““Fue una salvación para mí vestirme de Papá Noel y despertar la carcajada en los niños”“¿Qué objetivos tenía el viaje?
Con este viaje pretendía explorar la solidaridad española en Etiopía, sus iniciativas y proyectos. Viajé junto con Ana Picazo, de la Asociación Cielo, que desarrolla diversos proyectos, alguno sobre adopción, y fue donde me alojé. Durante las tres semanas, pude visitar nueve lugares, entre orfanatos, hospitales, casas de acogida, escuelas y albergues. Tuve mucha suerte de poder tomar parte en la comida que organizaba la embajada para todos los cooperantes en el país y establecí contactos para el resto del viaje.
¿Ibas auspiciado por la asociación Alalba? ¿Colabora en algún proyecto en Etiopía?
Era una iniciativa particular, pero la fundación tiene idea de hacer alguna cosa allí, por ello mi función era estudiar cómo se podría ayudar. Pero no me atrevo a hablar todavía más de ello, yo sólo fui a ver y a reportar. De vuelta del viaje, me veo en la obligación de hablar de los proyectos que se están realizando, dos de ellos navarros, y a animar a la gente a colaborar con ellos. En Etiopía he conocido gente extraordinaria que está dando su vida en beneficio de los más desfavorecidos.
¿Cuáles son los proyectos navarros?
Uno de ellos se encuadra en la iniciativa de Caja Navarra ‘Tú eliges, tú decides’ y se dirige a las escuelas de Lem-Lem, en las afueras de Addis Abeba. Una mujer etíope comenzó a dar clase en su casa y ahora atiende a muchos niños. El otro proyecto es el que desarrolla el colegio público Arturo Campión de Pamplona en el orfanato del Gobierno. Pero son muchos los proyectos que se podrían destacar, como el hospital de las hermanas franciscanas en Awasa, que lo dirige una religiosa de Oiarzun y lo lleva Cáritas Guipúzcoa y Vizcaya, o el de las Misioneras de la Caridad, de la Madre Teresa.
¿Es fácil ayudar en África?
Por lo que he podido comprobar, en Etiopía es difícil, el gobierno pone muchos problemas. Es un país muy cerrado.
¿Qué se podría hacer para ayudar?
Desde mi punto de vista, lo importante es motivar a la gente para que ellos sean motores de su propio desarrollo. Hay cierto tono de fatalismo, de resignación, y por ello lo principal es la motivación y ofrecerles herramientas para el cambio.
¿Cómo es una Navidad en África, Etiopía?
Muy familiar y gira en torno a la comida, a la carne. Es para Navidad cuando se mata. La verdad que no nos tocó ver demasiada hambruna, está más al sur. La gente vive la Navidad con mucha devoción. El día grande era el 7 de enero. Me llamó la atención la celebración del Día de San Gabriel. Las mujeres iban con un velo blanco en la cabeza hacia la catedral. Era masivo, como la Meca.
¿Y cómo viviste la Navidad? ¿Te tocó hacer de Papá Noel?
Hacer de Papá Noel fue una salvación para mí. Llegué a la casa de la Asociación Cielo y me dijeron que mi labor sería visitar a los niños de varios centros vestido de Papá Noel. Me hizo sentir útil. En lugares tan lamentables, era una defensa para mí ir con la carcajada y poder, por unos momentos, dar la vuelta a todo aquello. Aparecía de improviso y les llevaba regalos, caramelos, libretas y bolígrafos.
¿Con qué te quedas del viaje?
Lo que más me llegó fue un episodio en el hospital de las Misioneras de la Caridad, de la Madre Teresa de Calcuta. Me encontré un pabellón enorme con niños abandonados que nadie quiere y con grandes taras físicas. Recuerdo el enorme hedor. Allí repartí caramelos y cuadernos y cantamos canciones. Luego pasé a otro pabellón y después me invitaron a un tercero, donde estaban las mujeres que acaban de dar a luz a sus niños. Las misioneras las mantienen gratis durante tres meses. Fue muy emocionante, hubo una empatía enorme con las madres, quienes incluso, cuando me iba salieron fuera para despedirme. De verdad que fueron los momentos más enriquecedores. •