““La procesión es labor de todo un año. No se prepara en los últimos quince días”
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Después de las últimas ediciones, una procesión sin lluvia, ¿un milagro?
Desde 1992 sólo se ha suspendido la procesión una vez y hace dos años los pasos tampoco pudieron salir de la iglesia. En cuanto al año pasado, la lluvia obligó a acortar el recorrido y a proteger los pasos con plásticos. Este último Viernes Santo, cuando vimos que podíamos salir y que no iba a ser necesario tapar, vimos y vivimos la procesión como deseábamos. Ha resultado muy bien, aunque también se escaparon unas pequeñas gotas.
¿Está contenta la cofradía de la Veracruz con el desarrollo de esta procesión?
Muy contentos, también con la participación de la gente. Cada año pedimos secundarios que acompañen a los pasos, también acudimos a la comunidad latinoamericana que están dispuestos a ayudar. Nos alegramos porque no nos faltan ni porteadores ni cofrades. Nada menos que 800 personas se implican en ella.
¿Colabora también la gente joven?
Mucho. Algún paso cuenta con un sesenta por ciento de jóvenes menores de 25 años, como La Dolorosa, con siete, la Cruz a Cuestas y el Santo Entierro. La implicación es total y la renovación no nos preocupa. El Viernes Santo necesitamos por cada paso cuatro personas que ayuden a cargarlos en el Santo Sepulcro y otras dos que esperen en la iglesia de San Juan. Me atrevo a decir que el setenta por cierto de los ayudantes eran jóvenes. También es importante que muchos padres hayan pasado el testigo a sus hijos como porteadores.
Se ha cumplido la decimonovena edición de la procesión después de que fuera recuperada, ¿la tradición está completamente consolidada?
La recuperación es un hecho desde el momento que colaboran 800 personas. La imaginería nunca ha estado en mejor estado, las andas son todas nuevas y cada año se hacen más túnicas. Sólo nos quedaría por recuperar las ‘zarramantas’ o túnicas presidenciales, con cola y capirucho, así como un báculo de presidencia que no sabemos dónde ésta; pero no consideramos ambos elementos apenas importantes en el desarrollo de la procesión.
¿Siente la gente de Estella su procesión?
La procesión se puede valorar de manera positiva desde muchos puntos de vista. Antes de su recuperación, los vecinos y visitantes se veían obligados a salir de Estella para acudir a otras como la de Aras, la de Tafalla o la de Pamplona. Ahora, por un lado, la procesión es un reclamo para atraer a gente hasta Estella y para retener aquí a sus vecinos. Por otro lado, la Veracruz ha conseguido sacar la fe a la calle. Cada año más gente la ve, incluso en tres sitios distintos del recorrido. Éste, el aspecto espiritual, es el que más nos interesa a nosotros.
¿Representa un reclamo turístico para Estella?
Por supuesto. Hemos recibido muchos agradecimientos por parte de hosteleros que valoran muy positivamente la celebración de la procesión. En lugar de quedarse Estella vacía, sus calles se llenan.
¿Supone mucho trabajo la organización de la procesión? ¿Cuál es la labor de la Veracruz?
Es una labor de todo el año, no de quince días antes. Tras la procesión, la junta de la Veracruz, de dieciséis integrantes, nos reunimos para hacer una valoración e intentar mejorar cosas para la próxima edición. Tras las fiestas de Estella, nos reunimos con el restaurador Iosu Vélaz para que estudie los pasos y se procede en octubre a su mejora. Desde este mes celebramos una reunión por mes y, desde enero, cada quince días. Durante todo el año, pasamos por el Santo Sepulcro para ver cómo están las cosas y para abrir el templo a la gente que nos lo pide.
¿En qué estado de recuperación se encuentran los pasos?
Nunca han estado mejor. Está todo restaurado. Lo que ocurre es que, como dice el restaurador Iosu Vélaz, los pasos son imágenes vivas que salen a la calle. Se exponen a muchos factores, no es como un santo siempre protegido en la iglesia. Por eso, requieren mantenimiento continuo y cada año nos centramos en uno. Este año le ha tocado al Cristo Atado a la Columna.
¿Cómo se financia la Veracruz y la procesión?
No contamos con ninguna subvención. Nuestros fondos son las cuotas de los socios. Se trata de una cuota simbólica de tres euros, pero muchos realizan voluntariamente una aportación mayor. La procesión es fruto de la ayuda desinteresada de muchas personas y de muchos profesionales que no cobran por sus trabajos. En cuanto al bote de Ayre, al principio supuso un ingreso. Ahora, en este séptimo año, sólo cubrimos gastos. •