El programa comenzaba por la mañana con un paseo desde el ayuntamiento hasta el museo de piedras y maderas del vecino Félix Mari López, donde después se degustó un almuerzo. Una misa a las doce del mediodía en la ermita de San Bartolomé, en Abáigar, con unas 60 personas, tomaba el relevo.
Llegaba después un aperitivo que servía para calentar motores antes de la comida popular que reunía en el polideportivo a 250 comensales. Una actuación de magia y los sorteos amenizaban la sobremesa, antes de que el ambiente festivo se trasladara a la Calera, donde empezaba a sonar la música de la orquesta.
Los fuegos artificiales y el toro de fuego hacían las delicias de los espectadores, sobre todo de los niños, y ponía fin a una intensa jornada, con carácter itinerante, que se repite cada año.
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Manualidades y recuerdos
Los vecinos se volcaron con la celebración del Día del Valle, no sólo secundando los actos organizados, también como artífices de la fiesta. Cabe destacar el esfuerzo de numerosas personas que prepararon en sus propias casas, además de en el club de jubilados y en las antiguas escuelas, sus manualidades, entre ellos trabajos en madera y cristal. En el polideportivo se instaló, asimismo, una exposición de fotografías de los ocho pueblos del valle que sirvió para despertar innumerables recuerdos.