“Los espacios públicos haN reabierto sus puertas y la asistencia a clase recupera cotas habituales”Tal y como el gobierno de México tenía previsto, el nivel de peligro de la gripe porcina que ha mantenido en vilo al país y al mundo entero disminuyó el pasado seis de éste mes. Hasta entonces la capital ha presentado un aspecto propio de un estado de excepción; los mensajes para no salir de casa han sido constantes, todos los espacios públicos se han mantenido cerrados y los militares han tomado las calles para repartir mascarillas.
Ahora, poco a poco, el DF vuelve a la cotidianidad y la mascarilla desaparece ya del paisaje urbano. El transporte público ha superado la escasez de usuarios que se ha dado durante la situación de alarma y va recuperando el aspecto normal. Así lo expresaba un conductor de un autobús público: “se nota un mayor movimiento de gente durante estos días, y es que, el número de viajeros en las últimas semanas ha sido muy inferior a lo normal”.
Al mismo tiempo, los espacios públicos han reabierto sus puertas. Así, los estudiantes de universidad y Secundaria, que el pasado jueves 6 de mayo volvieron a sus centros, son otro claro ejemplo del camino hacia la normalidad. En ese primer día la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) volvió a presentar la imagen habitual: desde primera hora de la mañana las entradas a los campus se vieron abarrotadas de coches y la asistencia a clase recuperó sus cotas habituales.
Desconfianza
Que la ciudad vaya recuperando la normalidad no ha disipado las opiniones de duda y desconfianza de la ciudadanía capitalina. Julio César Cortés, vecino de Coyoacan, vuelve ya a jugar con su niña en el parque y agradece el regreso a la cotidianidad. Aún y todo no esconde las dudas hacia la gestión que el gobierno ha llevado a cabo: “¿Dónde están los muertos? Si realmente es tan contagioso, ¿dónde y cómo están los familiares?”, pregunta. Luego concluye, “Aquí, en México, anualmente miles de personas mueren de gripes usuales y no se genera ningún tipo de alarma. ¿A qué se debe todo esto?”.
Cortés también habla de las pérdidas que le ha ocasionado el hecho de mantener cerrado su negocio durante dos semanas. Millones de mexicanos han sufrido la misma situación. “La epidemia nos ha afectado sobre todo a los trabajadores- afirma un taxista- y es que, a decir verdad, yo no conozco a nadie que haya enfermado. Lo único que conozco son las pérdidas económicas ocasionadas a la ciudadanía de a pie”.
Igualmente, se muestra crítico con la gestión sanitaria que se le ha dado al problema. “Encima está la carestía de los medicamentos y antivirales que se han puesto en marcha en el mercado. Las grandes empresas dueñas de las patentes han hecho de la gripe todo un negocio privado. Esto, en un país donde el número de trabajadores que pueden acceder al sistema sanitario público no llega al 5 %”, lamenta el operario.
Los primeros casos de infección por el virus influenza A se detectaron hace ya dos meses y es ahora cuando se han encendido las señales de alarma. Este hecho también ha despertado dudas. “¿Por qué ahora?” pregunta Beatriz Amezquita, ciudadana de la ciudad y profesora de comunicación en la UNAM. De seguido responde, “justo ahora, cuando la situación política del país se encuentra muy revuelta, podiendo estallar en cualquier momento y por cualquier lado, es cuando crean la alarma; así, en los días informativamente álgidos de la epidemia, por lo tanto cuando la psicosis colectiva en las calles ha sido mayor, han aprobado reformas legales muy duras como las que permite que las fuerzas puedan entrar en las casas o las que buscan la militarización del país”. Luego añade “que casualidad que todo esto se genere ahora, justo cuando la economía del país se presenta en sus momentos más delicados, justo cuando han hipotecado al pueblo con el FMI”.
Preguntada por el impacto ha nivel internacional que el asunto ha tenido, Amezquita añade, “ahora, siendo México un trampolín perfecto para lanzar turistas de todo el mundo, han creado buenas condiciones para reproducir ese discurso a nivel mundial, en un momento donde el modelo consumista del capitalismo y el mismo sistema en sí se encuentra en una profunda crisis”, apunta.
Poco a poco, la segunda ciudad más grande del globo va ofreciendo una imagen de normalidad ante los ojos del mundo. Esa normalidad, aún así, no ha traído la tranquilidad, y la gente, más que de los muertos y de los enfermos, habla ahora de la gestión que el gobierno ha hecho del asunto. La desconfianza es notoria. Aún así, el paso del tiempo cumplirá su papel y dentro de poco la misma epidemia como las críticas suscitadas serán olvidadas. “Esto pasará y nadie se acordará de una sola mascarilla”. •