La Pañuelada, en cuatro palabras

La Pañuelada, en cuatro palabras

El acto masculino por excelencia de las fiestas AUNA la tradición. Y permanencia a través de las nuevas generaciones.

La pañuelada comenzó como una iniciativa popular en la década de los setenta. Desde entonces se ha integrado en el programa oficial de las fiestas como uno de los actos con más raigambre. Cada año que pasa se hace más tradicional y la cantera parece estar asegurada, a juzgar por la gran cantidad de niños que se implican. A la tradición y al relevo generacional se unen otros conceptos como la limpieza, es decir, el blanco impoluto que lucen los participantes y la importancia de vivir el acto en cuadrillas y también en familia.

Tradición. La pañuelada se organiza el domingo, el día más importante de las fiestas, y se desarrolla después de la procesión. Cada año que pasa, la pañuelada se asienta con más fuerza en el programa.

Limpieza. El blanco impoluto es seña de identidad de la pañuelada. La solemnidad del día invita a participar bien despejado.

Traslado Generacional . De padres a hijos, gracias al relevo generacional, se mantiene viva la tradición. Las primeras filas se suelen ver copadas por los más pequeños. Muchos participan también a hombros de sus padres, con una visión privilegiada.

Cuadrillas. Cuadrillas de todas las edades participan en uno de los actos más importantes del domingo. Muchos de los que un día fueron adolescentes y disfrutaron de las primeras pañueladas siguen fieles al acto.

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