a mis hermanos la oportunidad de seguir colaborando, no tuvimos ninguna duda. Hoy mi madre es la vicepriora de la Hermandad, la priora del paso y nos implica a mis hermanos y a mí en lo que haga falta”, cuenta. Los hermanos Echegaray lo hacen muy gustosos. “Siempre hemos visto a nuestro alrededor la ilusión de mi madre, de mi padre y del resto de la gente y siempre he querido llevar un paso”. El suyo es La Verónica y este 2024 va a ser la segunda vez que forme parte del grupo de porteadores. Rocío Echegaray asegura que no hay impedimento ninguno para una persona joven ni para una mujer, solamente hay que querer hacerlo. “Llevas entre 35 y 40 kilos sobre el hombro, si el paso está bien equilibrado. Y ése es el papel de los priores, que han de preocuparse no solo de encontrar gente sino de que el peso esté bien repartido. Con los relevos llevar las andas no es un problema, para nadie. Y si no puedes, son muchas otras cosas en las que se puede ayudar en la cofradía. Hombres y mujeres por igual participamos en la limpieza de los pasos, en la colocación de las flores, enmontar y desmontar los pasos del camión, en todo. El ambiente es muy bueno, todos somos como una familia, de casa”, cuenta. La joven anima a la gente que se acerque a colaborar. “Hemos pasado años malos pero la edición pasada hubo incremento de personas jóvenes y colaboramos para que no se pierda la tradición. Yo me siento orgullosa”, dice.
Segunda vez en el Santo Entierro
Otro ejemplo de compromiso con la procesión del Santo Entierro lo representa Lucía Ciriza Iparraguirre, estellesa de 19 años y estudiante de Trabajo Social en Pamplona. “El hermano de mi abuela porteó hace muchos años, luego mi abuelo y también lo hace mi padre. Mi primo y yo nos incorporamos el año pasado. Desde pequeña siempre he visto a mi padre, y me enorgullecía. Ahora yo lo vivo también desde dentro compartiéndolo con él”, asegura. Este 2024 será la segunda vez que participe como porteadora en el paso del Santo Entierro. “Cuando llegué el pasado año me encontré muy buen ambiente por parte de la gente que ya estaba. Lo mismo de 65 años que de 30 que yo. Recibí muy buena acogida y por eso me encantaría que más gente joven conociera esta experiencia y se implicara”, destaca. Para Lucía Ciriza la religión es muy importante y, por lo tanto, la Semana Santa es una parte del año con mucho significado. “Son días especiales en los que se ve el compromiso tan fuerte de la gente que forma parte de la Cofradía y en la procesión, por eso en mi caso me apetece sentirme parte. Además de una contribución religiosa, lo es también cultural, una manera de hacer algo para y por Estella, de mantener una tradición que gusta a su gente y a otras personas de fuera que vienen a verla”. El viernes 29 de marzo, la joven de Estella participará en el porteo del Santo Sepulcro. Y lo espera con mucha ilusión. “Seguramente vuelva a ir adelante, porque no soy alta. Es cansado, pero terminas con una satisfacción enorme. Merece la pena”.